Implementar un código TEP (tromboembolia pulmonar), que consiste en la activación de un grupo de especialistas en esta enfermedad para la toma consensuada de decisiones terapéuticas, es beneficioso para la evolución clínica de estos pacientes y podría reducir su mortalidad.
Este fue el tema central de la ponencia “¿Es necesario implementar un código TEP?», llevada a cabo por el Dr. David Jiménez, neumólogo y miembro del Área de Circulación Pulmonar de la SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), durante la pasada 28 Reunión de Invierno Conjunta Áreas SEPAR, celebrada en Málaga.
La tromboembolia de pulmón consiste en la obstrucción de alguna de las arterias pulmonares por un émbolo formado habitualmente en las venas de las piernas. Se trata de una enfermedad grave, que puede ser mortal y para la que se requiere experiencia clínica, tanto para diagnosticarla como para tratarla.
“La ponencia de esta reunión de Invierno de SEPAR tenía la intención de transmitir que la TEP es una enfermedad grave y que cuanta más experiencia se tiene en su manejo, mejor es la evolución de los pacientes. La mortalidad en el primer mes después del diagnóstico es del 5% aproximadamente. Estudios epidemiológicos recientes señalan que la mortalidad por TEP a corto plazo ya compite con la del infarto agudo de miocardio (IAM)”, destacó el Dr. Jiménez.
Existen distintas formas de presentación de la tromboembolia pulmonar. De menor a mayor gravedad los pacientes pueden presentar distinta sintomatología. Hay casos de TEP asintomáticas o paucisintomáticas, que se diagnostican con una TAC que se realiza por un motivo distinto a la sospecha de una TEP; dolor torácico, debido a coágulos que viajan hasta las arterias pulmonares más pequeñas (cerca de la pleura); fatiga o falta de aire, por la presencia de coágulos mayores; y, por último, también hay pacientes que sufren un síncope o se presentan con hipotensión, que es la manifestación más grave de esta enfermedad.
La TEP tiene una incidencia aproximada de un caso por 1.000 habitantes al año. En la actualidad, cada vez se diagnostican más casos de TEP por dos razones. Por un lado, se ha producido un incremento de los factores de riesgo para enfermedad tromboembólica venosa. Por ejemplo, cada vez se diagnostican más casos de cáncer y cada vez los especialistas consiguen que más pacientes oncológicos sobrevivan muchos años con tratamientos crónicos; o el aumento de la esperanza de vida también incrementa el riesgo de eventos trombóticos venosos. Por otro lado, se dispone de pruebas diagnósticas cada vez más sensibles que pueden identificar trombos con poca repercusión clínica.
¿Por qué es necesario el Código TEP?
A juicio del Dr. Jiménez, existen cuatro razones que justifican la implantación del código TEP en centros de referencia del sistema sanitario español. En primer lugar, la falta de un grupo multidisciplinar en el manejo de la TEP puede producir un retraso en la toma de decisiones terapéuticas coordinadas, que pueden influir negativamente en la supervivencia de los pacientes.
En segundo lugar, cada vez hay tratamientos más “sofisticados” para los pacientes con TEP, que requieren personal especializado y entrenado para indicarlos y aplicarlos. Estas intervenciones requieren inversiones significativas y solo es rentable su disponibilidad en centros de excelencia seleccionados.
En tercer lugar, hay muchos escenarios clínicos en los pacientes con TEP para los cuales no hay evidencias robustas sobre el mejor tratamiento; y es en estas situaciones donde resultan fundamentales las decisiones consensuadas entre expertos.
Y, en cuarto lugar, cuanta más experiencia tengan los especialistas en el manejo de la TEP menor es la mortalidad de los pacientes. En concreto, en un estudio con más de 40.000 pacientes del registro RIETE, publicado en 2019, se demostró que en los hospitales que atendían mayor volumen de pacientes y, por tanto, con especialistas de mayor experiencia, la mortalidad se reducía un 40% respecto a los hospitales que atendían menos pacientes con TEP. Esto significa que si se concentrara la experiencia en centros de excelencia con código TEP, se podría aumentar la supervivencia de los pacientes.
“En España, el Hospital Ramón y Cajal fue el primero en implantar un código TEP similar a la experiencia americana. Aunque no conocemos otros hospitales con un código TEP de características similares al nuestro, aun no se ha aclarado cuál es la mejor forma de desarrollarlos, y deberían adaptarse a las características locales para impactar en la supervivencia de los pacientes”, destacó el neumólogo y miembro del Área de Circulación Pulmonar de la SEPAR. En este sentido apuntó que “es una idea sensata que, de la misma forma que se han implantado códigos IAM (para el infarto agudo de miocardio), códigos ictus o códigos sepsis, se implante el código TEP para la TEP”, añadió.
“En comparación con otros países, en España estamos muy retrasados en lo que respecta a la implantación de los códigos TEP. En Estados Unidos, desde el año 2013, funcionan los grupos PERT (siglas de Pulmonary Embolism Response Team), que se extendieron rápidamente a Canadá y a otros países de Europa. De ahí que sea imprescindible concienciar a las autoridades sanitarias de la importancia de esta iniciativa y de la necesidad de articular de manera ordenada la actividad de códigos TEP de referencia en centros seleccionados”, recalcó el Dr. Jiménez respecto a la expansión actual del código TEP.