Varias investigaciones han confirmado en los últimos años el efecto positivo que causa viajar en el ser humano. Un estudio conjunto de las universidades de San Francisco y el Sur de California ha demostrado que este tipo de experiencias son altamente valoradas por el sistema límbico, la parte del cerebro que regula las emociones, la memoria o el hambre, porque entretejen recuerdos irremplazables que dan forma a la identidad de cada uno y aumentan los sentimientos de felicidad en mayor medida que una compra material.

Los viajes impulsan la actividad cerebral y aumentan la producción de neurotransmisores como la serotonina y la adrenalina

Y es que, tal y como destaca Andrés Córdoba, psicólogo de Blua de Sanitas, viajar, “aparte de liberar estrés, fortalece las relaciones con las personas con las que compartimos el viaje, mejorando también nuestra autoestima; aumenta la creatividad, al estar relacionada con la neuroplasticidad, la cual es potenciada por nuevos ambientes y experiencias; y además, los efectos positivos de viajar no solo se sienten durante o después del viaje, sino que la anticipación del viaje incrementa nuestro bienestar, volviéndonos más positivos respecto a nuestra salud y a la percepción de nuestra calidad de vida”.

Además, esta sensación de bienestar no se expresa únicamente durante el tiempo que dura el viaje, sino que permanece en el tiempo a través de recuerdos almacenados y de la suma de experiencias. De hecho, viajar aporta ventajas para todas las edades. Para las personas mayores, “los recuerdos generados y las emociones que de ellos se desprenden son beneficiosos para el estado emocional y cognitivo del mayor”, apunta David Curto, responsable de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores.

Andrés Córdoba incide en que todo tipo de viaje cuenta, sin importar la distancia, el gasto monetario o la duración del periodo vacacional. Algunas variantes pueden propiciar un mayor bienestar mental, “viajar solos nos permite disfrutar del silencio y nos ayuda a reconectar con nosotros mismos y a conocer culturas muy distintas, nos libera de prejuicios, nos hace más tolerantes y desarrolla nuestras habilidades sociales”. Mientras que disfrutar de unas vacaciones durante más de dos semanas “nos ayuda a desconectar en mayor medida, olvidar los horarios y las rutinas del día a día y tomar distancia frente a las preocupaciones habituales”, afirma este especialista.

Además, viajar no tiene ninguna contraindicación y está comprobado que previene la depresión. Un estudio de la Universidad de Calgary ha puesto de manifiesto cómo las vacaciones son importantes para disminuir el nivel de estrés y reducir el riesgo de padecer depresión. Sin embargo, existe un tipo de ansiedad relacionada con los viajes y tiene lugar durante el periodo de anticipación. Algunas personas pueden sufrir lo que se conoce como estrés vacacional, un estado de tensión que se origina por los preparativos previos al viaje y la sensación de falta de tiempo para realizar todas las tareas planificadas. En estos casos, “es deseable planificar unas vacaciones realistas, evitando la sobrecarga de actividades o unas expectativas demasiado altas que luego lleven a la frustración y planificarlas con tiempo, para no tener que resolver detalles importantes durante el viaje”, recomienda el psicólogo de Blua de Sanitas.