Entre estas manifestaciones no motoras, los expertos reunidos en este foro destacaron las alteraciones cognitivas, psiquiátricas (por ejemplo, la apatía y depresión) y la alteración del sistema nervioso autónomo (control de la tensión arterial y de la función urinaria). Y que desde hace varios años, estos síntomas han recibido especial atención debido a su elevada frecuencia e impacto en la calidad de vida de pacientes, familiares y cuidadores, siendo considerados actualmente parte integral de la enfermedad.
“El deterioro cognitivo leve (DCL) en la enfermedad de Parkinson es un factor de riesgo de demencia que afecta al 27% de los pacientes no dementes, siendo la frecuencia de casi 40% en aquellos con enfermedad avanzada”, afirma la doctora Gasca-Salas, del Centro Integral de Neurociencias A.C. (CINAC).
Y es que, tal y como apuntan los especialistas, a pesar de la heterogeneidad de las investigaciones, la asociación de déficits cognitivos que implican una disfunción de regiones cerebrales específicas (corteza cerebral posterior), principalmente la disfunción visuoespacial, que incluye la capacidad para orientarse en los lugares así como ubicar los objetos en el espacio, determinarían un mayor riesgo de demencia en los próximos años.
Además, tal y como explica la doctora Gasca-Salas, “la disfunción ejecutiva, donde incluimos resolución problemas, planificación o memoria de trabajo, las cuales aparecen frecuentemente al inicio de la enfermedad de Parkinson como consecuencia del déficit de dopamina, seguirían empeorando en la conversión a demencia”.
Y es que el riesgo de la demencia va a ser mayor en los pacientes de edad más avanzada (mayores de 70 años), que han iniciado la enfermedad de forma tardía y aquellos que llevan más tiempo sufriéndola. “En el caso concreto del DCL, los signos o síntomas que pueden aumentar en mayor medida el riesgo de conversión a demencia serían: la inestabilidad postural, tener un DCL más avanzado, la existencia de alteraciones visuoespaciales y las alucinaciones visuales”, apunta esta especialista, que destaca que la identificación de estos pacientes en mayor riesgo de sufrir trastornos cognitivos es de utilidad, no sólo desde el punto de vista clínico y pronóstico, si no en el desarrollo de terapias modificadoras de la progresión de la enfermedad.
Uno de los efectos cognitivos que más curiosidad despierta entre la comunidad científica, y que más preocupa e incapacita a los pacientes, son las alucinaciones. Estas tienen un curso muy similar a la demencia y son un marcador de gravedad de la enfermedad. “Se podría decir que la mitad de los pacientes con enfermedad de Parkinson puede tener alucinaciones durante el curso de su enfermedad”, apunta el doctor Pagonabarraga, del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
Este especialista hace especial hincapié en que la causa fundamental de las mismas es la propia enfermedad, ya que “la disrupción progresiva de circuitos corticales implicados en la percepción del mundo externo es la causa subyacente, fundamental y real de que estos pacientes alucinen”. Además, los expertos consideran que, sobre esta causa central, hay factores que lo agravan como son los fármacos dopaminérgicos.
Otro de los puntos que el doctor Pagonabarraga considera fundamental para mejorar el tratamiento y el abordaje de este síntoma, es saber que las alucinaciones no son un elemento único de las fases avanzadas de la enfermedad, sino que se pueden presentar desde fases iniciales. “Detectarlas desde un inicio ayudaría a mejorar su tratamiento y abordaje considerablemente”, afirma. En este sentido, destaca que es de gran importancia seguir investigando para encontrar un tratamiento farmacológico que resulte efectivo para las alucinaciones, pero que no acelere o empeore la función motora.
Los asistentes al VIII Simposium Trastornos Cognitivos en la Enfermedad de Parkinson tuvieron ocasión de conocer, de la mano de expertos nacionales e internacionales, las novedades más relevantes sobre los principales factores pronósticos y progresión a demencia y las necesidades de futuro a las que hace frente esta enfermedad. “Actualmente sabemos que los trastornos cognitivos incapacitan al paciente incluso más que los síntomas motores”, apunta la doctora Rodríguez-Oroz, directora de investigación en enfermedades neurodegenerativas del Instituto Biodonostia, del Hospital Donostia, del BCBL y directora de este Simposio organizad por TEVA.
En este sentido, se presentaron novedades en el modo de clasificar y de valorar a los pacientes susceptibles de sufrir demencia, reforzado la idea de que hay que seguir investigando en esta línea, ya que la calidad de vida de los pacientes empeora conforme lo hace el deterioro cognitivo y aparece la demencia.
La doctora Rodríguez-Oroz destaca que “por suerte, y gracias a este tipo de iniciativas, el interés de la comunidad científica, de los profesionales sanitarios, de los pacientes y de sus familiares está creciendo. Se ha producido un cambio de en la visión de la Enfermedad de Parkinson”.