El esta jornada se analizaron las necesidades asociadas al envejecimiento de las personas que ya contaban previamente con una enfermedad mental. Y es que, hasta hace un par de décadas, las personas con una enfermedad mental no alcanzaban edades muy avanzadas.
Ahora, sin embargo, los avances médicos y el aumento de la esperanza de vida han hecho que esta situación cambie y que lo siga haciendo, ya que las previsiones demográficas apuntan a que, entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años se multiplicará casi por dos, pasando del 12% al 22%.
Debido al aumento de población mayor, se produce, a su vez, un aumento de los problemas mentales, lo que conllevará también implicaciones en los sistemas de salud pública y social.
En este contexto especialistas en psicología y psiquiatría, profesionales de atención de centros especializados, públicos y privados, y representantes de la Generalitat Valenciana, entre ellos, la vicepresidenta y consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra, debatieron en este foro sobre el presente y futuro de la atención estas personas.
Así, el director del CREAP, Yago Cebolla, destacó la importancia de las políticas sociales dirigidas a la mejora de la calidad de vida de las personas con trastorno mental grave y de sus familias. “Es preciso el impulso y vertebración del sistema de apoyo informal, la especialización de equipos multidisciplinares y la coordinación entre recursos sanitarios, servicios sociales y de empleo”, afirmó.
En este sentido, el presidente de la Fundación Edad&Vida, Joaquim Borrás, recalco la necesidad de que se diseñen planes, políticas e intervenciones para todos los ciudadanos pero, en el caso concreto de las personas mayores, “que tengan en cuenta no sólo los aspectos puramente médicos, sino también la calidad de vida y el bienestar subjetivo, así como los condicionantes sociales de la salud y las necesidades específicamente percibidas por este colectivo”. Y encuentros como este “nos permite reflexionar sobre las prácticas actuales y compartir puntos de vista que, en suma, enriquecerán y mejorarán la práctica diaria y se traducirán en la mejora del bienestar y la calidad de vida de las personas atendidas”, añadió Borrás.
Por su parte, Emilia Serra, catedrática de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Valencia y codirectora del Master Interuniversitario de Psicogerontología, destacó una realidad relativamente novedosa, como es el envejecimiento de las personas que han vivido con algún problema de salud mental o trastorno mental grave, resaltando la importancia de incorporar la perspectiva de género en el análisis de los trastornos mentales graves. “En el envejecimiento y la salud mental se juntan tres elementos de exclusión social: la edad, el género y la salud mental”.
Según advirtió la académica, “a partir de los 65 años aparecen más trastornos en las mujeres, especialmente por los trastornos depresivos y la ansiedad, mientras que los hombres los interiorizan más, cayendo en las adicciones”, destacando que “existe un círculo vicioso que impide romper el estigma de las personas con trastornos mentales mediante una serie de conductas discriminatorias que lleva a su exclusión social”.
Begoña Frades, directora de la Oficina Autonómica de Salud Mental de la Generalitat Valenciana, propuso ampliar la mirada para entender la salud mental y la atención a las personas afectadas. “Es necesario mantener a la persona con trastorno mental grave en su entorno, proporcionando siempre que sea posible la atención en la comunidad, y durante el envejecimiento también”. En este sentido, “el reto actual de la atención a personas con trastorno mental grave es identificar sus necesidades personales para adaptar los servicios a ella, no al revés”.