En España se tarda una media de entre 1 y 5 años en diagnosticar la enfermedad del Parkinson, incluso un 19% espera más de 5 años a recibir el diagnóstico definitivo. Y es que, tal y como afirma el Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), el Dr. José Antonio López Trigo, “debido a su comienzo insidioso y a la heterogeneidad en su presentación clínica, especialmente en ancianos, es una patología con frecuencia infradiagnosticada”.
Parkinson es considerada la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después de la enfermedad de Alzheimer en mayores de 65 años, que afecta, en un principio, a las zonas del cerebro encargadas del control y coordinación del movimiento y tono muscular y de la postura.
“El comienzo de la enfermedad puede enmascararse con una depresión, molestias articulares, caídas o una gran apatía que confunden durante años al médico general y a veces al especialista”, advierte el Presidente de la SEGG.
Se trata de una patología que afecta de forma directa a la vida diaria del paciente y de sus familiares. Y en el caso de la persona mayor la enfermedad de Parkinson puede llegar a ser más incapacitante al coincidir con otras patologías que también afectan a la movilidad como la artrosis o enfermedades cardiorespiratorias que limitan la capacidad de realizar ejercicio físico.
“El comienzo de la enfermedad puede enmascararse con una depresión, molestias articulares, caídas o una gran apatía que confunden durante años al médico general y a veces al especialista”
Desde la SEGG se insiste en la importancia de consultar al médico de atención primaria ante la aparición de los primeros síntomas: temblor y lentitud de movimientos, para que valore la necesidad de evaluación de un especialista como un neurólogo o un geriatra.
En esta línea, el Dr. López Trigo advierte de que “existe un porcentaje de afectados, fundamentalmente personas mayores o muy mayores, que estando en fases iniciales de la enfermedad no consultan ante los primeros síntomas atribuyéndolos al envejecimiento”.
La incidencia del Parkinson es más frecuente en pacientes de edad avanzada, la edad media de comienzo oscila alrededor de los 65 años y se estima que afecta a más de 160.000 personas en España, y 7 millones en todo el mundo. Además, en España se tarda una media de entre 1 y 5 años en ser diagnosticado.
Esta demora supone un mayor deterioro de la calidad de vida de la persona con Parkinson. Por ello, un diagnóstico certero y precoz es vital, ya que beneficia no sólo al poaciente, que recibirá cuanto antes un tratamiento, sino que además reduce considerablemente los costes que la enfermedad genera para el sistema sanitario.
Una vez diagnosticada la enfermedad es importante el abordaje integral del paciente por varios profesionales (médico, geriatra, neurólogo, enfermero, fisioterapeuta, logopeda, trabajador social, etcétera), para así valorar de forma global todas las necesidades tanto físicas, psicológicas y sociosanitarias del enfermo de Parkinson.
Además, la SEGG destaca la importancia de consultar al especialista ante síntomas no motores (problemas de memoria, alteración en el contenido del pensamiento, trastorno del estado de ánimo, dolor, dificultad para conciliar el sueño…) que aparecen a lo largo de la enfermedad y que pueden llegar a ser tan invalidantes como la afectación motora.
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