Un articulo de Mª Del Carmen Martínez Sánchez
Terapeuta Ocupacional y Directora en Atención Integral a la Dependencia
y Víctor Aragonés Fernández
Terapeuta Ocupacional y Psicólogo
CEO de Atención Integral a la Dependencia y Responsable de Desarrollo de Servicios de BePrevent.
Con la finalidad de contextualizar la visión de la terapia ocupacional afín a la Atención Centrada en la persona (en adelante ACP), es necesario realizar un recorrido por del desarrollo del conocimiento de la esta disciplina. Su evolución tiene lugar a lo largo de 4 paradigmas: el pre-paradigma del tratamiento moral, el paradigma de la ocupación, el paradigma mecanicista y el paradigma contemporáneo.
Pre-Paradigma del tratamiento moral
Durante los s. XVIII y XIX tuvo lugar el desarrollo del tratamiento moral cuya principal premisa era la participación en tareas y eventos diversos de la vida cotidiana para restituir a la persona un funcionamiento más saludable y satisfactorio. Se centraba en el tratamiento de personas con enfermedad mental y consideraba que éstas conservaban cierto grado de autodeterminación.
Phillipe Pinel, considerado el padre del “tratamiento moral” y “liberador” de los locos, en 1.700 reubica la locura dentro de la dimensión humana: si queda algo de razón en cada loco, es porque el loco sigue siendo un ser humano. (García , J., 2012) En el Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, fundado en 1425 por Alfonso V de Aragón, llamado ‘el Magnánimo’, es donde Pinel instaura un régimen abierto para los pacientes y aparece por primera vez descrito el tratamiento por medio de ocupaciones o trabajos, (Heredia-Torres, M, P., Brea-Rivero, M., Martínez-Piédrola, R.M., 2007). Esto constituye el anticipo práctico de toda una corriente doctrinal especialmente respetuosa con la libertad y la dignidad de la persona, aspectos fundamentales y rectores de la ACP.
Paradigma de la ocupación
Desarrollado a comienzos del s. XX, este paradigma considera que las capacidades del cuerpo y la mente se mantienen por medio del desempeño de ocupaciones que proveen un sentimiento de interés, valor, logro y desafío, donde podemos diagnosticar rasgos comunes a las ocupaciones con significatividad, generadoras de bienestar según la ACP. Además considera que la inactividad (falta de ocupación) puede tener como resultado el daño del cuerpo y de la mente, y que la ocupación puede utilizarse para recuperar la función perdida.
Este paradigma incide en que la dignidad humana se percibe en el desempeño, en la visión holística de la persona y en la importancia que posee la ocupación en la salud.
Uno de los principales precursores del paradigma de la ocupación fue Adolf Meyer (1866-1950), quien tomó las ideas fundamentales del tratamiento moral, su enfoque humanitario y su régimen ocupacional. Agregó la idea de que la enfermedad mental era principalmente un problema de adaptación, de deterioro de los hábitos, y de falta de equilibrio entre el trabajo y el ocio, por lo que propuso programas ideados para brindar oportunidades de participación en ocupaciones que fueran placenteras, creativas y educacionales. (Schell, B., Gillen, G. Scaffa, M., 2016)
Consideraba que el uso sistemático de intereses y el tiempo eran parte fundamental de la terapia. En 1892, escribía “el uso apropiado del tiempo en alguna actividad útil y gratificante para ser cuestión fundamental en el tratamiento de pacientes neuropsiquiátricos”, lo que originó que el tratamiento se convirtiera en una mezcla de placer y trabajo que incluía actividad productiva y recreación. (Durante P, Pedro P, 1998). Posteriormente, junto con William Rush Dunton aseguraron que la ocupación consiste en la alternancia entre modos de existir, pensar y actuar.
Meyer enfatizaba en relevancia de las relaciones interpersonales entre instructores y pacientes, considerando que así se hacía emerger un intercambio de recursos y experiencias. Era de vital importancia que los instructores fueran capaces de respetar los intereses y las capacidades naturales de sus pacientes.
Destacó la importancia que tiene el papel del entorno ambiental, y recalcó que los sentimientos de una persona pueden afectar al cuerpo, tanto como el cuerpo puede afectar a los sentimientos. En lugar de centrar su atención en la psicopatología, Meyer hizo hincapié en modificar el patrón de conducta de la persona a través de los programas anteriormente mencionados y señaló la relevancia de la descripción de la historia de vida de cada persona en forma de gráficos que resumieran su patrón vital a lo largo del tiempo (Kielhofner G., 2004)
En las aportaciones de Meyer se pueden observar aspectos afines y orientados hacia la ACP.
- En primer lugar, se observan rasgos de semejanza con el modelo enriquecido de demencia desarrollado por Tom Kitwood, el que lejos de centrarse en la propia demencia, considera proporcionar calidad de vida a través de otras áreas que proporcionen bienestar a la persona, siendo una de ellas la ocupación.
- En segundo lugar, en las aportaciones de Meyer se pueden observar las primeras pinceladas de lo que se puede considerar una ocupación significativa, ya que para el desarrollo de sus intervenciones consideraba los intereses de sus pacientes para el posterior desempeño, aspecto fundamental afín a la ACP.
- En tercer lugar, otro aspecto relevante orientado al modelo que nos ocupa, es la relevancia que otorga Meyer a la relación entre los instructores y pacientes, en la que podemos atisbar lo que en la ACP, se refiere al profesional de referencia actualmente, cuya relación con la persona usuaria es de acompañamiento, cercana y respeto, fundamental de la relación instructor-paciente que recalca Meyer.
- En cuarto lugar, ya en el paradigma de la ocupación, aparece la historia de vida, herramienta que utilizaba Meyer y también herramienta fundamental a la AICP, como indispensable para el conocimiento de la persona.
Paradigma Mecanicista
Desarrollado en el siglo XX, la finalidad de este paradigma consistía en el reconocimiento de la terapia ocupacional como un servicio médico. Considera que la capacidad de desempeño depende de la integridad del sistema nervioso, musculoesquelético o intrapsíquico; que la discapacidad puede ser consecuencia del desarrollo anormal de los sistemas internos y que el desempeño ocupacional puede restablecerse a través de las compensaciones o mejoras de las limitaciones de los sistemas internos. (Kielhofner G., 2004)
Paradigma Contemporáneo
En este paradigma, la terapia ocupacional proporciona a los individuos oportunidades de reformar su desempeño y sus vidas en patrones nuevos que cubren las necesidades personales y sus deseos. La terapia proporciona oportunidades y recursos medioambientales que apoyan la emergencia de patrones nuevos de desempeño y la participación en la vida cotidiana. El compromiso en la ocupación no sólo involucra lo que los individuos hacen sino también su experiencia subjetiva.
Por consiguiente, la persona usuaria debe encontrar significado en las acciones que constituyen la terapia. Está guiado por muchos valores que son compartidos con muchas otras disciplinas mas tiene dos valores esenciales y exclusivos de la profesión estos son el respeto para el valor de la ocupación en la vida humana y la importancia concomitante del compromiso activo y el fortalecimiento de las personas. (Trinidad Bull, 2013)
Es importante destacar, que la ACP posee sus orígenes en la corriente humanista, desarrollada por Carl Rogers, quien propuso un nuevo enfoque psicoterapéutico en 1942 en el que se asientan las bases de la “terapia basada en el cliente”, como se ha indicado anteriormente, y desde sus orígenes la TO durante el desarrollo de su conocimiento posee referentes como son Adolf Meyer y Philip Pinel que principalmente han contribuido a la conformación de la visión más humanista de esta disciplina que le guían en la búsqueda de sus objetivos terapéuticos y que posee aspectos afines a la ACP.
La terapia ocupacional y la ACP, poseen una visión holística de la persona, ya que considera al ser humano en todas sus dimensiones, y lo consideran el producto final de la interacción de todos.
En el desarrollo del pre-paradigma moral de la TO se enfatiza en la consideración de la conservación de la capacidad de autodeterminación de la persona, elemento clave del que parte la ACP, para el diseño de intervenciones centradas en la persona cuya principal finalidad es la de satisfacer verdaderamente sus necesidades a partir de sus preferencias y deseos.
Tanto la ACP como la TO consideran la ocupación como motor generador de calidad de vida y bienestar de la persona, proponiendo actividades con sentido cuya principal finalidad se centra en la participación en actividades cotidianas del día a día y cuyo desempeño forme parte de la cotidianidad de la persona y posea significado para ella, donde pueda reconocerse, y ponerse de manifiesto su autonomía y se refuerce su identidad.