La vitamina D juega un papel muy relevante en la salud ósea ya que, entre otras acciones, interviene en la absorción de calcio en el intestino. En este sentido, el déficit de vitamina D aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis, puesto que se produce una disminución en la absorción de calcio intestinal que se puede ver compensada por la liberación de calcio del hueso.
Y es que la vitamina D y la salud ósea están íntimamente relacionadas a cualquier edad, desde la formación del esqueleto del feto durante la gestación, pasando por la infancia y la juventud, cuando se desarrolla el pico de masa ósea, hasta los 50 años, momento en el que, según los especialistas, suele comenzar el verdadero riesgo de desarrollar osteoporosis, debido a que desciende la capacidad de formación de vitamina D por el organismo de manera fisiológica, tal y como apuntan desde la compañía farmacéutica española de Faes Farma.
Por ello los especialistas no conciben hablar de salud ósea (entendiendo como tal conseguir un adecuado pico de masa ósea, una correcta mineralización del esqueleto y una adecuada resistencia de los huesos) sin la presencia constante de cantidades adecuadas de vitamina D.
En este sentido, el Dr. José Luis Neyro, especialista en Ginecología y Obstetricia, señala que “son muchas las formas en las que el déficit de vitamina D afecta a la salud de nuestros huesos. Dependiendo del momento de la vida en que se extienda ese déficit podemos hablar de distintos problemas. En la infancia, podría darse el raquitismo, una enfermedad terrible que grava el crecimiento infantil y que todavía existe en algunos países del mundo donde la nutrición no es adecuada. En la edad adulta, si el déficit se cronifica y no se atiende, podremos llegar a la osteomalacia por déficit de una adecuada mineralización primaria y secundaria en los huesos. Avanzando en el tiempo, puede conducir a la osteoporosis como respuesta al daño crónico sobre el metabolismo mineral. En este contexto, las complicaciones asociadas a esta enfermedad, como son las fracturas de bajo impacto, son lo que limita realmente la calidad de vida”.
Evitar el riesgo de daño óseo desde la infancia
A lo largo de la vida, las personas se van expuestas a condiciones externas que pueden afectar al desarrollo del esqueleto y a los niveles de vitamina D, como pueden ser el sedentarismo prolongado, la ingesta de bebidas carbonatadas en exceso, el consumo de café, alcohol o tabaco, así como el trabajo prolongado sin exposición a la luz solar. El Dr. Neyro advierte que “los niveles de vitamina D deben mantenerse, incluso antes de nacer. Tanto la fase pre-concepcional como la gestación son momentos vitales en los que tener buenos niveles de vitamina D cobran una gran relevancia”.
Para prevenir el daño ósea a largo plazo los facultativos recomiendan realizar una evaluación integral ya en el infancia centrada en las necesidades de los niños, incluyendo la anamnesis alimentaria y poniendo especial atención a los casos de prematuros, trastornos de la conducta alimentaria, baja talla, desnutrición o sospecha de enfermedad ósea metabólica o raquitismo. En estos casos, la suplementación con 400 UI diaria de vitamina D podrían ser considerados en lactantes, según indican los especialistas de Faes Farma.
A medida que las personas se hacen mayores es importante chequear los niveles durante la menopausia y en los mayores de 65 años, donde se concentran las poblaciones de mayor riesgo de insuficiencia o déficit. Además, existen otros grupos de riesgo como pacientes con síndromes de mala absorción, los afectos de cirugía bariátrica, las personas obesas, los que reciben tratamientos por enfermedades autoinmunes o aquellos que siguen tratamientos con corticoides o inhibidores de aromatasa. En estas poblaciones, los expertos recomiendan dosis de entre 400 a 4000 UI/día.
El Dr. José Luis Neyro resalta especialmente que “una población especialmente susceptible y crecientemente numerosa es la de adultos mayores institucionalizados, frágiles o con sarcopenia. Para este grupo, los expertos recomendamos una suplementación de 4000 UI/día, cantidad que ha demostrado en diversos estudios su valor en la conservación de la masa ósea, en el beneficio sobre la osteoporosis e, incluso, en la reducción del riesgo de fracturas”, explica este experto.
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