Las excepcionales circunstancias provocadas por la pandemia de COVD-19 afectan a toda la población, pero inciden de forma muy especial en las personas más vulnerables, para los que desde el Consejo General de la Psicología de España se pide una especial y urgente atención.
Tal y como indican desde este Consejo, la actividad diaria de gran parte de la población se detenido, pero las necesidades de las personas que padecen algún tipo de discapacidad, trastorno mental, problema emocional o dependencia se mantienen y, es precisamente esta población, y sus familias, la que necesita de una atención inmediata, teniendo en cuenta que «como no se actúe desde ahora mismo, las consecuencias de esta inacción son impredecibles y pueden suponer una segunda oleada masiva de demanda sanitaria que se sume a la que está suponiendo la infección por el COVID-19, que tiene en jaque a la sanidad de nuestro país», afirman desde el
Consejo General de la Psicología de España.
Jaime Gutiérrez Rodríguez, del Grupo de Trabajo de Psicología del Envejecimiento del Consejo General de la Psicología de España, destaca que, en general, «nuestra sociedad está mostrando un comportamiento ejemplar y es por ello por lo que nuestras autoridades no se deben olvidar de sus necesidades. Hay que actuar sobre toda la población vulnerable, no solo en cuestión de la salud física de nuestros mayores, que se han convertido en un grupo diana de la epidemia y, lamentablemente también, en una población estigmatizada, sino en la actuación sobre la soledad no deseada que se acentúa en este caso, en la intervención sobre las personas con necesidades y capacidades especiales, en el servicio a las personas con cualquier tipo de dependencia, en el alivio de la carga de estrés emocional de los equipos sanitarios y del resto de las profesiones más afectadas por el actual estrés laboral».
También se debe trabajar urgentemente en la prevención de la aparición de conductas desadaptadas producto de la ansiedad que provoca este aislamiento, en la lucha contra las conductas autolesivas que pueden derivar en suicidios, y en la intervención sobre las familias que pierden a uno o varios seres queridos sin poder despedirse de ellos de forma adecuada, ni recibir el consuelo necesario que se dispensa a través del velatorio.
En muchas de estas circunstancias el papel de los profesionales de la Psicología es crucial y, en este sentido, el Consejo General de la Psicología de España está trabajando para poner el máximo de activos a disposición de las administraciones y de la sociedad para cubrir todas estas necesidades de forma profesional y con garantías.
«Dicha garantía solo se recibe a través de la colegiación, por lo que es necesario que la población se asegure de que está siendo atendida por un profesional simplemente solicitando el número de colegiado/a antes de ofrecer ningún dato personal o íntimo para evitar, de esta manera tan sencilla, ser víctimas de personas que no poseen los conocimientos, o los requisitos necesarios para el ejercicio profesional que requiere su situación. Esta sencilla acción previene también la actuación de quienes quieren aprovecharse del dolor ajeno para su propio beneficio en una situación tan crítica como la actual», advierte Jaime Gutiérrez.
Como señala este experto, la población debe ser atendida según sus necesidades, pero no por cualquiera, ni de cualquier manera. Y es que «el miedo, el pánico, la ansiedad, la desesperación emocional son tan contagiosos como los virus y sus consecuencias pueden ser el germen de una enfermedad mental que se debe prevenir inmediatamente y por profesionales».
«La ilusión, la esperanza, la resistencia y la resiliencia son valores que se deben trabajar en estos momentos, sin dejar atrás a nadie, por muy poco frecuente que sea su enfermedad, por muy alta que sea su dependencia, por muy longeva que sea su vida, por muy sola que se sienta, o por mucho dolor que padezca ante la pérdida de un ser querido», concluye el Consejo General de la Psicología de España, desde donde se recala que «entre todos se conseguirá vencer esta crisis, cada uno en su papel, quedándose en casa si corresponde, ayudando donde sea necesario según su responsabilidad y su buen hacer profesional».