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Un artículo de Silvia Lores Torres,
Coordinadora Médico Grupo Orpea
Los trastornos del sueño en el anciano constituyen un síndrome geriátrico con alta incidencia y prevalencia. El envejecimiento conlleva alteraciones en la bioquímica cerebral asociadas a modificaciones en neurotransmisores claves para la génesis y mantenimiento de la función del sueño, como la melatonina, noraderenalina, acetilcolina y sus precursores. Por esa razón, este colectivo presenta una mayor latencia para iniciar el sueño, con incremento de los despertares intrasueño, así como una mayor alternancia sueño-vigilia (pudiendo permanecer despiertos más tiempo).
Como consecuencia, disminuye la eficiencia del descanso, lo que se asocia a una menor proporción de la fase de ondas lentas y sueño REM que corresponde al sueño profundo y reparador.
Principales trastornos del sueño
El insomnio, la hipersomnia, parasomnias, síndrome de apnea hipopnea del sueño, síndrome de piernas inquietas y alteraciones comportamentales asociadas a los trastornos neurocognitivos son los principales trastornos del sueño que se dan en las personas mayores.
Para prevenirlos, en ORPEA, mantenemos medidas higiénico-dietéticas y adecuados hábitos de sueño. No obstante, siempre descartamos que exista causa médica intercurrente. Y, si la hubiera, procedemos al abordaje correspondiente.
Hábitos que favorece un sueño de calidad
El descanso nocturno y el sueño reparador favorecen el equilibrio fisiológico y del sistema nervioso central, lo que repercute de forma favorable en los procesos cognitivos y el desempeño motor (deambulación y equilibrio). Por tanto, reducirá la fatiga diaria, ansiedad e irritabilidad, riesgo de caídas y el malestar general que genera el déficit de descanso reparador.
Por eso ponemos en práctica ciertos hábitos que ayudan a conseguir una higiene adecuada del sueño. Entre ellos se encuentran:
- Evitar alimentos o bebidas estimulantes en las horas vespertinas.
- Realizar ejercicio físico durante las primeras horas del día. Se ha visto que el ejercicio antes de acostarse puede tener un efecto excitante contrario al que buscamos.
- Mantener una regularidad en el horario de acostarse y levantarse.
- Prestar especial atención al entorno, favoreciendo un ambiente tranquilo con niveles reducidos de luz y ruidos.
- Establecer una temperatura adecuada de las estancias para lograr el estado de calma previo que facilite la inducción del sueño.
- Se desaconsejan los televisores, especialmente los programas que pueden generar excitación o miedo, así como pantallas de ordenador, tablet o móviles.
- Las siestas no superarán la media hora, con el fin de que se descanse pero que no se altere el adecuado ciclo circadiano.
Abordaje de los trastornos del sueño
Pero cuando los hábitos higiénicos aún no son suficientes, el médico realizará una valoración exhaustiva para descartar factores de riesgo sobre los que poder incidir positivamente. Se valorará cada caso de modo individualizado. Y, de acuerdo al estado funcional y cognitivo, se desarrollan acciones personalizadas para mejorar el trastorno del sueño que el residente pueda presentar.
Si no hay un deterioro cognitivo, el mayor será capaz de comentar a los profesionales las características de su problema. Esto permitirá un abordaje global y complementario. Se le ofrecen recomendaciones y estrategias para que pueda ser participante activo en el programa terapéutico. Además, pueden incluirse técnicas psicoterapéuticas conductuales para modificar aspectos aprendidos en relación con el sueño, como técnicas de relajación, y un plan de ejercicios desde el ámbito fisioterapéutico.
Los problemas médicos y/o psicológicos recibirán el estudio y tratamiento correspondientes. Se procederá a seguimiento de la evolución del caso y de la respuesta terapéutica por los distintos intervinientes y se hará una puesta en común de los objetivos analizados.
En el caso de los mayores con deterioro cognitivo se procederá a una supervisión de su descanso nocturno para evidenciar los problemas que caracterizan el cuadro. Se descartarán complicaciones médicas, incomodidades o miedos.
Plan de cuidado
En función de los datos obtenidos, se plantearán los planes de cuidados, siempre individualizados, y se establecerá el seguimiento de la evolución, con las medidas adoptadas: iluminación, ingestas previas (a modo de ejemplo: de un vaso de leche templada) si lo desea, programa miccional, musicoterapia. En relación a este último aspecto, está demostrada la activación de ondas cerebrales theta y alfa (lentas) que favorecen la relajación, tranquilidad y adecuados ciclos de sueño y vigilia (Losarcos y Algarra 2012).
También pueden utilizarse fragancias suaves y agradables que tienen una incidencia favorable para lograr un ambiente placentero y relajante. Y si el mayor necesita levantarse y deambular, se le permitirá. Luego se le reconduce a su habitación. Esto les ayuda a conseguir dormir cuando vuelve a la cama.
Enfermedades e insomnio
El adecuado abordaje de las patologías médicas como las artropatías, dolor, insuficiencia cardíaca, respiratoria, prostatismo, depresión, etc., permitirá reducir las incidencias que generan incomodidad al mayor y favorecen un despertar precoz, o el estado ansioso anticipatorio, que compromete la relajación necesaria para inducir el descanso nocturno.
Fármacos y problemas de sueño
Existen fármacos que pueden interferir. De la misma manera, se deben evitar tratamientos que puedan intervenir negativamente en el descanso nocturno como anticolinérgicos, antipsicóticos, antiparkinsonianos, antieméticos, antidepresivos, corticoides y beta-agonistas.
Se evitarán diuréticos en la noche. Tanto los antidepresivos ISRS como el Donezepilo deben ser administrados por la mañana. Además, se desaconsejan las benzodiacepinas, ya que pueden generar síntomas paradojales con mayor componente ansioso.
Pero en todo momento se revisará el tratamiento para evitar la polifarmacia y sus efectos adversos y/o duplicidades.
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