Un artículo de Iván García Pérez,
enfermero y director del centro de día STIMA Embajadores
La educación para la salud es una herramienta básica y muy útil para que nuestros mayores se puedan ver beneficiados, puesto que el conocimiento en dicha materia es básico para poder prevenir y promocionar hábitos de vida que conlleven a la mejora del estado de salud de nuestros mayores.
Los síndromes geriátricos son el conjunto de síntomas y signos vinculados a una o más patologías de diferentes procesos causales, asociados a la vejez. También se pueden definir como el conjunto de cuadros originados por la conjunción de una serie de enfermedades que, alcanzan una enorme prevalencia en el mayor y que, frecuentemente, derivan en incapacidad social o funcional, traduciéndose por ello en una pérdida de la autonomía personal y por tanto en la calidad de vida.
Es muy importante comprender que un síndrome geriátrico puede aparecer por varias causas, o que una sola causa desencadene varios síndromes geriátricos, incluso se puede dar la etiología en cascada donde unos síndromes desarrollen otros. Los conocidos como los cuatro gigantes de la geriatría, son los síndromes geriátricos más comunes en las personas mayores, que son: la incontinencia urinaria, las caídas, el deterioro cognitivo y la inmovilidad.
La incontinencia urinaria es la perdida involuntaria de orina que provoca una alteración del día a día a los mayores. Durante la vejez se producen una serie de cambios en las estructuras implicadas en la micción, es decir en los riñones, la vejiga, la uretra y el suelo pélvico:
- Los riñones disminuyen su filtrado alterándose la dilución y concentración de la orina.
- La vejiga pierde tono muscular por lo que pierde la capacidad de contracción, esto provoca un aumento del volumen residual, lo que puede favorecer la aparición de infecciones de orina.
- Los órganos de la Pelvis también sufren cambios, los cuales contribuyen de forma negativa en la contención de la orina.
Las caídas es uno de los síndromes geriátricos que más perjudica a la persona mayor, por las consecuencias posteriores a la misma. Es muy importante conocer los factores que las provocan, puesto que de esa forma se podrá reducir las mismas si se incide en dichos factores de riesgo. Existen factores intrínsecos y extrínsecos. Los primeros de ellos hacen referencia a las alteraciones fisiológicas del mayor, enfermedades que padecen, así como los fármacos que incrementan riego de caída. Con el paso de los años las personas presentan alteraciones oculares, vestibulares, de propiocepción y musculoesqueléticas, las cuales pueden proceder de enfermedades que padecen o de la propia edad.
Todo ello único a la toma de fármacos como hipotensores, betabloqueantes, hipoglucemiantes, etc. puedan propiciar caídas. Los factores extrínsecos tienen que ver con el entorno que rodea a la persona mayor, las barreras arquitectónicas con las que se encuentra a la hora de moverse, tanto en su domicilio (alfombras, plantas, muebles en zonas de paso, etc.,) como en espacios públicos (escaleras, resaltes, bolardos, etc.,).
El deterioro cognitivo es la reducción o perdida de las funciones mentales superiores, lo cual también conlleva una gran pérdida de la autonomía personal, y llevo asociados otro tipo de síndromes o cuadros como por ejemplo la ansiedad y la depresión. El deterioro cognitivo se identifica en los mayores cuando se produce una alteración en los siguientes niveles: “Atención y concentración, lenguaje, gnosias, memoria, praxias, funciones visoespaciales, funciones ejecutivas y conducta”.
Por último, la inmovilidad, es la restricción del desplazamiento a causa de problemas físicos, funcionales o psicosociales, afectando por tanto a todas las actividades desarrolladas en el día a día. Debido a los cambios que se producen durante el envejecimiento, las personas mayores suelen tender a la inmovilidad, lo cual provoca consecuencias a nivel musculo-esquelético (rigidez articular, debilidad muscular, atrofias…), a nivel respiratorio (acumulación de secreciones que dan lugar a infecciones respiratorias), gastrointestinal (enlentecimiento en el tránsito intestinal que puede dar lugar a estreñimiento, impactaciones fecales), a nivel cardiovascular (bombeo menos eficaz, hipotensión ortostática, tromboembolismos), sistema nervioso (perdida reflejos corporales, mayor deterioro cognitivo), sistema urinario (cálculos e infecciones urinarias), alteraciones metabólicas, deshidratación (debido a la menor ingesta de líquido por hipoperfusión cerebral que disminuye la sed), hipotermia (por inactividad) y lesiones de la piel (ulceras por presión).
Debido a la gran relación que tienen todos los síndromes, es muy importante abordarlos desde un punto de vista holístico y multidisciplinar. Desde los centros STIMA realizamos al ingreso una valoración geriátrica integral donde se valora a la persona por un equipo multidisciplinar (terapeuta ocupacional, fisioterapeuta, medico, enfermera, neuropsicólogo, auxiliares de enfermería) para identificar aquellos factores de riesgo que puedan desarrollar o iniciar síndromes geriátricos, así como para tratar aquellos que estén presentes.
Creemos que los problemas no son el problema, sino la actitud que tengamos ante ellos. Por esa misma razón, enseñamos a nuestros mayores que si no son capaces de encontrar solución a una dificultad habrá que verlo “desde fuera”, desde “otra perspectiva”, y esto último se consigue pidiendo ayuda. Les hacemos entender que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de sensatez. Como ha quedado reflejado, estos síndromes afectan a nivel funcional, físico y cognitivo, por lo que las terapias son necesarias a la hora de prevenir y promocionar actividades que fomenten un buen estado de salud en nuestros mayores.