El lema de este año es “Mi EM Invisible”, a través del que se pretende dar a conocer aquellos síntomas invisibles de esta patología neurodegenerativa, y el deterioro cognitivo es uno de esos síntomas invisibles de la esclerosis múltiple, que es complicado de detectar en las fases iniciales de la enfermedad.
Debido a este deterioro cognitivo, la persona puede empezar a presentar olvidos, problemas para nombrar objetos, desorientación, dificultades para planificar su vida y trabajo, o cambios y alteraciones de conducta. Todo ello puede afectar a la vida laboral, social e, incluso, a la realización de las actividades cotidianas.
El lenguaje y la comunicación también pueden verse afectados, y como indica Celia Delgado, “lo que influye en la conducta y el estado emocional, provocando irritabilidad, impulsividad, agresividad, egocentrismo, infantilismo, desinhibición de la conducta, apatía, rigidez en la conducta, depresión, etc.”. En este sentido, la intervención del logopeda puede resultar de gran ayuda.
El lenguaje y la comunicación estarán deteriorados de manera diferente en cada paciente, dependiendo del área cognitiva dañada, advierte esta experta. Así, se puede observar rigidez cognitiva, los temas de conversación se vuelven más perseverantes y repetitivos; problemas de atención; reducción en la velocidad de procesamiento mental, se necesita más tiempo para comprender y expresar el mensaje; dificultad para estructurar el discurso y seleccionar las palabras; déficit de memoria de trabajo, se saltan y omiten temas, se pierde el hilo del discurso; desorientación temporal, espacial y personal, etc.
“A veces es la misma persona afectada quien detecta la necesidad de acudir a un especialista. En otras ocasiones son los profesionales que la tratan (neurólogo, enfermera, fisioterapeuta, terapeuta, logopeda…) los que derivan o recomiendan acudir a una valoración de neuropsicología. En la FEMM, las neuropsicólogas realizan una valoración donde se observa el grado de deterioro cognitivo y se decide si requiere tratamiento o si puede actuar a nivel preventivo (a través, por ejemplo, del programa de Reserva Cognitiva)”, indica la logopeda del CPLCM.
En este sentido, el trabajo del logopeda consistirá en potenciar al máximo el lenguaje. “Se trabajará el acceso al léxico, la memoria semántica, la memoria auditiva, las habilidades metafonológicas, la categorización, la estructura sintáctica, la narración, descripción, la comprensión… A veces se trabajará de forma oral y otras por medio de la lectura o escritura”, afirma Celia Delgado.
Con esta intervención logopédica, “se puede conseguir que la persona con EM y cualquier interlocutor con el que se relacione estén más seguros en su comunicación; que se reduzca el aislamiento que estas limitaciones pueden suponer y que la autonomía del paciente también sea mayor al poder manifestar sus necesidades, opiniones, descripciones de situaciones, etc. utilizando el lenguaje y aportando su visión del mundo”, concluye esta especialista de la Fundación Esclerosis Múltiple Madrid.
Cabe recordar que la esclerosis múltiple afecta a unas 47.000 personas en España, a 700.000 personas en Europa y a 2,5 millones de personas en todo el mundo. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos en España, de los cuales un 70% corresponderían a personas de entre 20 y 40 años.