El uso racional de psicofármacos mejora la socialización y el estado físico de las personas mayores, tal y como revela el estudio “Comparativa de tres métodos de reducción de psicotrópicos en mayores con demencia” realizado por el Dartmouth Institute for Health Policy and Clinical Practice de la Universidad de Dartmouth y Sanitas Mayores.
El informe, publicado por la prestigiosa revista de la Sociedad Americana de Geriatría (Journal of the American Geriatrics Society – JAGS), recoge datos reales anonimizados con una frecuencia semanal recopilados durante 18 meses en 45 residencias de Sanitas Mayores. Más de 1.600 residentes de entre 70-99 años con demencia han participado en este proyecto que demostra que reducir la medicación en pacientes con demencia tiene numerosos beneficios para la salud.
Y es que, tal y como afirma Pedro Cano, director de Innovación Médica en Sanitas Mayores, “los residentes se han mostrado más activos; a medida que se reducían las dosis, los mayores participaban en mayor número de actividades. Además, lo hacían de forma más proactiva, interactuando con los demás participantes y socializando mejor”.
Además, desde la puesta en marcha de esta iniciativa, en los centros de Sanitas Mayores se han registrado menos caídas y menor número de lesiones graves asociadas. También un menor número de los efectos secundarios de los psicotrópicos, como son somnolencia o efectos cardiovasculares, y también una reducción de las interacciones perniciosas con otros medicamentos que tienen consecuencias como potenciación de efectos, reacciones cruzadas, sobremedicación.
En el estudio se ha estudiado la reducción de antidepresivos, antipsicóticos, bezodiacepinas y opiáceos. El control del uso de benzodiacepinas y los antipsicóticos es la que más beneficios positivos ha aportado a los residentes. Este dato tiene especial importancia ya que estos medicamentos son precisamente los más utilizados en España con fines restrictivos en pacientes con demencia, generalmente para evitar conductas desafiantes.
Por ensayo aleatorio controlado se han implementado tres tipos diferentes de intervenciones: reuniones de coordinación, criterios stopp-start y ayudas a la decisión clínica. Los resultados de todas fueron positivos, destacando que “la aplicación de los criterios stopp-start ha registrado mayor ratio de éxito. También porque, al basarse en unos criterios clínicos validados internacionalmente, dan mucha más seguridad a los profesionales sanitarios en la práctica médica habitual y a la hora de trabajar con las familias”, indica el responsable de Sanitas Mayores.
Tras analizar los resultados de la primera fase, esta compañía se diseñado un cuadro de mando digital para revisar de forma precisa el uso de psicofármacos en todas sus residencias. De esta forma, todos los equipos clínicos pueden hacer un seguimiento individualizado de los residentes y ajustar el uso de psicofármacos a las necesidades reales de cada momento.
El objetivo de esta investigación es poner fin al uso de estos fármacos como sujeciones químicas y definir un modelo conceptual del uso racional de psicotrópicos mediante el cual los profesionales del sector logren reducir el uso inapropiado de esta medicación, medir con mayor precisión las dosis y conocer las cantidades mínimas efectivas para esta clase de medicamentos. De hecho, el estudio va un paso más allá y sugiere la extensión de la racionalización del uso de psicofármacos a todo el sector en España.
De hecho, Sanitas Mayores quiere extender las conclusiones de este estudio también a las personas mayores sin demencia. Si la primera fase de las intervenciones, llevadas a cabo durante el primer semestre de 2018, se ha centrado en los residentes con demencia, “en una siguiente fase queremos ver si, como sospechamos, estas intervenciones son efectivas en todo tipo de residentes, tengan o no deterioro cognitivo”, adelanta Pedro Cano.
Esto es importante porque el uso inadecuado de fármacos psicotrópicos para controlar conductas inadecuadas de las personas mayores, cuando la prescripción no responde a criterios terapéuticos, todavía existe en España. Cualquier mayor es susceptible de recibir medicación de forma abusiva, pero las personas que padecen demencia están más expuestas.
Y es que, tal y como advierte la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), la prevalencia de estas prácticas alcanzan un 39,6%, siendo una de las cifras más altas de Europa. El mayor peligro de esta problemática reside en que el envejecimiento de la población avanza a pasos agigantados y las enfermedades neurodegenerativas tienen una estrecha relación con la edad: cuantos más años, mayor riesgo de desarrollar este tipo de dolencias. Cuatro de cada diez personas mayores de 90 años en España viven con demencia, según la Sociedad Española de Neurología (SEN).
España es el tercer país del mundo con más casos de demencia en el mundo, por lo que apostar por la innovación en este ámbito es una obligación para el sector, inican desde Sanitas Mayores. Tanto en tratamientos para prevenir la enfermedad, como para mejorar la calidad de vida de las personas que la sufren, como es el caso de esta investigación.
Los interesados pueden acceder aquí al estudio “Comparativa de tres métodos de reducción de psicotrópicos en mayores con demencia”.