Un artículo de Laura Selgas,
Neuropsicóloga de la Residencia y Centro de Día Campdevànol – Fundació Vella Terra
De la situación de alerta sanitaria que estamos viviendo se derivan consecuencias a muchos niveles: sanitario, económico y también psicológico, entre otros. Las personas mayores están en riesgo por su gran vulnerabilidad. Aparte de las afecciones médicas, esta situación también puede generar diferentes afectaciones psicológicas (miedo, sensación de indefensión, tristeza, aburrimiento, angustia…).
La gente mayor que vive en centros residenciales tienen el añadido que, a menudo, sufren dolencias degenerativas que complica que puedan comprender la situación. Y, a la vez, se ven afectados por grandes cambios en sus rutinas diarias. La huella psicológica del coronavirus, en el ámbito individual, dependerá de cómo cada persona gestione la situación y de la red social de apoyo de la que disponga.
El miedo, por otro lado, es una emoción desagradable, pero a la vez saludable, necesaria y adaptativa. No obstante, el miedo intenso y extremo nos puede llevar a sufrir un bloqueo emocional. Por eso, a continuación, ofrecemos un resumen de propuestas para dar un apoyo integral a las personas que viven en una residencia, minimizar los sentimientos negativos como el miedo y garantizar el máximo de bienestar para ellos y por los profesionales que los atienden.
En el ámbito emocional:
- Tenemos que mantenerlos informados/das: las informaciones tienen que ser reales, con datos fiables (de medios oficiales y científicos) y adaptadas a su nivel de comprensión (claras, concisas y sencillas).
- Procuremos modificar las posibles ideas o pensamientos previos erróneos sobre el tema.
- Evitemos informaciones e imágenes alarmistas.
- Evitemos mantenir durante demasiado rato programas de televisión que hablen del tema. Podemos poner películas, documentales, música…
- Transmitiremos mensajes de tranquilidad, explicando que están rodeados por profesionales que los cuidarán y protegerán y que, en caso de contagio, se dispone de un plan de actuación.
- Reforcemos la necesidad de aislamiento para protegerlos a ellos y a sus familiares.
- Minimicemos el impacto emocional haciendo uso de las nuevas tecnologías (videollamadas, llamadas telefónicas…) con los familiares y manteniendo un intercambio de información con ellos.
- Informemos de cómo pasan el día a día y como se encuentran el resto de usuarios del centro con los cuales, ahora, no pueden tener contacto.
En el ámbito del comportamiento:
- Informemos claramente de los cambios que se hayan realizado en el centro y expliquemos el porqué se han hecho. Esto aumentará su sensación de seguridad y se sentirán más protegidos.
- Intentemos en la medida de lo posible crear pequeños espacios diferenciados (de ocio, actividades terapéuticas, hora de las comidas…).
- Eduquemos a los residentes en la necesidad de realizar las medidas de higiene sanitarias recomendadas. Potenciemos el lavado de manos antes de las comidas, cuando van al W.C, al acabar una actividad en la cual han manipulado material…
- Es recomendable combinar la realización de actividades de ocio (juegos de mesa, hojear revistas, películas, «encajables», puzles), actividades terapéuticas (fichas de estimulación, fisioterapia, psicoestimulación) con momentos de relajación y descanso.
En conclusión, tenemos que asumir ayudar a que comprendan que se trata de una situación excepcional y temporal y que seguro, también, será un momento de crecimiento y de refuerzo como equipo para sentirnos satisfechos del apoyo integral que hemos dado a nuestros usuarios.