Los expertos de Fundación ACE – Barcelona Alzheimer Treatment & Research Center han elaborado un práctico decálogo con recomendaciones para ayudar a las personas que conviven con la enfermedad de Alzheimer durante las vacaciones de verano.
Visitar entornos conocidos, cuidar la alimentación y la hidratación para evitar golpes de calor y mantener actividades de estimulación cognitiva como leer, pasear o pintar son algunos de los consejos que se incluyen es este decálogo. Y es que en época estival es habitual que la rutina y los hábitos de muchas familias sufran cambios, pero estas alteraciones pueden afectar directamente a las personas con Alzheimer y a sus cuidadores.
A ello se suma que, en los últimos meses, las rutinas ya se han modificado debido al confinamiento por la COVID-19 y, por tanto, este año hay que tener mucho más presente la importancia de mantener los hábitos. Por este motivo, en la medida de lo posible, resulta necesario mantener una actividad cognitiva y física diaria, como establecer una serie de pautas o actividades cotidianas y hacer que la persona participe en tareas sencillas como poner la mesa o jugar una partida de dominó. De esta forma se pueden evitar situaciones de ansiedad o estrés generadas por el exceso de estímulos.
Tal y como destacan los especialistas, los entornos conocidos y los ambientes relajados son los más adecuados para que las personas con Alzheimer puedan sentirse cómodas y evitar así las situaciones de peligro y desorientación. Recomiendan, también, que los afectados estén acompañados en todo momento, especialmente en espacios abiertos como la playa.
América Morera, subdirectora de la Unidad de Atención Diurna de Fundación ACE, recalca que lo más importante es adaptarse a las necesidades y capacidades específicas de cada persona, y destaca la importancia de que el cuidador o la cuidadora principal también pueda descansar y recuperar fuerzas en este periodo. «No hay que renunciar a las vacaciones, se trata de adaptarse a la nueva situación para que el verano pueda ser un tiempo de descanso y confort para todos«, explica Morera.
El riesgo de deshidratación y golpe de calor es mayor en las personas con demencia
Las altas temperaturas y el exceso de calor pueden producir una pérdida de líquidos y sales minerales necesarias para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Es habitual que las personas con demencia no recuerden cuál es la última vez que han bebido, que tengan menos sensación de sed y que, además, hagan una dieta poco variada. Por otra parte, también es probable que estén expuestas al sol durante más tiempo del recomendado y, por tanto, existe el riesgo de que puedan aparecer deshidratación y golpes de calor.
En este sentido, Natalia Tantinyà, jefa de Enfermería de la Unidad de Atención Diurna de Fundación ACE, recomienda a los cuidadores y cuidadoras estar especialmente atentos a las personas con demencia y asegurarse de que mantienen hábitos y rutinas saludables para hacer frente al calor. «Según los hábitos y rutinas diarias de cada persona, hay que asegurar que se toman las medidas adecuadas para prevenirlos golpes de calor, como que beben agua de manera habitual, no salir a la calle durante las horas de más calor (como el mediodía o las primeras horas de la tarde), evitar las comidas demasiado calientes y vestir ropa ligera», indica esta especialista.
Estas son algunas de las pautas que los profesionales aconsejan seguir para evitar la deshidratación u otros problemas de salud derivados de las temperaturas elevadas. Los signos y síntomas que se pueden detectar en los golpes de calor son el dolor de cabeza y el mareo, la respiración y la frecuencia cardíaca aceleradas o, incluso, alteraciones en el comportamiento. Por todos estos motivos, en el caso de las personas con demencia, es necesario que sus cuidadores y cuidadoras y su entorno más cercano presten atención a la posible aparición de estos síntomas y, si es necesario, contactar con los servicios sanitarios.