El ictus sigue siendo la segunda causa de mortalidad global y la primera para las mujeres españolas y, por desgracia, la primera causa de discapacidad en España. Más de 120.000 personas al año sufren un ictus en nuestro país, el coste de tratarlos supone 3 mil millones de euros. Pero, ¿qué costaría si se llevaran a cabo más campañas de prevención? ¿Se puede reducir el gran impacto socioeconómico que tiene esta enfermedad?
Este fue uno de los temas centrales tratados por la Federación Española de Ictus (FEI) en la II Jornada Científica acerca de la investigación del Ictus, un foro abierto a profesionales sanitarios, pacientes y familiares, patrocinado por Bristol‐Myers Squibb, Pfizer, Bayer y Boehringer Ingelheim.
Hay muchos factores que influyen en el tratamiento del ictus, tal como remarcó el Dr. Álvarez Sabin, Jefe de Servicio de Neurología y Profesor titular de Neurología de la U.A.B. en el Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona. Para este experto «la atención a los pacientes ha cambiado mucho en las últimas dos décadas en diferentes ámbitos: La atención neurológica especializada en Unidades de Ictus mejoran la evolución de la mayor parte de pacientes y reducen los costes de los procesos. Además la evidencia científica demuestra que los tratamientos de reperfusión (fibrinólisis con tPA por vía endovenosa y trombectomía mecánica) reducen la discapacidad asociada al ictus».
Según datos del estudio Conoces, recientemente publicados, el 43% de los pacientes que han sufrido un ictus son dependientes al año y un 14% presentan una gran dependencia. El ictus impacta negativamente sobre la calidad de vida de los pacientes, y de todos los pacientes, un 80% precisan de cuidados informales y un 41% de ellos requieren de un segundo cuidador, dedicando al cuidado del paciente una media de 7 horas/día.
Un plan integral de rehabilitación precoz presenta eficacia de recuperación
La rehabilitación y las terapias alternativas continuadas consiguen recuperar la capacidad del paciente para intentar llevar una vida dentro de la normalidad a través de asistencia, fisioterapia o tratamiento psicológico. Para el neurólogo Dr. Jaime Gállego, Director Médico del Centro Neurológico de Navarra,»está perfectamente demostrado que en el inicio, un plan integral de rehabilitación precoz presenta una alta eficacia en cuanto a recuperación funcional en los pacientes con ictus».
La Estrategia en Ictus del Sistema Nacional de Salud establece que todo paciente con ictus dispondrá, desde el inicio, del proceso de un plan individual de rehabilitación precoz que permita diagnosticar la discapacidad/déficit, comenzar la intervención de rehabilitación adecuada y prever los recursos futuros».
El proceso de neurorrehabilitación debe iniciarse en el momento en que el paciente este médicamente estable, siendo esto beneficioso tanto para el paciente como para el propio sistema sanitario. Las unidades de rehabilitación del ictus mejoran los resultados funcionales, reducen la mortalidad, reducen la duración de la estancia hospitalaria, y reducen la necesidad de institucionalización en pacientes con ictus. Una mayor intensidad de terapia (Fisioterapia, Terapia ocupacional, Neuropsicología y Logopedia) mejora los resultados del paciente.
Las campañas de prevención son, por tanto, claves en la mejora de la salud de los potenciales pacientes de un Ictus ya que una gran mayoría de los ictus son prevenibles
Las campañas de prevención son, por tanto, claves en la mejora de la salud de los potenciales pacientes de un ictus ya que una gran mayoría de los ictus son prevenibles. El Dr. Álvarez Sabin, nos recuerda los 7 factores principales para mantener un cerebro sano: «no fumar, actividad física, no obesidad, dieta sana, mantener una PA < 120/80 mg/dL, un colesterol <200 mg/dL y una glucemia <100 mg/dL; pero hay otros factores que merecen mención, especialmente la fibrilación auricular no valvular (FA) que, si bien es una causa importante de ictus sintomático y asintomático, puede ser eficientemente tratada para poder evitarlos».
Continuar mejorando el conocimiento entre la población y perseverando en hacer llegar al máximo posible de personas las evidencias científicas disponibles en la actualidad, primero para poder prevenirlo y después en una óptima atención si éste ya ha ocurrido, beneficiará a los más de 120.000 ciudadanos que cada año sufren un ictus en España y contribuirá a reducir los costes sociosanitarios, mejorando la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario.