Y es que son numerosas las investigaciones que sugieren que cualquier aprendizaje que entraña un desafío para el cerebro ayuda a desarrollar las conexiones neuronales. De este modo, cuando se aprenden cosas o se llevan a cabo actividades nuevas se entrena el cerebro, provocando diferentes sinapsis -conexiones entre neuronas- en el cerebro y potenciando la neuroplasticidad y la reserva cognitiva.
Tal y como señala el Dr. José Manuel Moltó, Vocal de la Sociedad Española de Neurología, “al contrario de lo que se creía durante mucho tiempo, nuestro cerebro va cambiando a lo largo de nuestra vida, que es lo que se conoce como neuroplasticidad. Nuestras neuronas pueden crear nuevas conexiones, incluso se pueden formar nuevas neuronas, pero para ello es clave entrenar y estimular nuestro cerebro. Y hay tres elementos clave para hacerlo: enfrentar a nuestro cerebro a la novedad, la variedad y el desafío. Viajar cumple con los tres”.
Y puesto que la rutina es nefasta para el cerebro, viajar y enfrentarse a nuevos lugares, sensaciones, olores, sonidos o sabores obliga al cerebro a usar todas las capacidades del mismo, manteniéndolo activo y sano. “Cuando viajas a otro lugar, sobre todo si éste es desconocido, estás obligando a tu cerebro a estar en un continuo proceso de solución de problemas y de superación de desafíos. Viajar requiere, principalmente, aprender y memorizar todo lo extraño hasta que todo resulte normal y conocido. Esto es un desafío para tu cerebro y es como un entrenamiento acelerado”, explica el Dr. José Manuel Moltó.
Además, la necesidad de adaptarse a nuevas sensaciones -lingüísticas, visuales, aromas, sabores…- aprender nuevas calles, hacer un mapa mental del lugar en el que se encuentra, comunicarse en otro idioma, etc. son algunas de las actividades que estimulan el cerebro, lo vuelven más plástico, más creativo, y confieren más capacidad de comprender.
“Es importante entrenar y estimular el cerebro porque, con el tiempo, un mayor número de conexiones implica una mayor reserva cognitiva, lo que permite que nuestro cerebro sea más resistente al deterioro de la edad o a los síntomas de las enfermedades neurológicas. Además, cuanto más rica sea nuestra vida y cuantas más experiencias distintas tenemos, más posibilidades hay de que alcancemos una edad con un cerebro sano”, señala el Dr. José Manuel Moltó.
Pero, además, viajar también tiene otros beneficios que impactan en la salud cerebral. Hacer ejercicio físico, participar en actividades sociales o realizar actividades intelectuales son aspectos que han demostrado beneficios para la salud cerebral en todas las edades, incluso en pacientes que ya presentan una enfermedad neurológica.
En este sentido, el Dr. Moltó señala que “cuando viajamos caminamos más, hacemos excursiones o estamos más tiempo realizando algún tipo de deporte. También dedicamos más tiempo a la lectura, a realizar actividades culturales o a realizar otro tipo de actividades en grupo,… En definitiva, viajar nos brinda muchas oportunidades para estar activos física y mentalmente”.
A ello hay que añadir que viajar también contribuye a tener una actitud positiva ante la vida. En este sentido, se ha demostrado científicamente que viajar aumenta la felicidad y disminuye el estrés, generándose así un cúmulo de emociones positivas que fortalecen las redes neuronales, todo lo contrario a lo que ocurre cuando sufrimos episodios estresantes.
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Siempre se dice que estimualr el cerecbro sobre todo a edad avanzada es un plus que lo unico que hace es mejorar la calidad de vida de las personas mayores.