Concretamente, según los resultados publicados por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) de la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo 2015, los profesionales del sector sociosanitario son uno de los colectivos que presentan una percepción más negativa en relación a cómo afecta su trabajo a su salud, siendo los trastornos musculo-esqueléticos (TME) uno de los problemas más habituales de salud. Un 46% de este colectivo afirma sufrir dolencias de espalda, seguido de un 45% que sufren dolencias localizadas en cuello-hombro-brazo-mano.
El sector sociosanitario es un sector fundamental dentro del estado del bienestar, da empleo a miles de trabajadores con un nivel alto de formación, cualificación y especialización excelente para el desempeño de sus tareas. No obstante, no siempre las condiciones de trabajo son las más adecuadas y los profesionales de este sector, están diariamente expuestos a un amplio abanico de riesgos en sus puestos de trabajo, destacando la exposición a factores de riesgos ergonómicos.
Dada la complejidad y especificidad de las manipulaciones que se realizan en el sector sociosanitario, “el IBV ha llevado cabo el estudio y la validación en situación real de una metodología específica que permita la evaluación del riesgo dorso-lumbar que implica la manipulación de pacientes en el amplio abanico de situaciones que se presentan en el sector”, explica Mercedes Sanchis.
Este estudio se ha llevado cabo en el marco del proyecto Ergosan, co-finaciado por IVACE y FEDER. En una primera fase, “definimos qué metodología es la más adecuada para evaluar estos riegos en el sector, seleccionando el Método MAPO (Movilización Asistencial de Pacientes Hospitalizados), al ser la mejor metodología disponible para cuantificar, de forma fiable y válida, el nivel de riesgo por movilización de pacientes en el ámbito sociosanitario”, comenta la directora de Innovación en Bienestar y Salud Laboral del IBV.
Esta metodología es exclusiva para el sector y no sólo considera factores como el peso del paciente sino otros factores de riesgo como la organización del trabajo, la frecuencia de manipulación de personas, la formación del personal, los equipos de ayuda disponibles y las instalaciones con que cuenta el centro de trabajo.
Durante el estudio, Mercedes Sanchis destaca que “en el IBV hemos tenido en cuenta las necesidades de los potenciales usuarios para definir la propuesta metodológica basada en el método MAPO, identificándose los procedimientos y herramientas necesarias para su correcta aplicación y teniendo en cuenta las principales necesidades/demandas de los potenciales usuarios”.
Así, gracias a la validación en entornos reales con personal sanitario, “hemos sido capaces de identificar los principales factores de riesgo ergonómicos a los que se encuentran expuestos los trabajadores y también identificar los métodos más adecuados para la evaluación de dichos riesgos, para diseñar y validar esta nueva herramienta de prevención”.
Para llevar a cabo la validación en entorno real, se proporcionó a los centros sanitarios implicados una herramienta TIC para la toma de datos en campo que permite realizar la evaluación del riesgo por manipulación de pacientes, así como un manual de uso de dicha herramienta.