Un artículo de Sara Recio Gracia
Neuropsicóloga y Psicóloga General Sanitaria
Neuropsicóloga de Cognitiva Unidad de Memoria Chamartín
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el concepto envejecimiento activo hace alusión al “proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”, es decir, mantener y potenciar el bienestar cognitivo, físico y social a lo largo de todo el ciclo vital.
El envejecimiento del ser humano comienza desde la concepción, y se desarrolla a lo largo de toda la vida, pasando por las etapas de: infancia, pubertad, adolescencia, adultez y vejez. El desarrollo de la medicina ha permitido un aumento considerable de la esperanza de vida, existiendo actualmente en España una esperanza de vida media de 83 años (según el Instituto Nacional de Estadística).
El incremento de la esperanza de vida, sumado a la reducción sustancial del número de nacimientos, está provocando que la población de los países desarrollados se caracterice por un alto porcentaje de personas mayores de 65 años. No obstante, el envejecimiento de la población no solo implica que las personas vivan más años, sino que sean más propensas a padecer un mayor número de enfermedades y un mayor grado de dependencia ya que la edad está asociada a estas dos variables. Por ello, resulta un reto prioritario desarrollar unas políticas públicas dirigidas a lograr un envejecimiento activo de esta población, para que no solo aumente el número de años que vivimos, sino la calidad con la que vivimos esos años.
Igualmente, toda persona de forma individual puede optar por llevar un envejecimiento sano y activo. Dada la definición de la OMS, un envejecimiento satisfactorio se caracteriza por una buena salud cognitiva, física y social. ¿Cómo se pueden potenciar esos tres ámbitos?
- Bienestar cognitivo
Durante los años de juventud y adultez las personas potencian sus funciones cognitivas por medio de sus estudios o de los trabajos que desempeñan, requiriendo en su día a día la utilización de los procesos atencionales, de memoria, lenguaje, resolución de problemas, etc. Sin embargo, tras la jubilación, muchas personas perciben (o su entorno próximo) un declive de sus funciones cognitivas, ya que, según las leyes de la plasticidad cerebral, todo lo que no se utiliza es desechado.
Dada la alta prevalencia de enfermedades degenerativas como el Alzheimer en Europa (5,05%), actualmente está habiendo un interés centrado en conservar un bienestar cognitivo.
Por ello, es importante mantener el cerebro activo, para seguir activando las redes neuronales tan necesarias para continuar en un buen estado cognitivo. El cerebro es como un músculo, con el que hay que trabajar para evitar la degeneración del mismo. Para este fin es recomendable establecer unas rutinas y potenciar las actividades fuera del hogar.
A pesar de que sean consideradas actividades de ocio, el realizar un deporte, ir al cine, ir a ver una obra de teatro, leer un libro, viajar, cuidar de los nietos, etc., con todas ellas se están trabajando diferentes funciones cognitivas como la atención, coordinación, planificación, resolución de problemas, memoria, etc. Igualmente, todas las tareas de autocuidado y mantenimiento del hogar requieren en mayor o menor medida de las funciones cognitivas anteriormente mencionadas, siendo necesarias para mantener una autonomía personal.
Por último, numerosos estudios apuntan que la estimulación cognitiva, o entrenamiento mental, produce resultados positivos en personas mayores, logrando prevenir trastornos cognitivos y emocionales. Hoy en día, son cada vez más los centros que ofrecen este recurso, realizando ejercicios de lápiz y papel o en el ordenador que estimulen las diferentes funciones cognitivas, para, a pesar de haber abandonado la vida laboral, las personas sigan teniendo un cerebro activo.
- Bienestar físico
El proceso de envejecimiento se caracteriza por una involución de las capacidades físicas como son la pérdida de fuerza y flexibilidad, lentitud motora, descenso de la capacidad aeróbica y del equilibrio, así como una reducción de la funcionalidad personal. Además la edad se correlaciona fuertemente con la enfermedad, siendo las más frecuentes las patologías cardiovasculares y el cáncer.
El ejercicio físico mejora el perfil lipídico y el control de la glucemia, por lo que, ayuda a prevenir numerosas enfermedades, aumentando así la longevidad de las personas. Igualmente, la ejecución de alguna actividad física es reconocida como un factor protector de las funciones cognitivas en el envejecimiento y como una estrategia psicosocial altamente poderosa.
Algunas de las recomendaciones que exponen los autores para mantener un estado físico saludable, es realizar ejercicio aeróbico de 300 minutos semanales (caminar, nadar, bailar, etc.), mantener la fuerza muscular a través de ejercicios con bandas elásticas y realizar alguna actividad como puede ser el yoga para mantener y potenciar un adecuado equilibrio.
- Bienestar social
Por último, unas óptimas relaciones sociales llevarán a conseguir también un envejecimiento satisfactorio. Por el contrario, existe una tendencia a lo largo de la vejez a “desvincularse” del contexto social, lo que deriva en unas consecuencias negativas como cuadros depresivos o aislamiento.
El apoyo social, entendido como la cantidad de vínculos y la percepción de calidad de los mismos, se considera que es un recurso que promueve el bienestar psicológico. Los estudios apuntan que las personas mayores que conviven con sus familiares presentan mayores niveles de salud mental, física y emocional. El apoyo social contribuye a la reducción de los niveles de estrés y al aumento de la satisfacción con la vida.
Por ello, desde el envejecimiento activo, es importante que el individuo promueva mantener una adecuada red social, así como lograr una mayor participación y compromiso social. Para conseguir este fin, unas de las propuestas podrían ser: mantener unas buenas relaciones familiares realizando encuentros frecuentes y ampliar la red social a través de la participación en alguna actividad lúdica, física, mental o espiritual.
Por tanto, a pesar de que, con los años, exista un declive de las diferentes áreas en la vida de una persona, individualmente ésta puede promover un envejecimiento activo, llevando a cabo diferentes actividades para conseguir un bienestar cognitivo, físico y social.
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