Y es que, tal y como apunta Andrés Rodríguez, “el ámbito del envejecimiento no puede permitirse el lujo de mantenerse al margen del mundo de la innovación a la hora de encontrar soluciones eficientes, ya que no hay vuelta atrás. O formas parte de la solución o del problema”. A juicio de este experto, “tenemos que pensar que los derechos y libertades se construyen desde la inteligencia y las emociones humanas”. Y en este sentido “aún nos queda mucho que emocionarnos con el fenómeno del envejecimiento”.
Pese a que la innovación ha ayudado a responder a diferentes problemáticas y retos en áreas muy diferentes de la sociedad, el director general de Macrosad advierte que “en la esfera del envejecimiento, los especialistas del sector somos conscientes de que aún estamos en una fase embrionaria, en un momento de construcción de un nuevo status”.
En este sentido, Andrés Rodríguez considera que se ha avanzado bastante en ámbitos como son la salud, la tecnología o el sector financiero, pero en campos como la justicia, el comercio, la educación o los cuidados sociales está todo por hacer en lo que respecta a la innovación social. “Además, no podemos obviar que el éxito de la innovación es de un 10% en organizaciones consideradas excelentes y de un 5% en organizaciones normales. Por lo que necesitamos paciencia y perseverancia”, afirma.
Rodríguez recuerda que en los últimos años se han presentado numerosas iniciativas de aplicación directa a las personas mayores. De hecho, nuestro país es muy prolífico con respecto a otros países de la Unión Europea. El director general de Macrosad destaca dos ejemplos:
· Por un lado, está una de las mejores apps de salud de Europa: Kwido. Una plataforma multidisciplinar de monitorización y cuidados de pacientes. Esta plataforma permite a las empresas relacionadas con la salud integrar distintos sistemas que permiten el control de la salud, estimulación cognitiva, gestión de fármacos o video llamada entre otros. “Aparentemente hasta aquí todo normal, pero lo revolucionario es que estamos hablando de un modelo de marca blanca”, subraya.
· En segundo lugar destaca el producto Living Lab Social, del cual es promotor la Fundación Ageing Lab. Se trata de una metodología que permite testear, validar y realizar productos para las personas mayores tanto en entornos reales o simulados. “Y lo más importante, todo ello lo realiza con la participación activa en todas las etapas de los usuarios finales, especialmente en la fase de diseño de los prototipos”.
No obstante, Andrés Rodríguez reconoce que, aunque existe una gran oferta tecnológica, la demanda social de estos innovadores productos y servicios está aún por construir.
Por otro lado, apunta que la inteligencia colaborativa puede ser muy explosiva si lo hacemos bien, “y no es fácil”. Y es que las personas son el activo más importante, y por tanto las actitudes hay que cultivarlas, ya que aporta un valor importante: si la inteligencia es colectiva, se convierte en inclusiva.
“Las nuevas formas de cooperación permiten distribuir las actividades en función de las capacidades personales, donde los equipos se coordinan con todos los miembros para alcanzar unos resultados”, comenta Rodríguez, que añade que “además, los sistemas de información ayudan a que esto se produzca entre personas de diferentes culturas y que se encuentran en diferentes continentes, algo que hace unos años era impensable. Por lo que resulta lógico pensar que es positivo y productivo”.
El director general de Macrosad concluye que no existen nuevas teorías sobre las motivaciones de las personas que utilizan la inteligencia colaborativa, por lo que se intenta trabajar sobre emociones conjuntas. “No necesitamos organizaciones o líderes innovadores, sino equipos con actitud innovadora”, afirma.
Andrés Rodríguez intervendrá en el I Congreso Intersectorial de Envejecimiento y Dependencia el 28 de octubre a las 10:30 horas.