Un artículo de María Luisa Sacristán,
fisioterapeuta de la Red de Soporte Asistencial Los Llanos Vital
Según la OMS el 22,3% de los hombres con edades comprendidas entre los 65 y 74 años en España padecen obesidad. En el caso de las mujeres, dicho porcentaje asciende al 26.32%. Según esta misma fuente, un 60% de los españoles confiesa que ni siquiera camina. Además, diferentes estudios han demostrado que el sedentarismo afecta más a las mujeres que a los hombres y el riesgo aumenta después de la jubilación.
La obesidad y el sedentarismo van de la mano y este mal hábito cada vez es más frecuente en el estilo de vida de toda la población. En el sector de la tercera edad es aún más grave debido a que, con el paso de los años, el peso tiende a aumentar y la masa muscular a disminuir, pudiendo ocasionar que una persona no tenga suficiente fuerza para tenerse en pie y acabe perdiendo la autonomía.
Seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico diariamente es fundamental para disfrutar de un estilo de vida saludable y gozar de la calidad de vida física y mental apropiada en este tramo de la vida. Además, ayuda a evitar la aparición de enfermedades peligrosas como la obesidad, diabetes, alteraciones cardiacas e incluso deterioros cognitivos.
¿Qué es una dieta equilibrada?
Los expertos aseguran que no hay alimentos ‘malos’ sino dietas poco saludables. Una alimentación saludable se consigue comiendo la cantidad correcta de alimentos en la proporción adecuada. Comer una proporción adecuada de alimentos de los principales grupos, constituye la base del bienestar cotidiano que reducirá el riesgo de enfermedades a largo plazo.
Una alimentación saludable es esencial para tener una buena salud en cualquier etapa de la vida. Sin embargo, cuando se trata de personas mayores, llevar una dieta sana más que una recomendación, es una obligación. Por ello, una vez que se llega a la llamada tercera edad es vital aumentar el consumo de ciertos alimentos, tales como verduras y frutas, lácteos, pescados y hortalizas, además de no abusar de tres de ellos: azúcar, sal y grasas.
¿Qué es un estilo de vida activo?
El ejercicio físico se considera una terapia no farmacológica que nos permite llegar a la edad madura más autónomos e independientes. La actividad física en los mayores es necesaria. Irá en función de sus limitaciones y capacidades y siempre debe ser pautada o consensuada con el personal cualificado.
Un paseo diario de unos 10 o 20 minutos es suficiente para ayudar a mantener un peso corporal adecuado, rebajar la proporción de grasa corporal y que las personas mayores mantengan su movilidad y coordinación, algo fundamental para reducir caídas.
Esta demostrado que una persona mayor que fomenta una vida activa tiende a mejorar su calidad de sueño y controla el nivel de azúcar en la sangre, mejorando su presión arterial y su respiración.
Actividades como participar en grupos de fisioterapia, clases de yoga o pilates tienen múltiples beneficios en la salud de las personas de la tercera edad. Además de ser de las mejores herramientas para fomentar las relaciones sociales a la vez de aportar beneficios múltiples a nuestro organismo.
En caso de que la persona esté inmóvil, es aconsejable realizar entrenamientos de resistencia progresiva para mantener la movilidad de los músculos y así evitar las temibles caídas que tantas secuelas, tanto físicas como cognitivas, dejan en la población mayor.
Debido a que la esperanza de vida aumenta progresivamente en nuestro país es fundamental llegar lo mas sanos posibles al final de nuestra etapa. La concienciación en este aspecto también es muy importante. Las personas mayores son un grupo de riesgo para muchas enfermedades como la COVID-19, además muchos estudios resaltan que la obesidad y la falta de movilidad juegan en contra de la recuperación en pacientes infectados mayores e incluso aumentan las estadísticas de mortalidad. Esto nos debe hacer conscientes de que comer bien y estar activos salva vidas.