Es frecuente que las personas mayores y sus familias, y también los profesionales, perciban los problemas de salud mental como una consecuencia inevitable del envejecimiento, y no como problemas de salud que pueden mejorar si se utiliza el tratamiento adecuado, tal y como apuntan los especialistas de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
Y es que, en general, las personas mayores se sienten más insatisfechas de su vida que las personas jóvenes, ya que problemas como depresión y ansiedad son más frecuentes en las últimas etapas de la vida. De hecho, la depresión afecta a entre el 10% y el 15%de población con más de 65 años, aunque el número puede ser mayor incluso cuando se tiene en cuenta el espectro total de los síndromes depresivos, incluyendo la depresión subclínica.
Mujeres, personas que no están casadas o viven solas, personas con enfermedades físicas y personas discapacitadas (especialmente cuando cursan con dolor y trastornos del sueño) son grupos que tienen más riesgo de padecer trastornos mentales.
Desde la SEGG se advierte que a veces la depresión se infradiagnostica al imputar a la edad cambios en el estado emocional que no son propios de la misma. Es muy frecuente encontrar depresión en personas que están ingresadas en residencias de mayores y, además, hay que tener en cuenta también que estos problemas de salud mental pueden interactuar en el grupo de personas mayores, haciendo que el procedimiento de valoración y de gestión sea más difícil.
En este sentido, el presidente de la SEGG, José Antonio López Trigo, señala que “las personas mayores, sus familias y también los profesionales perciben los problemas de salud mental como una consecuencia inevitable del envejecimiento, y no como problemas de salud que pueden mejorar si se utiliza el tratamiento adecuado”.
Más allá del impacto inmediato y profundo en la calidad de vida, la SEGG advierte que la depresión en la población de mayores es un factor de riesgo de la discapacidad funcional y puede anunciar una mortalidad prematura, ya que las personas con depresión son más proclives, entre dos y tres veces, a padecer dos o más enfermedades crónicas, y tienen, entre dos y seis veces más posibilidades tener, por lo menos, una limitación en sus actividades diarias, si se compara con grupos más jóvenes. La depresión con morbilidad asociada en personas mayores aumenta también la frecuencia y el coste de la asistencia profesional y el riesgo de ingreso prematuro en residencias de ancianos.
La SEGG incide en que existen diversos factores que influyen en la aparición de los trastornos mentales en el caso de las personas mayores:
- La salud física deficitaria y las limitaciones funcionales. La salud física es una preocupación básica de muchas personas mayores y está frecuentemente relacionada con estados de salud mental que también son deficitarios. Está demostrado que hay una comorbilidad importante de los trastornos de salud mental y de las enfermedades crónicas, que incluyen las lesiones recurrentes (por ejemplo las caídas), los accidentes cardiovasculares y el dolor crónico. “Los trastornos mentales tienen mucho impacto en la discapacidad, la evolución de la enfermedad, el cumplimiento terapéutico y el riesgo de mortalidad prematura”, afirma el Dr. López Trigo.
- También hay que destacar que existen discapacidades, como los problemas de audición y sordera, que conducen también a la depresión, ya que la salud mental deficitaria y la soledad aumentan debido al impacto de estos problemas de salud de las personas mayores que dificulta el poder relacionarse y participar en la vida activa.
- Los factores sociales y económicos aumentan la vulnerabilidad de las personas mayores en lo referente a los trastornos mentales.
- Cuidadores como grupos de riesgo. La atención no profesional o familiar es la piedra angular de apoyo de las personas mayores que dependen del cuidado de los demás. Dispensar la atención necesaria en el hogar familiar acarrea tensión física, psicológica, social y económica, y los miembros de la familia (normalmente las mujeres) tienen a menudo que sacrificar muchas cosas para cuidar a sus familiares. El problema se agrava cuando los cuidadores no tienen la preparación suficiente, y la ayuda económica y humana es escasa.
Como consecuencia de este hecho, los cuidadores tienen riesgo de padecer una enfermedad física o psicológica, lo cual indica que es necesario proporcionar ayuda a los cuidadores para evitar que caigan enfermos. El hecho es que es frecuente que los cuidadores presenten unos niveles clínicos elevados de ansiedad y fatiga, e incluso lleguen a sufrir una depresión.
Por todo ello, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología se recomienda llevar a cabo unos cambios en el estilo de vida para mejorar el bienestar físico y mental de los mayores. Algunos de estos buenos hábitos son:
- Aumentar la participación en actividades positivas. Está demostrado que participar en actividades positivas aumenta el bienestar y mejora la salud mental de los mayores. Los programas integrales de aprendizaje o el voluntariado, por ejemplo, promueven la realización social y personal de las personas mayores.
- Practicar ejercicio físico ayuda a mejorar la salud mental y a aumentar la participación social. El ejercicio, que normalmente se recomienda a la población de personas mayores, es una ayuda para mejorar la salud física, el bienestar, el estado psicológico y reducir los síntomas depresivos.
- Mejorar la salud física y tratar las enfermedades crónicas pueden prevenir los trastornos mentales. Para ello es fundamental mejorar los hábitos de alimentación y el aumento del ejercicio físico.