Un artículo de Xavier Lorente,
profesor del Grado en Psicología de UNIR
Universidad Internacional de La Rioja
Ha sucedido en uno de los numerosos desplazamientos familiares. Me he detenido, otra vez, en el Centro para Mayores que tengo al lado de casa. Esta vez, mi atención se ha centrado en el programa de actividades que tiene el centro para realizar “ejercicios de memoria” para las personas mayores desorientadas y enseñar así a los numerosos familiares cómo actuar delante de esta problemática y prevenir sus consecuencias con diferentes talleres de intervención cognitiva.
La mayoría de la investigación en entrenamiento de la memoria a menudo se centra en el entrenamiento de mayores en estrategias de codificación. Si recordamos, las intervenciones cognitivas se han construido a partir de los principios de rehabilitación neuropsicológica y de la selección de algunas de las técnicas específicamente desarrolladas para las demencias y los trastornos de memoria. De hecho, el concepto de intervención cognitiva, en un sentido amplio, abarca todo un conjunto de métodos que han pretendido como principal objetivo optimizar la eficacia de los rendimientos de las personas mayores.
De las habituales intervenciones cognitivas podemos encontrar las Técnicas de Orientación en la Realidad (TOR), la Reminiscencia, los Programas de estimulación y actividad cognitiva, la Adaptación cognitiva y funcional del entorno físico y las Actividades ocupacionales y de la vida diaria (AVD). Las estrategias de intervención cognitiva se deben situar, además, en el contexto general del tratamiento de la persona afectada por la demencia.
Pero ciertamente, una intervención cognitiva integral no puede reducirse a ejercicios de rehabilitación de las capacidades neuropsicológicas de la persona afectada. Este tipo de actuaciones son atenciones parcializadas y en cambio, deberíamos hablar de atenciones integrales. Así es como centramos nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje en el Grado de Psicología de la UNIR. Desde nuestra propuesta educativa si queremos realizar una atención integral, a la hora de realizar una intervención cognitiva, ésta debe abarcar todos los aspectos de la persona, desde los aspectos cognitivos hasta los aspectos emocionales, pasando por el ámbito del comportamiento y donde su aplicación debe ser personalizada, flexible y fundamentada en el conocimiento profesional.
Dicho de otro modo, no todas las personas mayores desorientadas necesitan ejercicios de rehabilitación cognitiva, bastantes personas mayores necesitan una atención emocional trabajando aspectos como las Técnicas de comunicación y de validación (VF/Validation) que son muy poco conocidas en el ámbito de la intervención con demencias y específicamente con personas con demencia tipo Alzheimer.
En el plano teórico, debemos recordar que las Técnicas de comunicación y de validación se pueden enmarcar en el modelo de los subsistemas interactivos desarrollado por los autores Teasdala y Barnard (1993). En este modelo se describen dos subsistemas de significados, propositivo e implicativo, que reflejarían, respectivamente, las representaciones cognitivas y las representaciones emocionales. En el caso de que el sistema implicativo (emocional) esté intacto y envíe informaciones al sistema propositivo (cognitivo), éste último, al estar afectado en las demencias, será incapaz de relacionar las emociones con acontecimientos recientes.
Figura 1. Modelo ICS (Subsistemas Cognitivos Interactivos: la relación entre lo sensorial, intermedio y códigos de significado (AC, Acústico; VIS, Visual; BS, Estado del cuerpo; MPL, Lenguaje; OBJ, Objeto; Prop, Proposicional; IMPLIC, Implicacional). Teasdale y Barnard, 1993.
Las Técnicas de comunicación y validación se han desarrollado como métodos a la aplicación/atención de aquellas personas mayores desorientadas que se encuentran en los centros y servicios para mayores y que no responden a la aplicación de los métodos anteriormente enumerados y que se centran tan sólo en los aspectos de rehabilitación cognitiva. Aquí lo que nos interesa sobre todo son los aspectos emocionales y, por tanto, la emoción y el motivo que subyace en el comportamiento.
Así, las técnicas requieren la capacidad de aceptar y tener empatía -vibrar al unísono- con la persona mayor desorientada, dejando de lado las propias interpretaciones, juicios y expectativas sobre la conducta y tratando de entender la lógica subyacente en la conducta de la persona mayor. Es una forma práctica de trabajar que permite reducir el estrés en la intervención profesional, mejorando la dignidad de la persona mayor desorientada y aumentando la capacidad de acompañamiento de los familiares en la atención directa.
Integrar dichas Técnicas de comunicación y validación, a nivel profesional, sí será en un futuro realizar una atención integral con las personas mayores desorientadas. Cuando uno puede “ponerse en los zapatos” del otro y “ver a través de sus ojos”, se puede entrar en el mundo de la desorientación y entender el significado de los comportamientos de la persona mayor afectada. No perdamos la oportunidad de integrar en nuestra actuación profesional el sentido holístico del ser humano.