El estigma social sigue pesando sobre la incontinencia urinaria hasta el punto de que menos de la mitad de las personas que sufren pérdidas de orina moderadas o severas solicitan ayuda sanitaria, tal y como revela la Tercera edición de la Guía de Atención enfermera a personas con incontinencia urinaria de la Asociación Andaluza de Enfermería Comunitaria (ASANEC). Además, la demora media para recabar asistencia profesional puede superar el año.
Ambas situaciones fueron abordados por Consuelo Gallardo, enfermera experta en Asesoramiento y Cuidado de la Incontinencia Urinaria, durante la ponencia «Incontinencia urinaria en la mujer. Un tabú social que hay que combatir» organizada por TENA Silhouette en el marco del Encuentro Nacional de la Salud y Medicina de la Mujer – SAMEM 2020.
Gallardo hizo especial hincapié en la necesidad de visibilizar el problema e incrementar la información. “Si realmente la mujer supiera que existen tratamientos no solo paliativos, sino curativos, acudiría mucho antes a su centro de salud”, afirma esta enfermera que acumula casi 30 años de experiencia, subrayando que, si las pacientes solicitaran atención profesional ante los primeros síntomas, “un 50% de los casos podrían curarse y el otro 50% mejoraría de forma muy notable”.
Y es que el tabú que todavía pesa sobre esta patología oculta, en muchas ocasiones, la magnitud de un problema que afecta en todo el mundo a millones de personas. Según datos del Fórum Global de la Incontinencia, celebrado en Niza el pasado año, 400 millones de personas en todo el mundo -50 millones en Europa y 6,5 millones en España- padecen en mayor o menor grado pérdidas de orina. Esta patología incide especialmente en las mujeres hasta el punto de que, según Gallardo, una de cada cuatro mujeres mayores de 35 años sufre derrames de orina con mayor o menor cantidad y frecuencia.
La vergüenza y el desconocimiento perpetúan el tabú
La vergüenza y el desconocimiento en torno a esta patología contribuyen a mantener el tabú e impactan sobre la salud física y psíquica de la mujer “La repercusión sobre la salud es enorme» comenta Consuelo Gallardo, afirmando que lo primero es la negación “son solo unas gotitas, es normal, no pasa nada, luego viene la vergüenza y la ocultación, más tarde el aislamiento social, incluso en las relaciones sexuales y, al final y en los casos más graves, incluso la depresión”.
Esta experta incide en que romper este círculo vicioso es posible. Y para lograrlo es muy fundamental que los profesionales de la salud sean capaces de comunicar a la población que existen opciones terapéuticas que permiten abordar con éxito esta patología. “Tenemos que estar preparados para ofrecer soluciones, para informar a las mujeres de que podrán llevar una vida totalmente normal. Cuando la mujer lo sabe, acepta el problema, se pone en manos de los profesionales y recupera su tranquilidad emocional”, añade.
La evaluación individualizada y el diagnóstico precoz es fundametal
Una evaluación individualizada y un diagnóstico precoz de la enfermedad marcan un antes y un después en el curso de la patología. “Es posible que, hasta conseguir un tratamiento curativo, la mujer tenga que recurrir a un dispositivo. La innovación en los productos de cuidado personal resulta de gran ayuda. Los dispositivos son más discretos, mantienen la piel seca y no irritan, por lo que contribuyen a paliar de forma muy considerable los problemas psicológicos”, comenta la experta en Asesoramiento y Cuidado de la Incontinencia Urinaria.
El cambio entre el antes y el después del tratamiento es, a juicio de esta especialista, espectacular. “La mujer está más segura, más contenta, sus relaciones personales, sociales y sexuales, mejoran muy considerablemente”, indica. Para lograrlo, Consuelo Gallardo aboga por incrementar la presencia de los profesionales de Atención Primaria en el abordaje de la incontinencia. “Aunque la incontinencia urinaria requiere de equipos multidisciplinares, no podemos olvidar que el centro de salud es la puerta de entrada al sistema. Es importante que la Enfermería de Atención Primaria coja el testigo, se empodere y se forme para poder dar soluciones en las fases iniciales ya que son sus profesionales los que más cerca están de la mujer”, concluye.