Apelando al sentido más ético en el contexto actual, y teniendo en cuenta las necesidades de salud física y emocional de la ciudadanía, desde Mémora se aconseja a las autoridades replantear los protocolos sobre las despedidas con familiares, aplicando las medidas de seguridad y prevención necesarias, en las próximas etapas del desconfinamiento, apelando a la necesidad psicosocial de humanizar las despedidas en momentos tan convulsos para la ciudadanía.
Gracias a su extensa labor y experiencia en el acompañamiento, como la desarrollada a través de sus ‘Espacios de Apoyo’ en localidades como Barcelona o Girona, Mémora conoce de primera mano la importancia de una correcta ritualización del duelo, así como de una buena gestión emocional tras la pérdida de un ser querido, por lo que cree fundamental la revisión de los protocolos vigentes para que éstos permitan un último adiós a los familiares de los difuntos.
Así, en base a recomendaciones de psicólogos expertos en duelo, y en línea con la declaración del Comité de Bioética de España emitida el pasado 15 de abril de 2020, se quiere impulsar una reflexión sobre la necesidad de ofrecer esta posibilidad a las familias que sufran la pérdida de un ser querido, ya sea por causa de COVID-19 o no, y evitar que se repitan situaciones como las vividas estas últimas semanas, donde las familias han sufrido ver cómo sus familiares se iban en total soledad.
Consciente del reto social al cual se enfrenta la ciudadanía en momentos tan convulsos, y de la gran labor que están llevando a cabo los profesionales de la salud y de los servicios sociales, así como los profesionales del sector funerario, que son los responsables de dar apoyo emocional en las primeras etapas del proceso de duelo, esta compañía funeraria apela a la responsabilidad de las autoridades de preservar el derecho de las personas a poder realizar la despedida de un ser querido.
La compañía, a la espera de las decisiones del ejecutivo en cuestiones vinculadas al correcto desarrollo del servicio funerario, seguirá reforzando sus plataformas de asistencia psicológica y emocional al duelo para las familias que contratan sus servicios como ha hecho hasta ahora. Mémora, desde el inicio de la crisis del COVID-19, ha trabajado en coordinación con las autoridades nacionales, autonómicas y municipales, así como con el sector sanitario, residencial y de los servicios sociales, con el fin de ofrecer el mejor servicio y la mejor asistencia posible a las familias en momentos de tanta incertidumbre.
Con la firme voluntad de contribuir al control de la curva de contagios de la pandemia, esta compañía de servicios funerarios se anticipó en la activación de las que ahora son las normativas oficiales emitidas desde el Ministerio de Sanidad y de los gobiernos autonómicos, entre las cuales destacan la prohibición de velatorios y ceremonias – tanto en el ámbito público como en el ámbito privado -, la limitación de un máximo de tres familiares en las inhumaciones y en las cremaciones o la imposibilidad de ver a aquellos difuntos contagiados por COVID-19.
Ante esta situación de máxima fragilidad de las familias, y frente a lo que se considera un derecho fundamental de pacientes y familias, y un deber de la sociedad y las instituciones, Mémora quiere poner en valor la necesidad de reactivar escenarios previos a la prohibición de la celebración de ceremonias para evitar la muerte en soledad y para garantizar el acompañamiento en el proceso de final de vida como un derecho de todos, tal y como ya se ha hecho en algunos centros sociosanitarios y residenciales del estado.
Tal y como afirma Juan Jesús Domingo, Consejero Delegado de Mémora, “si las administraciones consideran los funerales y las ceremonias de despedida sólo desde una perspectiva social y relacional, omiten la dimensión fundamental que es la función curativa. Ritualizar la despedida es empezar a combatir la negación y a aceptar la pérdida, es permitir la reflexión sobre la muerte de manera serena, es rendir homenaje a quien queremos y a nosotros mismos, es ayudar a prevenir un duelo traumático y patológico porque se ha realizado sin despedida, sin adiós. Dentro de unos meses, cuando la situación se vaya normalizando, nos enfrentaremos y seremos más conscientes del vacío de los que se han ido y con ello el sentimiento de perplejidad por una muerte en soledad y sin despedida, y un sentimiento de carencia, de deuda pendiente con nuestros seres más queridos”.
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