Un artículo del Dr. Manuel Blanco,
director médico de Danone Specialized Nutrition
Los cambios ligados al envejecimiento pueden llevar a las personas mayores a situaciones de riesgo nutricional y dependencia funcional, especialmente en aquellos que se encuentran institucionalizados. El proceso de envejecimiento está asociado a cambios fisiológicos progresivos que predisponen a este grupo poblacional a situaciones de riesgo pero que al mismo tiempo nuestras acciones y comportamientos condicionan con claridad esa progresión y por lo tanto la calidad de vida de las personas mayores.
La desnutrición asociada a la enfermedad es en sí misma uno de los grandes síndromes geriátricos y un factor de fragilidad. Su presencia, no es solo signo de enfermedad, sino que aumenta la morbilidad, estancia hospitalaria, nivel de dependencia y la mortalidad por enfermedades concomitantes. Los cambios producidos en el proceso de envejecimiento favorecen el riesgo de sufrir desequilibrios, carencias y problemas nutricionales.
Además, la desnutrición puede incrementar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas y procesos agudos severos. En este sentido, los efectos de la desnutrición son más notables en los ancianos institucionalizados, debido a su fragilidad y dependencia. La elevada prevalencia de desnutrición en las personas mayores institucionalizadas hace necesario identificar las situaciones de riesgo nutricional para poder ofrecer una adecuada atención, promover un buen estado nutricional y así prevenir los riesgos asociados.
Según la SEGG, el 12% de la población española presenta desnutrición, de los que el 70% son ancianos. Aunque su prevalencia varía mucho según el nivel asistencial: 2% en anciano sano en residencia pública; 5-8% de los que viven en su domicilio; 50% de los enfermos institucionalizados; hasta el 44% de las personas mayores ingresadas en hospital por patología médica y hasta el 65% de los ingresados por patología quirúrgica [i].
Asimismo, síndromes geriátricos como la sarcopenia, fragilidad, confusión, caídas o úlceras por presión, entre otros, pueden tener un nexo común asociado al estado nutricional del paciente mayor, por lo que es necesaria una adecuada valoración nutricional que permita un correcto abordaje.
La detección precoz de la desnutrición como método de prevención
Por ejemplo, las fracturas de cadera no son simplemente una mala caída, sino que en la mayoría de las ocasiones son la “punta del iceberg” que pone de manifiesto una situación de fragilidad del paciente que la sufre y que tiene unas bajas reservas fisiológicas para hacer frente a circunstancias adversas como este tipo de fracturas. Por ello, es muy importante la situación nutricional de las personas mayores, ya que los más desnutridos, unido a la condición de frágiles, pueden desarrollar con mayor facilidad otras complicaciones.
Por un lado, las alteraciones en la capacidad funcional y la potencial discapacidad asociada son dos elementos íntimamente asociados a las alteraciones de composición corporal en los estados de desnutrición, dándose la circunstancia que en muchas ocasiones ambos elementos son precursores y potenciadores entre sí. Por ello, la valoración funcional y la valoración del estado nutricional deben constituir una rutina en nuestra práctica para así poder hacer un diagnóstico precoz de desnutrición, y un abordaje del estado funcional al unísono.
Por otro lado, la pérdida de masa muscular es una de las consecuencias más críticas de la desnutrición en las personas mayores. El músculo esquelético es un tejido que representa la mayor parte de la masa corporal total y de las proteínas corporales y que desempeña diversas funciones vitales. La sarcopenia es una alteración progresiva y generalizada del músculo esquelético que aparece con la edad y que se asocia con una mayor probabilidad de eventos adversos, como caídas, fracturas, incapacidad física y mortalidad [ii].
La intervención nutricional y el ejercicio físico, un tándem imprescindible
Como dice la OMS, el reto de los sistemas sanitarios que atienden a personas mayores no es tanto aumentar la expectativa de vida, sino prolongar la expectativa de vida libre de discapacidad[iii]. La fragilidad va a determinar la calidad de vida y los resultados adversos de salud. Por lo tanto, es importante una intervención multidimensional que englobe medidas de manejo nutricional y la prescripción de ejercicio físico para estimular la síntesis de proteínas musculares, y ayudar así a restaurar esta masa muscular.
En relación a la intervención nutricional, existen numerosos estudios que evidencian el papel que desempeña la suplementación nutricional en una mejora de parámetros, tanto nutricionales como funcionales, así como en el aumento de la fuerza muscular y la movilidad, y una mejor respuesta al resto de tratamientos que esté recibiendo el paciente mayor, lo que supone una mejora en su calidad de vida
[i] Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG); Varios autores. ‘Tratado de Geriatría para residentes’.
[ii] Gil Hernández A. (2019). El músculo paradigma metabólico en la recuperación nutricional. Nutrición Hospitalaria. 2(36). Doi: 10.20960/nh.02675.
[iii] Zugasti Murillo, A., y Casas Herrero, A. (2019). Síndrome de fragilidad y estado nutricional: valoración, prevención y tratamiento. Nutrición Hospitalaria. 2(36). Doi: 10.20960/nh.02678.