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Un artículo de Beatriz Rodríguez Martín,
Profesora Contratada Doctora Facultad de Ciencias de la Salud – Universidad de Castilla-La Mancha
Vicesecretaria de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG)
La esperanza de vida de las personas mayores de 65 años ha aumentado debido a la disminución de la fertilidad, la mortalidad, la morbilidad o la discapacidad y a las mejoras sociales y sanitarias. Europa es uno de los continentes más envejecidos, previéndose que en 2060 el 30% de la población europea superará los 65 años, de los cuales el 12% tendrán 80 o más años. El resto del mundo sigue esta línea.
Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2050 habrá 2 billones de personas mayores de 60 años en todo el mundo. Aunque el cambio demográfico es un claro triunfo de la humanidad y un reflejo del éxito de las políticas sociales, económicas y sanitarias, supone también un reto social, político y sanitario para promover la mayor calidad de vida posible durante todas las etapas de vida.
La mayor esperanza de vida y no seguir hábitos de vida saludables se asocian con mayor riesgo de enfermedades no transmisibles vinculadas a los estilos de vida (diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, obesidad, colesterol…) y con el aumento de los costes sanitarios. En cambio, seguir estilos de vida saludables proporciona a las personas mayores más años de vida libre de discapacidad y mayor calidad de vida, reduciendo además los costes sociales y sanitarios.
Ante esta situación, ¿cómo podemos ayudar a que las personas mantengan su independencia, autonomía y la mayor calidad de vida posible a medida que envejecen? Dentro de las políticas encaminadas a este fin destaca la estrategia del envejecimiento activo, entendido como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (OMS, 2002).
El término “activo” va más allá de la actividad física, implicando la participación continua de las personas mayores en aspectos sociales, culturales, cívicos, espirituales y económicos. Entre los beneficios del envejecimiento activo destacan su capacidad para reducir las muertes prematuras, la discapacidad relacionada con las enfermedades crónicas, los costes sociales y sanitarios y la mejora del bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.
El envejecimiento activo pretende aumentar la esperanza de vida libre de discapacidad y que las personas mayores obtengan el mayor nivel posible de salud, bienestar, calidad de vida y desarrollo social a medida que envejecen. Varios son los factores que influyen en el envejecimiento activo, de los cuales la OMS destaca el género y la cultura, los determinantes conductuales, económicos y los relacionados con los sistemas sanitarios, los servicios sociales, los factores personales, el entorno físico y el entorno social. De estos determinantes, investigaciones previas apuntan que las intervenciones sobre el entorno físico y social (incluyendo el hogar, la familia, la comunidad y la sociedad en general) son esenciales para la promoción del envejecimiento activo.
¿Como ayudan las Tecnologías de la Información y la Comunicación a la promoción del envejecimiento activo?
En la actualidad el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) está extendido y es difícil pensar en una actividad de la vida cotidiana para la que no haya alguna herramienta de la web 2.0. Por otra parte, las herramientas de la web 2.0 se han convertido en una fuente esencial de información y comunicación y las personas mayores cada vez utilizan más estas tecnologías. Estudios previos muestra la utilidad de las TIC para mejorar el bienestar, la prevención de enfermedades, la promoción de la salud y el mantenimiento de estilos de vida saludables, siendo herramientas con un enorme potencial para la promoción del envejecimiento activo.
Sabemos que las TIC pueden ayudar en el empoderamiento y la autogestión de la salud, por lo que es creciente la incorporación de aplicaciones informáticas (apps) y otras tecnologías en las intervenciones encaminadas a la promoción del envejecimiento activo. Dentro de las TIC, estudios previos muestran el potencial de las apps de salud para prevenir enfermedades y disminuir los costes sanitarios. Un ejemplo de estas tecnologías son los wearables o “tecnologías vestibles”: aparatos electrónicos que se incorporan a alguna parte del cuerpo interactuando continuamente con la persona, como por ejemplo las gafas de realidad virtual, el smartwatch o reloj inteligente, o las pulseras de actividad que permiten registrar y monitorizar parámetros como la actividad física, el sueño o la alimentación.
Por otra parte, herramientas de la web 2.0, como las páginas web, Blogs, Twitter, Facebook, YouTube, y apps de comunicación, como WhatsApp o Skype, pueden ser utilizadas para mejorar los conocimientos sobre el proceso de envejecimiento, para la promoción de la salud y para la prevención de la enfermedad, además de ser estupendos instrumentos que mejoran la interacción y la conexión social entre personas mayores.
Proyectos Europeos como “Healthy Ageing Supported by Internet and Community” muestran la utilidad de internet para la promoción el envejecimiento activo. Otro ejemplo es el proyecto “GAMAPEA” que desarrolla una aplicación de salud digital que incluye recomendaciones y juegos serios (juegos formativos) encaminados a la promoción del envejecimiento activo.
Pero las TIC no solo sirven para monitorizar ciertos parámetros, aprender más sobre el proceso de envejecimiento o mejorar las interacciones sociales. Estas herramientas también pueden promover la independencia de las personas mayores ayudándoles en las actividades de la vida diaria y promoviendo su mantenimiento en la comunidad.
Un ejemplo es la incorporación de las tecnologías para la creación de hogares inteligentes, como el proyecto “The Great Northern Haven”, que utiliza las TIC para crear hogares inteligentes capaces de ayudar a las personas mayores en sus actividades cotidianas, permitiéndoles llevar una vida independiente, por medio de sensores, pantallas táctiles y otros dispositivos que monitorizan la luz, el agua, el movimiento, la temperatura, la planificación de las compras y de las comidas…, además de sistemas de alarma y de comunicación. Otros proyectos están probando como las TIC pueden prevenir las caídas en personas mayores o pueden ayudar a personas con demencia a mantener la máxima autonomía posible.
En el ámbito comunitario, las apps pueden utilizarse para la creación en las ciudades de entornos respetuosos con las personas mayores que promuevan su independencia y autonomía. Un ejemplo es el proyecto holandés “Crosswalk”, que utilizo una app que se comunicaba con los semáforos inteligentes, de modo que cada vez que un peatón que llevara un dispositivo con la app intentara cruzar, el semáforo ajustaría el tiempo durante el cual podía cruzar el peatón, según los parámetros que el usuario hubiera definido previamente en la app. Otros proyectos están incorporando vehículos autónomos para promover la independencia de las personas mayores en la comunidad. Además, empresas como Microsoft o Intel están analizando estrategias que ayuden a la inclusión digital de las personas mayores en las ciudades y regiones inteligentes.
Es cierto que las TIC tienen un enorme potencial para promover el envejecimiento activo, pero es necesario reflexionar sobre varios factores que pueden influir en el éxito de la incorporación de estos instrumentos. En primer lugar, hay que conocer en profundidad la vida cotidiana de las personas mayores para analizar cómo la incorporación de las TIC puede tener un impacto positivo en su calidad de vida. Por otra parte, es necesario individualizar las intervenciones, de modo cada persona mayor pueda decidir qué nivel de apoyo tecnológico se adapta mejor a sus necesidades y preferencias. Por tanto, es esencial tener en cuenta el punto de vista de las personas mayores en el diseño de nuevas herramientas tecnológicas.
Finalmente, la formación y el apoyo a las personas mayores en el manejo de las herramientas es clave para que dispongan de la información necesaria para el proceso de toma de decisiones sobre cómo quieren incorporar estas tecnologías para mejorar su calidad de vida y promover el envejecimiento activo. Envejecer hoy en día no tiene nada que ver con lo que era hace unos años, ni con lo que será en el futuro, por lo que las personas mayores deben tener la capacidad de decidir adquiriendo un rol activo.
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