Coincidiendo con la celebración del celebra el Día Mundial del Alzheimer, el grupo de Trabajo de la Psicología del envejecimiento y demencias del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid ha realizado un llamamiento para solidarizarse con los afectados por demencias y con sus familias, y compartir algunas reflexiones sobre la labor que los profesionales de la Psicología llevan realizando día a día en este ámbito desde los últimos años.
Tal y como se apunta desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid diferentes instituciones públicas han llevado a cabo estrategias y planes de acción para afrontar este gran reto. De hecho, la Organización Mundial de la Salud propone transformar los sistemas de salud para avanzar desde los los modelos curativos, centrados en la enfermedad, hacia una atención integrada y centrada en las personas mayores, haciendo hincapié en lo que denomina “los sistemas de atención a largo plazo de calidad”, y a los que todas las personas mayores y sus familias tienen derecho.
A nivel europeo, el Parlamento estableció en una resolución del 19 de enero de 2011 unas medidas para reforzar los esfuerzos en la atención a la enfermedad de Alzheimer y otras demencias en lo referente a la prevención, el diagnostico, el tratamiento y la investigación, estableciendo medidas sobre los profesionales y los cuidadores, en el que reconoce precisamente la importancia de la Psicología, en la prestación de apoyo psicológico a los pacientes y a sus familias, haciendo hincapié en la importancia del enfoque psicológico del envejecimiento dentro de los tratamientos no farmacológicos.
En esta sentido, el pasado abril se aprobó en España la Primera Estrategia de Enfermedades Neurodegenerativas del Sistema Nacional de Salud, que se centra en tres aspectos vitales: prevenir la enfermedad y mejorar su diagnóstico precoz; ofrecer atención personalizada a los pacientes y establecer programas de respiro que faciliten el descanso y proporcionen apoyo emocional a quienes cuidan de las personas afectadas.
Tal y como se apunta desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, debido a su larga duración y perfil evolutivo la intervención en la enfermedad de Alzheimer y otras demencias requiere de un enfoque multidimensional y, por tanto, de la presencia de equipos multidisciplinares, que realicen su abordaje desde el diagnóstico precoz, hasta el final de la vida, y que incluya no sólo a los enfermos sino a sus familias.
Así, el cambio del antiguo modelo “organicista”, hacia otro en el que la atención ya no es la enfermedad, sino la persona afectada y su entorno familiar, implica la participación de diferentes profesionales del ámbito sociosanitario, que contemplen las dimensiones bio-psico-sociales.
En este contexto, ¿qué papel ha de jugar el psicólogo?
En la esfera psicológica, es cada vez más frecuente la presencia de psicólogos especializados en la atención a demencias, ya sean neuropsicólogos, psicólogos clínicos, psicólogos sociales o psicogerontólogos en los distintos espacios públicos y privados de atención a los enfermos y sus familias, como las unidades hospitalarias (unidades de memoria, unidades de demencia, unidades de Psicogeriatría, etc,.) centros de día o centros residenciales, así como en universidades y centros de investigación.
En los últimos años, la publicación de numerosos trabajos de investigación, están aportando evidencias de la eficacia de las intervenciones psicosociales, o no farmacológicas, en el campo de la Psicología, en los síntomas cognitivos, como la alteración de la memoria o el lenguaje y especialmente, en los síntomas psicológicos y conductuales asociados a la demencia (SPCD), que cursan con alteraciones emocionales y del comportamiento como son la depresión, la ansiedad, trastornos delirantes, conductas alteradas, etc., con mayores ventajas sobre los fármacos psicotrópicos, debido a la limitación de sus beneficios y a sus efectos adversos (Cobos & Rodríguez, 2012).
En concreto, el psicólogo realiza un abordaje conjunto con los enfermos y las familias a lo largo de todo el proceso de la enfermedad, desde el diagnóstico, hasta el final de la vida del enfermo, y la elaboración del duelo, abordando las siguientes funciones:
- Funciones de evaluación y diagnóstico: se desarrolla en diferentes ámbitos como las unidades de Psicogeriatría, las unidades de Neurología, de memoria, etc. La evaluación neuropsicológica es actualmente necesaria para el diagnóstico etiológico, junto al resto de las pruebas diagnósticas. Es muy importante la detección precoz para diseñar cuanto antes el plan de intervención.
- Funciones de intervención:
– Con el enfermo: estudiar las funciones cognitivas preservadas y afectadas del paciente, así como la existencia o no de alteraciones emocionales, de la personalidad o de la conducta, determinando así el perfil neuropsicológico y su fase evolutiva, necesarios para diseñar el plan de intervención. También es requerido para la realización de valoraciones de carácter médico-legal.
– Con las familias: información y asesoramiento, prevención de situaciones de máxima sobrecarga o burn-ot, psicoterapia, apoyo y acompañamiento psicológico, actividades psicoformativas, entre otras. - Función de administración de recursos: en tareas de coordinación del equipo humano del que forma parte.
- Función de formación y docencia: asesoramiento y formación a las familias, a cuidadores profesionales y al equipo multidisciplinar sobre temas relacionados con la disciplina psicológica.
- Función de investigación: aumentar el conocimiento científico sobre la enfermedad y avanzar en la eficacia de nuevos programas y herramientas psicológicas para su aplicación a los enfermos y sus familias.
En este sentido, desde del grupo de Psicología del envejecimiento y demencias del COP Madrid se trabaja activamente para “sentirnos más cerca de las personas afectadas y sus familias, aunando esfuerzos cada día para mejorar nuestra labor profesional dentro de un sistema de atención de calidad y centrado en la persona”.