Con el objetivo de trasmitir esperanza y, también, para solicitar colaboración y solidaridad para seguir cuidando de las personas en situación de vulnerabilidad, Lares ha puesto en marcha la campaña “NO NOS HAGAN INVISIBLES».
Esta acción se concreta en una pancarta con ese lema, colgada de las fachadas más visibles de las 1.000 residencias de mayores, personas en situación de discapacidad, dependencia o en riesgo de exclusión social de Lares distribuidas por todo el país. “Esta pancarta simboliza el lugar común para que todos aquellos que quieran aportar todo tipo de recursos, puedan hacerlo”, indican desde Lares, invitación a todas las instituciones públicas y privadas, y a todas las personas, en general a ser solidaria.
“Queremos seguir manteniendo la atención sobre los mayores y personas en dependencia, también en la llamada desescalada. Necesitamos todas las ayudas posibles para seguir ofreciendo nuestro servicio esencial. La huella que está dejando el COVID- 19 es muy profunda”, advierte esta Federación.
Pero “NO NOS HAGAN INVISIBLES” es también un reconocimiento a la labor de los más de 35.000 profesionales de Lares. “No necesitan palmadas en el hombro, pero sí sentir el orgulloso reconocimiento de quienes conocen su ejemplo de cuidado, con la máxima dedicación, cariño y trato humanizante a las personas más golpeadas por la pandemia, olvidadas por muchos”, indican desde esta entidad.
No olvidar a las residencias de mayores en la desescalada
En este contexto, desde Lares se exige un modelo de desescalada que no olvide a las residencias de mayores. En un detallado Estudio realizado en las 17 Comunidades Autónomas, la Federación Lares marca las pautas de un plan real y eficiente que pone voz al sector de la población más afectado por el COVID-19 y, “tristemente, olvidado por las Administraciones Públicas”.
En el mismo Lares defiende que la situación de las residencias de mayores de cada Comunidad Autónoma, deben ser un indicador fundamental y prioritario, y no uno más, para determinar en qué fase debe quedarse ese territorio, y se advierte que se corre un altísimo riesgo de aumento de contagio por COVID-19 en las residencias de mayores que han quedado ignoradas y sin ser atendidas sus especiales condiciones de vulnerabilidad por razón de edad, patologías y ámbito de convivencia.
“Es inadmisible que, ahora, se siga cometiendo ese mismo error. Y, desde luego, ya no hay ninguna excusa que justifique ‘lo sobrevenido de la crisis’, porque se viene avisando reiteradamente por la Federación Lares en todas sus comunicaciones con todo tipo de interlocutores de gobiernos, grupos asociativos o medios de comunicación”, advierten.
Tal y como apuntan desde Lares, una teórica recuperación económica y social no puede dejar atrás a los más frágiles y vulnerables. “Las personas mayores no metieron el virus en sus residencias. Vino de fuera. Por eso es crítico que, ahora, en la llamada desescalada, se de un tratamiento de discriminación positiva para los empleados de estos centros (que son los que entran y salen) para frenar posibles cadenas de contagio. No podemos olvidarnos, otra vez, que el aislamiento ordenado en residencias de mayores es un mal trato para muchas personas con demencias, porque no lo pueden entender. No morirán de COVID-19, pero lo harán de soledad”.
Desde Lares se critica que las Comunidades Autónomas no han compartido experiencias, fortalezas y debilidades y transmiten una sensación de incertidumbre de volver a dejar olvidado al flanco más débil de la población contra el coronavirus: las personas mayores. Desde la voluntad de construir y como avance, Lares señala algunas medidas adoptadas por cada Comunidad Autónoma que se pueden tomar como buen ejemplo para que se trasladen a todos los territorios: