Un artículo de Eva Lorenzo,
Trabajadora Social y autora del blog Mi rincón de apoyo al cuidador
2. Superar la codependencia
Uno de los peligros que entraña el dedicarse al cuidado de otra persona es la desconexión total con el exterior. La relación de muchos cuidadores con sus familiares se puede llegar a estrechar tanto que termine por desvanecer sus propios intereses, apareciendo la codependencia, que no es más que la sensación que tienen, tanto la persona enferma como la que lo cuida, de necesitarse por encima de todo, de vivir solo por y para el otro.
Es una de las peores consecuencias que puede tener el cuidar, ya que anula totalmente al cuidador, lo priva de una vida propia y dificulta la autonomía de la persona dependiente.
El cuidador puede pensar que, al faltar la persona de la que se encargaba, esta sensación tenderá a desaparecer, pero no es así. Será necesario que además, recupere su esencia anterior, no solo su vida sino la persona que era antes, con gustos, aficiones, deseos, sueños…
Servirá de ayuda que anotéis en un papel todo aquello que recordáis haber querido hacer o deseado antes de cambiar vuestra situación, para que así podáis retomarlo de manera gradual.
3. Evitar el aislamiento
Seguramente muchos de vosotros habréis perdido amistades y/o compañeros de trabajo durante vuestra labor como cuidadores. Volver a retomar el contacto a veces se presenta complicado o es imposible, pero esto no debe hacer que perdáis los ánimos y las ganas de salir y de conocer gente nueva. Y es no hay nada mejor como estar acompañado para olvidar por un momento los «problemas».
Esto no significa que tengáis que coger la agenda y llamar a todo el mundo en un día, pero si que, poco a poco, volváis a entablar relación con las personas más íntimas y cercanas para luego seguir con todos los demás. Una vez empezado el proceso, seguramente todo vuelva a la normalidad de manera espontánea e incluso conoceréis a nuevos personas.
También es recomendable que sigáis manteniendo contacto con las asociaciones o los profesionales que os ayudaron en el camino, por lo menos al principio, por si pudiera aparecer un período de bajón. Ellos son los que mejor os podrán entender.
4. Volver a disfrutar del tiempo libre
¿Os ha pasado alguna vez que teniendo tiempo y tareas por hacer no sabéis por cual empezar y al final no hacéis ninguna? No tiene mucho sentido, pero esa es la sensación de muchos cuidadores cuando ya no tienen esa labor en su vida diaria.
Muchos se sorprenden recordando aquellos momentos en los que se quejaban de no tener tiempo o de no poder hacer determinadas cosas… pero llegado el momento no es tan fácil ocupar los ratos de ocio. Disponer de tiempo no implica que se vayan a hacer cosas y, mucho menos, que se tengan ganas o se sepa por dónde empezar.
Para superar este bloqueo será necesaria una pizca de fuerza de voluntad, memoria y, de nuevo, lápiz y papel. «Ahora dispongo de tiempo para hacer….», esta es la frase que debéis escribir para provocar que vayan surgiendo actividades que siempre os hayan gustado y dejarais de hacer por falta de tiempo. Es el momento de recuperarlas.
5. Cuidar el estado emocional
Nuestras emociones, lo que pensamos y sentimos tienen un poder mucho más grande de lo que imaginamos en la forma en la que nos relacionamos y vivimos, tanto para bien como para mal. Y para poder superar esta fase de reintegración de manera saludable y efectiva es imprescindible cuidar no solo de nuestra salud física, sino también emocional.
Creer y sentir que podéis llegar a conseguirlo, olvidar rencores, perdonar, rodearse de positivismo, dejar atrás el duelo, la culpa y el arrepentimiento serán la clave de la total recuperación de vuestra vuelta a la vida. Y si se os hace demasiado cuesta arriba, será necesario que acudáis a profesionales que os puedan ayudar.
Dejar de cuidar no solo implica pasar por dificultades a la hora de enfrentarse a la pérdida del ser querido, sino también, por otras relacionadas con tener que empezar de nuevo o continuar con la vida de antes. Como habéis visto, todo esto está ligado con la importancia de, en la medida de lo posible, seguir manteniendo durante el tiempo de cuidar vuestros hábitos, costumbres, aficiones y amistades. El autocuidado facilitará en gran medida la forma en la que lleguéis y afrontéis esta última fase.
Aprovecho la ocasión para recalcar la necesidad de que los servicios de atención y de apoyo a cuidadores se mantengan en el tiempo una vez se dejan de prestar los cuidados y que exista algún tipo de seguimiento, tanto como forma de apoyo y orientación a la nueva situación como para asegurar una buena reintegración en la vida diaria.
Leer la primera parte de este artículo aquí.
Sobre la autora: Eva Lorenzo
Eva Lorenzo es Trabajadora Social y gran parte de su vida laboral y formación han girado en torno a la atención de personas mayores y personas con diversidad funcional en situación de dependencia, que necesitaban la ayuda de un cuidador, siendo este, en la mayoría de los casos, de su entorno familiar.
Cuenta también con conocimientos y experiencia en otros ámbitos en los que un trabajador social puede desempeñar su labor (orientación laboral, mujer, inmigración, familia, menores…). En la actualidad se encuentra en búsqueda empleo y ha decidido que no hay una forma mejor de ocupar su tiempo que ayudando a los demás a través de su blog Mi rincón de apoyo al cuidador
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Cuando has perdido el contacto con los antiguos amigos, el distanciamiento provoca que ni tú ni ellos tengáis luego ganas de volver a frecuentaros. Eso es así. Ley de vida, y no solo en el caso de los cuidadores que hemos tenido que renunciar a las amistades. Pasados los años, nos convertimos en desconocidos, y es prácticamente imposible recuperar las amistades como eran antes. Te lo digo yo. Solo te quedaría conocer gente nueva, pero después de años en situación de cuidador, lo que menos te apetece es conocer a gente nueva. Es que ni siquiera te resulta interesante la gente, nueva o antigua. Y no solo eso. A la gente (ni siquiera a tus familiares) les apetece estar contigo. Y las cosas forzadas no sirven. ¿Mantener contacto con las asociaciones o profesionales que nos ayudaron? ¿Cuáles? La doctora de mi madre nunca venía a verla por más que yo se lo pidiera, solo enviaba a una enfermera que no hacía nada, y de servicios sociales nunca me mandaron ni a un triste auxiliar para ayudarme a bañarla, ni siquiera me cogían el teléfono. ¿Hacer actividades que siempre nos hayan gustado? Sí, está nuestro cuerpo como para ponernos a hacer esas cosas. Los años no perdonan, ¿sabes? De verdad, Eva, experiencia. Te hace falta experiencia real con estas cosas.
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