Y es que, en el marco de una jornada sobre este asunto celebrada en la OMC, quedó de manifiesto que la violencia de género es un problema de salud pública, un trauma extendido mucho más de lo que se muestra y frente al que el Sistema de Salud Pública español “aún no está preparado para afrontarlo como es debido, no está a la altura de las circunstancias”.
En este sentido, la Organización Médica Colegial recuerda que los profesionales del sistema sanitario, de todos los departamentos implicados (médicos de familia, pediatría, enfermeros/as, trabajadores/as sociales…) deben “enfrentarse a sus lagunas, a sus miedos, a sus necesidades, a los déficits, ponerlos en común y comunicarlo, así como elaborar y elevar propuestas para dar respuesta a las necesidades, crear nuevos protocolos o recursos que tal vez no hayan sido hasta ahora nunca pensados y que puedan resultar de ayuda a la mujer que acuden a la consulta para liberarse del ciclo de la violencia”.
Tal y como indican los expertos, cuando una mujer vive una relación de maltrato, experimenta múltiples situaciones de alto contenido emocional. “Cada emoción vivida tiene una expresión en el funcionamiento orgánico y por tanto una repercusión en su salud. La afectación de la salud del maltrato emocional al principio suele afectar solo al funcionamiento de los órganos, sin alterar su estructura, pero si la situación conflictiva persiste en el tiempo podría dar lugar a la enfermedad orgánica, minando la salud de la mujer y pudiendo dejar secuelas para su futuro”, afirman desde la OMC.
Además, la aparición de enfermedades psicosomáticas fruto de esta violencia son variadas y de importancia variable, ya que pueden ir desde contracturas musculares, dolores de cabeza, infecciones frecuentes a situaciones más graves como la fibromialgia, enfermedades autoinmunes, depresión grave y muchas otras. “En realidad, se podría decir que se enferma como se vive, de modo que no resulta difícil de comprender como el maltrato puede afectar gravemente a la salud”.
Por ello desde le OMC se recuerda que es imprescindible “que los profesionales de la salud tomen conciencia que la detección de la violencia de género y la atención a las víctimas forma parte de su papel profesional. En cualquier actuación con las mujeres que sufren violencia es necesario tener en cuenta su situación personal y adaptar las intervenciones respetando la voluntad de las mujeres”.
Y para que la atención a mujeres que sufren maltrato sea eficaz destacan que es necesaria la coordinación interprofesional e intersectorial. “Es una responsabilidad profesional individual y colectiva la formación de los profesionales para ser capaces de actuar de forma eficaz con las víctimas y con otros profesionales que intervienen en la atención. La ley define a los médicos y al resto del personal sanitario como agentes cualificados en la lucha contra la violencia de género. Esta definición exige del personal médico un compromiso decidido para formarse, estar alerta y actuar activamente en la prevención, detección, asistencia y tratamiento de los casos de violencia de género”.
La Organización Médica Colegial recalca que la comunicación y, en su caso, la denuncia a la autoridad competente de los datos vinculados a la violencia de género obtenidos en el contexto de la asistencia sanitaria forman parte de la atención y tratamiento debidos a la paciente víctima de este tipo de violencia.