La reducción de infecciones y reingresos (el 6,70% de pacientes adquieren infección en el propio centro hospitalario – EPINE-EPPS 2017), se ha demostrado en numerosos estudios tras aplicar metódicamente pequeñas medidas como el uso de clorhexidina (antibacteriano tópico), toallitas desinfectantes o lavado de manos durante todo el trato hospitalario.
De hecho, el Plan Nacional Resistencia Antibióticos (PRAN) en su último informe incluye la prevención entre sus propuestas de acción: “La prevención basada en el fomento de las buenas prácticas de higiene y de otras medidas que permitan la prevención de infecciones en hospitales”. El PRAN indica también la vigilancia del consumo y resistencias de antibióticos, la investigación, la formación y la comunicación para sensibilizar a la población sobre la importancia del uso prudente de antibióticos.
Durante su intervención en esta jornadas María Jesús Pérez-Granda, enfermera del departamento de Microbiología y Enfermedades Infecciosas en el H.G.U. Gregorio Marañón, indicó que “debemos considerar la infección nosocomial un evento adverso y es necesario aplicar medidas de prevención para que no ocurra”, destacando que, en ese cambio de cultura necesario para evitar el contagio bacteriano, tomar medidas sencillas lo reducen de manera importante, y el examen de coste-eficacia de las mejoras aplicadas lo corroboran.
Por su parte, el profesor de Microbiología Farmacéutica de la Universidad de Cardiff, Jean-Yves Maillard, centró su intervención en el potencial peligro que supone la presencia de biofilms (comunidades de microorganismos) en cañerías de agua, dispositivos médicos y en superficies hospitalarias. Con la ayuda de los biofilms secos, las bacterias vegetativas pueden prolongar su supervivencia en las superficies y, cuando forman parte de ellos, son difícilmente detectables y se muestran mucho más resistentes a ser eliminadas por la limpieza o neutralizadas por los desinfectantes.
Deverick Anderson, profesor titular de la división de Enfermedades Infecciosas y el Departamento de Medicina de la Universidad de Duke, abordó en su ponencia la transmisión nosocomial de multi-resistentes y desinfección terminal automatizada, de la mano de los estudios TransFER y BETR, que demuestra que los microorganismos se transfieren del paciente al entorno y viceversa, lo que hace necesario completar la limpieza y desinfección manual con una desinfección no-touch para asegurar el alcance de todas las superficies de riesgo.
Otros especialistas que intervinieron en estas jornadas organizadas por Vesismin Health, empresa proveedora de productos de desinfección hospitalaria, fueron Martin Kiernan, asesor del Advisory Committee on Antimicrobial Resistance and Health-Associated Infection (ARHAI), quien advirtió que incluso las salpicaduras de agua en lavabos como fuente de infecciones; o Jocelyne Basseal, editora jefa del The Australasian Journal of Ultrasound in Medicine (AJUM), que criticó que la alta presión asistencial en los hospitales actuales pone en jaque la capacidad para llevar a cabo un reprocesamiento higiénico de sondas y transductores en las condiciones deseables, especialmente sensible en el caso de las sondas intra-cavitarias que, debiendo ser objeto de Desinfección de Alto Nivel, reciben con frecuencia tratamientos negligentes, a pesar de los riesgos evidentes, en particular en cuanto a salud de la mujer.
En este foro se pusieron en relevancia algunos de los principales vehículos de transmisión de bacterias que causan 33.000 muertes y pérdidas de 1.500 millones de euros cada año en Europa (ECDC). De cómo llegan y cómo se mueven las bacterias de las excretas (heces, vómito y sangre) habló el biólogo y director científico de Vesismin Health, Eladio Gómez. Destacó el uso de cuñas como diana de atención especial y lanzó las preguntas que todo centro sanitario debería hacerse: ¿Lo estamos desinfectando todo? ¿Quién lo hace? ¿Cómo lo hace? ¿En cuánto tiempo lo hace? Cuestiones que interpelan a profesionales sanitarios, direcciones hospitalarias y a responsables políticos que tienen en sus manos priorizar la prevención en sus programas.
Y es que, “las bacterias se organizan mejor que nosotros. Por lo que es necesario un cambio de paradigma. Para vencer a esos microorganismos no podemos seguir haciendo todo como lo hacíamos. Y la formación no basta. Hay que implementar las nuevas rutinas de mejora, con líderes y gestores al frente de su correcta aplicación”, tal y como expresó el director de Vesismin Health, Víctor Vallés.
Estas jornadas científicas de Vesismin volvieron a dejar constancia de la necesidad de implicar en la batalla contra las bacterias a todos los agentes sanitarios: facultativos, personal de enfermería, personal de limpieza, así como al equipo completo de gestión. Desde gerencia hasta los encargados de la limpieza, tienen en sus manos el cambio que aproximará a los centros de salud al riesgo cero en la contracción de patógenos.