Un artículo de Cristina Román Sangrador, Licenciada en Psicología

Durante la II Asamblea Mundial de las Naciones Unidas sobre el Envejecimiento, celebrada en el 2002 en Madrid, la Organización Mundial de la Salud contribuyó con un marco político que pretendía promover la salud y el envejecimiento activo. Su objetivo principal era hacer de la vejez una experiencia positiva.

El concepto “Envejecimiento Activo” lo propuso la OMS a finales de los años 90 para sustituir el concepto de “envejecimiento saludable”. Lo definió como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (OMS, 2002).

Este nuevo planteamiento, que sustituye la planificación estratégica, está “basado en las necesidades” en vez de “en los derechos”, reconociendo la igualdad de oportunidades y trato en todos los aspectos de la vida. Hay razones de peso económicas para promulgar programas que fomenten el envejecimiento activo, pues aumenta la participación durante más tiempo en el mundo laboral y reduce los gastos de asistencia debido a discapacidad y mala salud (Diputación Foral de Bizkaia, 2010).

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El Envejecimiento Activo fomenta procesos de envejecimiento socialmente activos y no sólo personalmente activos

El término “activo” hace referencia a una participación continua en las dimensiones sociales, económicas, culturales, espirituales y cívicas, y no sólo a la capacidad para estar físicamente activo. Su objetivo radica en ampliar la esperanza de vida saludable y la calidad de vida mientras se envejece, incluyendo personas frágiles, discapacitadas o que necesiten asistencia.

Esta concepción ha de tomarse en sentido amplio, pues no sólo implica el cuidado de su propia salud, sino también la inserción participativa en la sociedad. Las actividades que se enmarcan en este paradigma deben fomentar la motivación intrínseca, priorizando elementos singulares y significativos para cada persona. Por esta razón, deben formularse en clave participativa, integral, flexible, de calidad, evaluable, sostenible e innovadora.

La Asamblea General de las Naciones Unidas (resolución 46/91) creó unos principios a favor de las personas de edad que son: independencia, dignidad, autorrealización, cuidado y participación (Naciones Unidas, 1991). A raíz de estos principios de las Naciones Unidas, el envejecimiento activo se enmarca en tres pilares fundamentales, que son los siguientes (OMS, 2002):

Salud

El envejecimiento activo es un recurso fundamental para alcanzar el potencial de calidad de vida y significación en el ciclo vital, por lo que es aplicable a cualquier estado de salud y nivel de autonomía. La Organización Mundial de la Salud señala que “para fomentar el envejecimiento activo, es necesario que los sistemas sanitarios tengan una perspectiva del ciclo vital completo y se orienten a la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y el acceso equitativo tanto a una atención primaria como a una asistencia de larga duración de calidad”.

Participación

Las personas mayores seguirán contribuyendo de forma productiva a la sociedad en actividades tanto remuneradas como sin remunerar, de acuerdo con sus derechos humanos básicos, capacidades, necesidades y preferencias.

Seguridad

Es necesario garantizar la protección, dignidad y asistencia en el caso de que ya no puedan mantenerse y protegerse. La seguridad es una conquista tanto social como individual, algo que compete al Estado y a la persona. Para lograr el objetivo del envejecimiento activo es necesario un trabajo intersectorial coordinado con medidas tanto desde el sector sanitario y social, como desde la educación, el empleo, la economía, etc. Todas las políticas deben apoyar la solidaridad intergeneracional y reducir las desigualdades de género dentro de la población de más edad.

A raíz del Plan de Acción Internacional sobre Envejecimiento (Naciones Unidas, 2002) se marca un punto de inflexión en la toma de conciencia de los desafíos de un mundo que envejece. Se fomenta el movimiento del envejecimiento activo de todas las partes interesadas, se precisa apoyar los tres pilares de acción con el desarrollo de actividades e investigaciones y se insta a las agencias internacionales, países y regiones a trabajar en colaboración.

En 2012, en el marco del décimo aniversario de la II Asamblea Mundial de Envejecimiento y en el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Intergeneracionalidad se creó el Índice de Envejecimiento Activo (Active Ageing Index- AAI). Su objetivo es contribuir con datos empíricos al desarrollo de políticas públicas para que no se orienten de forma exclusiva al bienestar de la persona mayor, sino que también cuente con posibles aportaciones a la economía y a la sociedad.

Presenta cuatro dimensiones: empleo, actividad y participación social, modo de vida autónomo, independiente y seguro y capacidad para un envejecimiento saludable. Estos cuatro dominios se miden mediante 22 indicadores de carácter objetivo, aunque cada uno de ellos tiene un peso específico. Así, el empleo y la participación social suponen un 35% cada uno, la vida independiente un 10% y las capacidades un 20%. (Consejo Estatal de Personas Mayores, 2017).

A raíz del desarrollo de este Índice la definición sobre Envejecimiento Activogeneralizada por la OMS desde 2002, se ve modificada por la siguiente: “El envejecimiento activo se refiere a la situación en la que las personas siguen participando en el mercado laboral, así como en otras actividades productivas no remuneradas (como la prestación de atención a familiares y voluntariado) y viven vidas saludables, independientes y seguras a medida que envejecen” (Echevarría, 2014).

A los tres pilares antes descritos se incorpora la dimensión económica, que consiste en la inserción de las personas mayores en el mercado de trabajo. También se añade una quinta dimensión, la solidaridad intergeneracional, que involucra a todas las generaciones, no sólo a las personas mayores. (Consejo Estatal de Personas Mayores, 2017).

Esta nueva concepción del término de Envejecimiento Activo fomenta procesos de envejecimiento socialmente activos y no sólo personalmente activos, como erróneamente se considera. Es muy común que en la población se considere el término “activo” como personas en buenas condiciones físicas. Esta concepción errónea es posible que se deba a una traducción literal del término “Active Ageing”. No tener claro esta distinción implica problemas a la hora de llevar a la práctica intervenciones dentro de este paradigma para las personas mayores.

Es importante que tanto las políticas sociales como las teorías se pongan de acuerdo en cuanto a la terminología a utilizar y conseguir llegar al mayor número de personas.

geriatricarea envejecimiento activo Cristina Román Sangrador

Sobre la autora: Cristina Román Sangrador

Cristina Román Sangrador es Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Máster Oficial en Gerontología, Dependencia y Protección de Mayores por la Universidad de Granada (UGR) y Experta Universitaria en Enfermedades Neurodegenerativas: “Las Demencias”, por la Universidad de Almería (UAL) con formación en Intervenciones Psicológicas en Unidades de Cuidados Paliativos y Duelo. Actualmente, se encuentra inmersa en la búsqueda activa de trabajo relacionado con el ámbito de la Gerontología.

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