Un artículo de María Gómez Almendariz, fisioterapeuta de la residencia Amavir Arganzuela
En los últimos tiempos la vida decidió retarnos limitando nuestro movimiento a apenas a unos metros cuadrados, y en el mejor de los casos, a unos metros a la redonda durante casi tres meses, obligándonos a reflexionar sobre la importancia que tiene el ejercicio físico en todos nosotros, pero sobre todo en los mayores. El ritmo frenético del día a día no nos hacía pensar en lo necesario que es esa actividad diaria y el gran beneficio que nos aporta. Durante todo este tiempo, hemos sido conscientes de que necesitamos movernos, tonificar y movilizar nuestras articulaciones, ya que si no nuestras capacidades se merman y se reducen. Además, también nos hemos dado cuenta de que el ejercicio físico es un bien tan necesario para nuestro cuerpo, como para nuestra mente.
Por ello, me gustaría resaltar el valor que ha tenido durante este periodo excepcional el deporte en todos los grupos de población, pero especialmente en nuestros mayores, quienes viven una situación de mayor vulnerabilidad. El ejercicio no solo es capaz de aportar beneficios a nivel músculo esquelético, si no también nivel psicológico. De este modo, cuánto más activos estemos y más ágiles nos encontremos, mayor será la sensación de juventud y de ligereza en nuestro interior.
La práctica del entrenamiento produce liberación de endorfinas, lo que provoca que se genere en nuestro cuerpo una sensación de bienestar, disminuyendo la sensación de dolor. Es por ello, como comentaba antes, que la realización de ejercicio físico, nos ayuda a mantener un buen estado mental y ayuda a liberar tensiones, algo que ha podido comprobarse en estos días que nos han tocado vivir. Es necesario que se fomente este tipo de terapia en todos los niveles, pero sobre todo en nuestros mayores.
La práctica del ejercicio moderado en personas de avanzada edad, siempre adaptado a sus posibilidades y bajo la supervisión de un profesional, ayuda a mantener y prolongar en el tiempo su capacidad activa, dotándoles de la autonomía necesaria para realizar todas sus actividades básicas diarias. De esta forma, se evita una mayor degeneración articular y pérdida de masa muscular que puede provocar, a la larga, un aumento en el índice de caídas, dolores asociados o incluso síndromes derivados del inmovilismo, llegando a ser perjudiciales para la salud. También es importante adoptar medidas preventivas a través de la realización de ejercicios para dotar a nuestra musculatura de fuerza y elasticidad y a nuestras articulaciones del movimiento necesario para completar su rango natural.
La práctica deportiva ayuda a evitar que entremos en una fase de abandono, sobre todo en los mayores adultos, y favorece que no limitemos la actividad, minimizando los riesgos que ello conlleva, ya que en ocasiones puede generar que dicha limitación haga que la persona entre en un hábito de inmovilismo, suponiendo en muchas ocasiones un estado de aislamiento. Incentivar y animar a la realización de gimnasia hace que la persona mayor se mueva y se mantenga activa física y socialmente. Son tantos los beneficios que ello conlleva para la salud de nuestro mayor que podemos enumerar una larga lista:
- Favorece la buena circulación sanguínea, minimizando los riesgos de trombosis venosa o úlceras de presión, más propensas en el mayor.
- Aumenta la capacidad respiratoria, evitando la aparición de disnea y fatiga.
- Ayuda al aumento del tono muscular para contrarrestar así los efectos de la atrofia que en el mayor viene asociado al paso de la edad.
- Se regula la tensión ortostática, dado que el desequilibrio es más común en gente mayor provocando mareos y pérdidas de la estabilidad.
- Se consigue limitar la aparición de deformidades musculo esqueléticas que van asociadas a la degeneración articular y pérdida de elasticidad de las fibras musculares con la edad.
- Se reduce el riesgo de caídas al fortalecer todo el sistema siendo éste un factor con alto índice en la sociedad anciana.
- Mejora el bienestar físico y mental: mayor autonomía e independencia, menor nivel de ansiedad y depresión.
- Se alivia los múltiples dolores asociados al trascurso de los años.
- Se previene el envejecimiento prematuro.
Reflejando de esta manera los múltiples beneficios del ejercicio, podemos valorar también la gran importancia de los profesionales del sector que la ejecutan para llevarla a cabo, porque son ellos quienes se encargan de promover y divulgar las bondades de su práctica y los que nos van a guiar en la correcta realización del mismo.
Es importante que el ejercicio se realice al menos entre 2 o 3 veces por semana con una duración mínima de unos 45 minutos. Debe llevarse a cabo a través de un programa adecuado de rehabilitación física y haber una constancia y esfuerzo en el mismo. Es necesario evaluar esa necesidad en el mayor para desarrollar el mejor plan de intervención y lograr así los máximos objetivos posibles, por eso no hay que olvidar el papel fundamental del fisioterapeuta y terapeuta ocupacional en estos casos.
Por último, es importante señalar la relevancia que tiene envejecer activamente mediante el ejercicio físico ya que proporciona mejor calidad de vida y una esperanza mayor de la misma en una sociedad cada vez más envejecida. El confinamiento nos ha permitido reflexionar sobre todos estos aspectos, puesto que hemos visto mermadas todas nuestras capacidades ante la pandemia vivida y hemos podido comprobar cómo nuestro cuerpo ha sufrido cambios derivados de la inactividad. Que mejor espejo que el de nosotros mismos para promover que nuestro estilo de vida sea más saludable a través del deporte y mostrárselo a nuestros mayores. Porque con pequeños cambios que hagamos en su rutina conseguiremos grandes objetivos. Seamos ejemplo y contribuyamos entre todos a dar visibilidad a la importancia de la actividad física en nuestras vidas.