Se deben establecer criterios alejados del edadismo y no prolongar el confinamiento de las personas mayores sin patologías previa, más allá del que se disponga para el resto de la ciudadanía. Esta es la petición conjunta a las Administraciones de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP) y la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA).
De no ser así, se estará condenando a miles de personas a permanecer aisladas, agravando su situación, si cabe más, y dando lugar a situaciones de vulnerabilidad y soledad, denuncian desde UDP y CEOMA, recalcando que no se puede obligar a las personas que tienen más de 65 años a permanecer en confinamiento en sus lugares de residencia por tiempo indefinido bajo el criterio de su “edad avanzada”.
Si bien es cierto que la crisis sanitaria por el COVID-19, lamentablemente, se ha ensañado con más crudeza entre personas de edades avanzadas y con patologías previas, «el colectivo de personas mayores no es sinónimo de vulnerabilidad por el hecho de cumplir años. Antes que nada, somos ciudadanos de pleno derecho, con derechos y deberes», señalan ambas entidades.
UDP y CEOMA temen que, bajo la excusa del confinamiento para ser protegidas, las personas de edades avanzadas corran el peligro de ver cómo sus derechos se vean postergados mucho más que en otros colectivos durante la paulatina recuperación de la libertad de movimientos. «No solo corremos el peligro de que nuestros derechos se vean postergados por un criterio edadista, si no que corremos el riesgo de perder el valor social del mismo, algo que comienza cuando se nos considera como un colectivo uniforme, homogéneo», advierten.
Y es que las situaciones de riesgo o de vulnerabilidad ante el COVID-19 no deben suponer una pérdida de la consideración del valor y de las competencias, no solo de las personas mayores, si no de cualquier persona. En este sentido, la sobreprotección conlleva, y sin duda fomenta, los falsos estereotipos y una visión distorsionada, paternalista, uniforme y negativa de un colectivo que se caracteriza por la diversidad, integrado por personas con características y necesidades muy diferentes, indican desde UDP y CEOMA, destacando que «la gran mayoría de personas mayores somos autónomas, mientras otras se encuentran ciertamente en situaciones de vulnerabilidad o con necesidades de cuidados y protección. A todas ellas, el mero hecho de cumplir años no las hace iguales».
Como otras muchas veces sucede dentro del colectivo de personas mayores agrupar a la población mayor responde a criterios edadistas, lo cual va en contra de la dirección de las políticas sociales, así como del envejecimiento saludable que preconiza la OMS. Sin embargo, «aprovechamos esta ocasión para decir, como ya lo hemos comentado muchas veces, desde UDP y CEOMA, la especial atención que debe de hacerse en las residencias de mayores«. Y es que en estos centros, donde residen personas mayores de 80 años (375.000 en España) con pluripatología y dependencia se debería aplicar los test de detección del virus a todos los residentes, para saber los positivos y los negativos.
«Con los negativos, posiblemente se les debería dar alternativas, poder regresar temporalmente con sus familiares, o habilitar zonas previamente desinfectadas de la residencia. A los positivos, se les debería trasladar a otros centros sanitarios habilitados para pacientes de estas características y ser sometidos por igual, al resto de ciudadanos, al tratamiento mas adecuado para resolver su situación clínica, sin obviar cualquier recurso (UCI) que necesite para su tratamiento y cura», señalan ambas entidades, concluyendo que «todas las personas merecemos respeto y un trato digno, sea cual sea nuestra edad o nuestra necesidad de apoyos».