Tal y como se apunta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología – SEGG, en las personas mayores el agua ha de contemplarse como un nutriente esencial y de primer orden, sin valor calórico o energético, pues carece de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas o proteínas), pero con un aporte de micronutrientes nada despreciable, en forma de minerales: calcio, fósforo, magnesio, flúor y electrolitos (sodio, potasio y cloro).
En este sentido, la doctora Rosa López Mongil, coordinadora del Grupo de Trabajo de Nutrición de la SEGG, comenta que “esto ha de servirnos de reflexión y animar o sensibilizar a las personas mayores, así como a los cuidadores y a los agentes de salud que les atienden, a fin de minimizar la incidencia de los problemas relacionados con una ingesta deficiente de agua y estimularles para conseguir mantener una ingesta líquida suficiente, que evite la deshidratación para la que tanta debilidad presentan los mayores”.
Pero, ¿cuándo empieza la deshidratación? El mecanismo de la sed se despierta cuando se ha perdido el 1-1,5% del líquido corporal, que es cuando comienza el proceso de deshidratación. Por ello, desde la SEGG se aconseja establecer unas recomendaciones para las personas mayores, que amortiguarían las necesidades adicionales de líquidos, evitando cuadros de deshidratación y descompensaciones orgánicas, ante determinadas situaciones extraordinarias como un aumento de temperatura ambiental; problemas digestivos: pérdidas gastrointestinales (vómitos, diarreas, hemorragia, obstrucción intestinal); pérdidas cutáneas en los problemas de salud que se acompañen de respiración acelerada; situaciones en las que se produzcan aumento de las necesidades de líquidos como fiebre, calor, quemaduras, fibrosis quística, sudoración, actividad y ejercicio físico…; o pérdidas renales (nefropatía pierde sal, enfermedad de Addison, hipoaldosteronismo…).
Además, hay que tener en cuenta que “algunos medicamentos que cotidianamente toman las personas mayores modifican y aumentan las necesidades de agua como los diuréticos, fenitoína, teofilina, broncodilatadores, laxantes, etcétera”, advierte la Dra. López Mongil.
Como recomiendan los especialistas de la SEGG, para garantizar una correcta hidratación el agua debe ser:
· Sin gas, para evitar las flatulencias, salvo en casos excepcionales en los que así se prescriba para evitar dispepsias
· Tampoco debe ser muy rica en minerales, para evitar desequilibrios hidroelectrolíticos y descompensaciones de patologías como la hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca congestiva, etcétera.
· Además, no es necesario que toda la ingesta externa de líquidos se efectúe exclusivamente a expensas de agua, ya que se pueden utilizar alternativas adaptándose a las apetencias individuales, como leche, zumos, infusiones, tisanas, caldos, sopas, gazpacho, gelatinas…
· Ahora que se aproxima la época estival es recomendable aumentar el consumo de alimentos ricos en agua: leche entera o preferentemente desnatada o semidesnatada, yogur, verduras, fresa, sandía, melón, zumos…
· El agua se debe consumirse a una temperatura agradable (entre 12-14 grados centígrados), evitando temperaturas para evitar irritaciones faríngeas (faringotraqueitis).
· Las bebidas isotónicas son las recomendadas, pero no deben superar el 12% de su contenido en hidratos de carbono, para que no interfieran la absorción del líquido
· Buscar sabores fuertes, con edulcorantes, incluso limón, lima, que resultan muy útiles también ante problemas deglutorios.
Respecto a cuándo consumir líquidos, para una óptima hidratación desde la SEGG se recomienda:
- La ingesta de líquidos debe efectuarse gradualmente a lo largo de todo el día, forzando más en la mañana y tarde, para evitar los despertares y la incontinencia nocturna.
- En cada comida (desayuno, comida, merienda y cena) se debe tomar un vaso de agua para favorecer la ingestión de sólidos, evitando beber inmediatamente antes, así como sobrepasar 1,5 vasos durante las comidas, pues provoca llenado gástrico y saciedad.
- Se debe estimular a la persona mayor para que ingiera una cantidad adecuada de líquidos al día (1,5 a 2 litros).
- Si se aumenta la fibra dietética es necesario también aumentar la ingestión de líquidos para prevenir la impactación fecal.
- Tomar cerveza a diario tiene una influencia negativa para el estreñimiento crónico.
- Durante los períodos existentes entre las comidas, tomar al menos de 4-6 vasos de agua fraccionados.
- En personas que necesiten suplementos, la presentación líquida del mismo tiene un menor efecto saciante y mejora la ingesta especialmente en pacientes edéntulos o sin dientes, o pacientes con escaso apetito.
- La modificación de la textura de los líquidos es especialmente importante en pacientes ancianos con disfagia orofaríngea para que se mantengan adecuadamente hidratados y libres de aspiraciones traqueobronquiales.