Un artículo de Ana Sanz Cañestro,
terapeuta ocupacional de Los Llanos Vital
Debido a la actual pandemia del COVID-19 nos encontramos en un momento en el cual tenemos que enfrentarnos a múltiples desafíos, y uno de los más importantes es conocer cómo le está afectando a la población de mayor edad y cómo debemos actuar para paliar estas consecuencias.
Tras el inicio de la cuarentena, comenzó un periodo de incertidumbre y tristeza que puede agravar el sentimiento de soledad tan característico en la población mayor, siendo además un grupo especialmente vulnerable no solo por su condición física y fisiológica, sino también por la pérdida de amigos o familiares, déficits sensoriales, deterioro cognitivo, menor acceso a la información y mayor dificultad para la comprensión de la misma.
A pesar de que el asilamiento puede acarrear consecuencias negativas en todas las personas, hay que tener especial cuidado en aquellas que presentan demencias, como Alzheimer. El mencionado asilamiento, lleva a estas personas más frágiles a sentir una inseguridad constante, a la alteración y/o pérdida de rutinas y a un marcado distanciamiento social. Todo ello afecta directamente a su calidad de vida y se traduce en una serie de síntomas como apatía, melancolía, modificaciones del sueño, irritabilidad, llanto, ansiedad, alteraciones alimentarias y tristeza, entre otros. Para prevenir y/o revertir estos síntomas, se considera primordial establecer una rutina organizada y equilibrada, que incluya actividad cognitiva, actividad física y apoyo emocional.
En esta misma línea, en un artículo publicado el 26 de febrero de 2020, en la revista médica «The Lancet» sobre los posibles efectos de la cuarentena, se resalta la idea de que el autoaislamiento puede tener un notable impacto psicológico, al que se une la sensación de pérdida de libertad, la incertidumbre sobre lo que puede ocurrir, y la separación de nuestros seres queridos. Entre los factores que pueden modular el impacto de la cuarentena se destaca su duración y los estresores asociados como el miedo a la infección, la dificultad de acceso a las necesidades básicas y las políticas de salud pública de carácter edadista o de discriminación en razón de la edad.
En esta situación y ante la falta de otras alternativas, debemos centrarnos en disminuir las consecuencias del aislamiento, teniendo en cuenta que este colectivo presenta mayor dificultad para entender la nueva situación y cumplir con las normas, por lo que se encuentran más estresados, ansiosos o agitados.
El papel del cuidador es fundamental para proporcionar seguridad
Así, el papel del cuidador es fundamental para proporcionar seguridad y calidad de vida en el mayor. Como ya se ha mencionado, es importante destacar la importancia de mantenerse activo, tanto a nivel cognitivo como a nivel físico, y proporcionar una red estable de apoyo emocional, involucrando a más familiares si es preciso.
El deterioro funcional mantenido en el tiempo en este colectivo es muy difícil de revertir, repercutiendo directamente en el estado de salud de la persona, por lo que cuánto antes se apliquen estas medidas, menor será el impacto que sufran las personas vulnerables.
Realizar actividades tanto a nivel cognitivo, como físico
Por un lado, a nivel cognitivo, podemos realizar diferentes actividades para estimular la cognición, teniendo en cuenta las limitaciones, las habilidades y las características del mayor. Se ha demostrado que estimular el cerebro puede tener beneficios sobre el paciente y sus familiares, reduciendo el estrés, la irritabilidad y la apatía.
Por otro lado, a nivel físico, a pesar de tener un entorno más limitado se debe continuar realizando ejercicio. Algunas alternativas son andar por la casa/jardín y movilizar las articulaciones en bipedestación o sedestación; siendo recomendable que estas actividades se realicen por la mañana, ya que suele ser el momento del día en que se tiene mayor energía. La actividad física no tiene que suponer un riesgo para la persona y deberá estar supervisada para su correcta ejecución y así evitar posibles accidentes.
Aprovechar el confinamiento para estrechar lazos
Desde una visión más optimista, podemos aprovechar el confinamiento como una oportunidad para mostrarnos más solidarios, más afables y más cercanos con nosotros mismos y con nuestro entorno más cercano, fortaleciendo de esta forma los lazos personales e interpersonales.
Esta situación nos impulsa a poner en valor el papel del cuidador y todas aquellas personas que se dedican al cuidado diario de las personas mayores en domicilios, hospitales y residencias. Se deben poner en marcha todos los recursos disponibles para evitar que quede comprometida la calidad de vida de las personas con demencia y de sus cuidadores.
En resumen, los efectos del aislamiento van a ser de una amplia gama, variables y más o menos prolongados en el tiempo. Si bien la cuarentena es de origen inevitable, los poderes públicos están obligados a poner en funcionamiento medidas para reducir el impacto en la población y, en concreto, en los más frágiles. Por último, y aunque todo esto es completamente desconocido y novedoso a nivel mundial y no tenemos unas directrices establecidas, no debemos olvidar la misión individual de cada persona, ya que está en nuestras manos colaborar en la medida de lo posible para enfrentarla de la mejor de las maneras.
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