/p>>geriatricarea Sara González Blázquez AmavirUn artículo de Sara González Blázquez
Jefe Médico de Grupo Amavir

 
Para contextualizar los diferentes síndromes geriátricos es necesario comenzar desarrollando una definición del término. Entendemos por este concepto el conjunto de signos y síntomas originados por la confluencia de varias enfermedades que dan la cara con cuadros patológicos que hay que estudiar independientemente de las patologías habituales por su gran prevalencia y su repercusión sobre la calidad de vida, dependencia y mortalidad.
En los adultos, según vamos cumpliendo años, nuestra reserva funcional va disminuyendo y por tanto la capacidad de respuesta antes los estresantes externos, siendo por tanto un caldo de cultivo más favorable para las enfermedades. Con frecuencia en la edad geriátrica la aparición de síntomas no es clara y quedan infradiagnosticados, siendo para esto imprescindible hacer una buena valoración integral de los pacientes que cubre no solo el área de la salud física, sino también el estado mental y claramente el social.
Se definen como síndromes geriátricos los siguientes: la incontinencia urinaria y fecal, las caídas, la inmovilidad y el deterioro cognitivo (demencia), la pérdida de percepción sensorial (auditiva y visual, sobre todo), el insomnio, la depresión-ansiedad, la desnutrición y la disfagia, deshidratación, úlceras por presión, la fragilidad, la sarcopenia, la polifarmacia y el estreñimiento.

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Es importante atender a las quejas e implementar criterios de cribado para poder pautar medidas preventivas de los síndromes geriátricos

Es importante atender a las quejas e implementar criterios de cribado para poder pautar medidas preventivas en aquellas personas que, teniendo factores de riesgo, no hayan llegado a tenerlo y medidas terapéuticas multidisciplinares a los que sí.
Como comentábamos inicialmente, en geriatría existen numerosos síndromes, pero nos enfocaremos en explicar brevemente los más frecuentes.
Incontinencia urinaria y fecal. Por lo general, esta patología suele aparecer con mayor frecuencia en mujeres que en hombres, pero a partir de los 65 años los datos tienden a igualarse. Atendiendo a la temporalidad, puede surgir de forma aguda y remitir con tratamiento, o no remitir y hablar de incontinencia crónica.
Deterioro cognitivo y demencia. Una de las enfermedades más temidas en la sociedad y con fuerte presencia en mayores de 75 años. Su diagnóstico inicial es muy difícil y viene definido por un deterioro progresivo de las habilidades intelectuales, comenzando con pérdidas de memoria inapreciables que van aumentando y afectando a las actividades de la vida diaria y, por tanto, a la autonomía y a la calidad de vida.
Inmovilidad. Si bien es cierto que este síndrome comienza en muchos casos por procesos incapacitantes, es importante destacar que en muchos otros es secundario a la falta de actividad instituida en la vida cotidiana, por desconocimiento del efecto tan negativo que tiene sobre la salud. La inmovilidad aumenta la disminución de masa muscular (sarcopenia) y favorece así la inestabilidad y las caídas. Las principales causas son la debilidad, dolor, problemas psicológicos y rigidez. Existen numerosas enfermedades que pueden contribuir a la aparición de esta sintomatología, desde musculo-esqueléticas, neurológicas, cardiovasculares o pulmonares. La actividad física, acompañada de ejercicios de resistencia y de equilibrio con los fisioterapeutas y la supervisión de la correcta alimentación, tiene un efecto muy beneficioso sobre los pacientes.
Caídas. Son el síndrome más frecuente entre los mayores y uno de los más graves por sus consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Son, en ocasiones, causa de inmovilidad e incluso de muerte. Las fracturas de húmero, muñeca, pelvis y cadera son las más frecuentes. Tras una caída, el adulto mayor presenta con frecuencia miedo a caer nuevamente, aislamiento social y dependencia en la realización de las actividades diarias.
Los síndromes geriátricos están muy presentes en los profesionales de los centros residenciales. Los equipos multidisciplinares de las residencias de ancianos requieren de una estructura organizada y los conocimientos necesarios para que las prácticas preventivas y curativas surtan efecto y garanticen la mejor calidad de vida de los mayores.