La iniciativa Liderazgo Global en Desnutrición (GLIM), integrada por las principales sociedades científicas mundiales relacionadas con la nutrición clínica, ha establecido unos parámetros únicos que pueden servir para detectar pacientes en riesgo de desnutrición, mejorar su atención y prevenir la aparición de otras enfermedades
Para que la prevalencia de la desnutrición, las intervenciones y los resultados se puedan comparar en todo el mundo es primordial un lenguaje de desnutrición común que promueva mejores resultados. Por eso, la iniciativa GLIM apunta a la adopción de criterios de consenso global que permitan estandarizar la práctica clínica del análisis de la desnutrición.
Los criterios que se incluyen en este consenso se pueden dividir entre fenotípicos, como pérdida de peso involuntaria, bajo IMC, disminución de la masa muscular, y etiológicos, como disminución de la ingesta o de la asimilación, carga de enfermedad e inflamación, enfermedad o lesión aguda o relacionada con enfermedades crónicas. Para realizar un diagnóstico de malnutrición se requiere como mínimo un criterio etiológico y uno fenotípico.
Asimismo, el consenso establece la utilidad de categorizar la gravedad de la desnutrición según el grado de alteración de los umbrales establecidos con relación a la pérdida de peso. El comité recomienda clasificar la desnutrición en estadio 1 (moderada) y en estadio 2 (severa). Los criterios GLIM pretenden ser simples y fácilmente aplicables por los profesionales sanitarios, para ayudarles desde la detección y el diagnóstico, y completarse con evaluaciones más completas para proporcionar una atención individualizada.
Una población diana donde aplicar los nuevos criterios GLIM son los ancianos puesto que la desnutrición es una enfermedad muy frecuente en este grupo de población, considerándose uno de los principales factores de riesgo para el inicio de la fragilidad, un síndrome geriátrico que predice el inicio de la discapacidad, la morbilidad y la mortalidad, al y como indican los especialistas de FontActiv, la línea de nutrición enteral de Laboratorios Ordesa. Por otro lado, esta enfermedad se asocia con un deterioro funcional, que puede ir desde una disminución de la masa muscular, hasta la sarcopenia, provocando una menor movilidad e independencia, lo cual puede agravar aún más los problemas nutricionales.
Algo especialmente preocupante en España teniendo en cuenta que en menos de 30 años se ha duplicado su incidencia en los mayores de 65 años y se considera que 1 de cada 3 personas se encuentra en riesgo de desnutrición. Sin embargo, a pesar de su elevada prevalencia, con frecuencia los signos de alarma de una posible malnutrición son ignorados por los ámbitos asistenciales.
Ante situaciones de desnutrición, cada vez es más frecuente la utilización de suplementos nutricionales que ayuden a complementar la alimentación del adulto y que, por tanto, pueden jugar un papel importante en la prevención de posibles estados carenciales por falta de nutrientes, contribuyendo a prevenir posibles complicaciones o enfermedades. Los suplementos nutricionales proporcionan un aporte completo y equilibrado de nutrientes de todos los grupos, así como de micronutrientes. La composición de este tipo de preparados ya está especialmente pensada para ayudar a satisfacer las necesidades energéticas y nutricionales de adultos, que tienen alguna dificultad para alimentarse con normalidad o que se encuentran en alguna situación específica donde los requerimientos nutricionales están aumentados.
Los suplementos nutricionales en la edad adulta se han convertido en un aliado para compensar carencias o posibles déficits de determinados nutrientes y contribuir a facilitar una alimentación completa y equilibrada, que permita alcanzar y mantener un funcionamiento óptimo del organismo, conservar o restablecer la salud y ayudar a disminuir el riesgo de enfermedades.