Tal y como apunta el doctor Iñaki Artaza, especialista en Geriatría, director Asistencial de Igurco Servicios Sociosanitarios de Grupo IMQ y presidente de la Asociación Vasca de Geriatría y Gerontología-Zahartzaroa, “la evidencia científica empieza a mostrar con datos los beneficios de lo que los geriatras y gerontólogos y otras instancias denominamos como un envejecimiento saludable”.
Del citado estudio este experto destaca que “se trata de un estudio internacional, aleatorizado, de dos años de duración y en el que han participado 2.654 personas entre los 60 y los 77 años, que presentaban criterios de riesgo cardiovascular, envejecimiento y demencia. La población total se dividió en un grupo de control y otro al que se le aplicó una intervención multimodal durante dos años, basada en el seguimiento de una dieta, la realización de ejercicio físico, entrenamiento cognitivo y monitorización periódica del riesgo vascular… justo lo que se entiende por un envejecimiento saludable. El resultado fue que los mayores que siguieron estas pautas mejoraron o mantuvieron su funcionamiento cognitivo. De este modo, los geriatras vemos ratificado en estudios de investigación, las recomendaciones preventivas que damos en nuestras consultas desde hace años”.
Por lo que respecta a la dieta, el estudio FINGER propuso un reparto basado en un 10-20% de proteínas; un 25-35% por ciento de grasas (de las que menos del 10% debían ser saturadas); un 45-55% de hidratos de carbono; y entre 25-35 gramos de fibra al día. “La dieta también incluyó de manera muy moderada a la sal, menos de 5 gramos al día y, si se deseaba, un consumo muy reducido de alcohol”, señala el doctor Artaza.
Además, en el ensayo se pautaron tres tipos de ejercicios físicos: “Por un lado ejercicios destinados a aumentar la fuerza muscular, principalmente en las extremidades inferiores, pero también en las superiores brazos, abdomen y espalda. Además, se prescribieron ejercicios aeróbicos, para mejorar la resistencia, entre dos y cinco veces por semana, y se realizaron también ejercicios para trabajar y mejorar el equilibrio, muy útiles para la prevención de caídas”, apunta el director Asistencial de Igurco.
El entrenamiento cognitivo se basó en sesiones guiadas por psicólogos, en los que los mayores realizaban ejercicios de memoria y razonamiento, y en sesiones individuales en los centros de las asociaciones de pacientes y familiares en las que el mayor estaba de 10 a 15 minutos, tres veces por semana, con un ordenador que contaba con un programa diseñado específicamente para este tipo de entrenamiento cognitivo. “También se incluyó en el programa la estimulación de las relaciones sociales del mayor, mediante su participación en grupos de intervención”.
Finalmente, “profesionales de enfermería se encargaron de realizar un seguimiento periódico de los factores de riesgo vascular, evaluando parámetros como la presión arterial, el peso, el índice de masa corporal y parámetros antropométricos. Por su parte, desde las consultas médicas se prescribieron recomendaciones de vida saludable, a la vez que se mantuvieron exámenes físicos periódicos”.
Tras la recogida y análisis de los datos recogidos, “los resultados sugieren que una intervención multimodal puede mejorar o mantener el funcionamiento cognitivo en personas mayores con factores de riesgo dentro de la población general”, concluye el doctor Iñaki Artaza.
Los interesados en conocer más sobre el estudio FINGER pueden consultar el abstract aquí.