Desde la Fundación Edad&Vida se recomienda la creación de un calendario de vacunación del adulto que incluya las vacunas que se hayan demostrado coste-efectivas priorizando, si es necesario, grupos poblacionales con determinadas patologías.
Así lo expuso Albert Vergés, director general de la Fundación Edad&Vida, en una comparecencia ante la Comisión de Salud y Consumo del Parlamento Vasco, donde se abordaron los retos sanitarios, económicos y sociales que plantea el envejecimiento de la población y el consecuente incremento de las enfermedades crónicas.
Esta vacunación vendría a reforzar las medidas de prevención de enfermedades infecciosas entre la población adulta y de edad avanzada, por ser el grupo poblacional más desprotegido y con mayor riesgo a contraer una enfermedad.
En este sentido, «en materia de vacunación del adulto queda mucho por hacer», indica el doctor José Luis Cañada Merino, coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). «Las amplias coberturas alcanzadas en la vacunación de niños y adolescentes, contrastan con las bajas coberturas de la población adulta que se sitúan entre el 25 y el 50%, en el mejor de los casos», indica ese experto.
Aunque en la actualidad todas las Comunidades Autónomas tienen y financian sus programas de vacunación en el adulto, básicamente se ciñen a coberturas de refuerzo, gripe y neumococo, dejando al margen una mayor cobertura para la población mayor -cada vez más numerosa y con mayores necesidades sanitarias-, así como el acceso a nuevas vacunas eficaces y recomendadas, como puede ser la del Herpes Zóster. «Mejorar la información en vacunas del adulto, ayudaría a incrementar las actuales coberturas vacunales», señala el doctor.
Y es que, tal y como indica el Dr. Cañada, «hay que vacunar al adulto sano para garantizar su envejecimiento saludable, y al adulto con riesgo para preservar su calidad de vida en su situación de cronicidad, evitando nuevas complicaciones derivadas de su patología base. Asimismo, no podemos olvidar que la vacunación es un acto solidario para evitar la transmisión de enfermedades inmunoprevenibles a nuestros familiares y a las personas que nos rodean».
Las personas de 65-74 años padecen una media de tres enfermedades crónicas, y a la atención de estas personas se destina el 80% del gasto sanitario. “Una de las consecuencias de las enfermedades crónicas es que debilitan el sistema inmune, y lo hacen más proclive a padecer nuevas enfermedades concomitantes, agravando también los procesos crónicos preexistentes de cada paciente”, indica el Dr. Cañada.
Por todo ello la Fundación Edad&Vida ha solicitado una mayor apuesta y refuerzo del calendario de vacunación del adulto, incluyendo todas aquellas vacunas recomendadas por su eficacia demostrada, teniendo una consideración especial sobre los colectivos de riesgo. Además, desde esta entidad se propone estudiar fórmulas de financiación parcial para las vacunas recomendadas en el calendario de vacunación, con el objetivo de lograr mayores coberturas vacunales y una mejor protección y calidad de vida para las personas mayores. Asimismo, se recomienda trabajar para evitar las desigualdades en el acceso a la prevención y a los programas de salud que se dan entre las diferentes Comunidades Autónomas.
Y es que el envejecimiento de la población es un fenómeno global imparable. Por ello, “urge tomar medidas encaminadas a dar respuesta a las necesidades y retos que plantea la población envejecida y que éstas contribuyan a la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud. Es importante preservar el estado de salud y prevenir las enfermedades de este colectivo porque tendrán un elevado impacto en el consumo de recursos sanitarios”, advierte Albert Vergés.
Además, el envejecimiento de la población repercute a nivel social y económico. «Introducir medidas que mejoren la calidad de vida de las personas mayores, reducirá la dependencia y favorecerá una mayor participación social”, señala el director general de la Fundación Edad&Vida, quien reclama «una postura activa y consensuada para promover el envejecimiento activo y saludable por parte de autoridades y profesionales sanitarios, organizaciones de personas mayores, asociaciones de pacientes y población general».