Con el objetivo de analizar el posible empeoramiento durante el confinamiento de los síntomas de demencia en quienes la padecen, así como en la salud, bienestar y percepción de calidad de vida de sus cuidadores, la Fundación Pasqual Maragall ha realizado una detallada encuesta a 170 cuidadores familiares.
Y es que la pandemia de la COVID-19 ha tenido efectos especialmente negativos en las personas mayores y, en particular, en aquellas que padecen Alzheimer y otras demencias. A la alta mortalidad del colectivo por el coronavirus (en España, el 86,3% de los fallecidos tenía más de 70 años) se une el impacto de las medidas de distanciamiento social y el confinamiento en la salud física y emocional de las personas con Alzheimer y de sus familiares cuidadores.
Esta encuesta se realizó entre el 10 y el 18 de junio, por teléfono, mediante un cuestionario de 23 minutos de duración media a familiares que forman o han formado parte de del programa de grupos terapéuticos de la Fundación. La misma revela que el 61% de los cuidadores ha dedicado todo el día a cuidar a su familiar con Alzheimer, siendo de 18 horas diarias el tiempo medio de su labor, cuatro horas más que lo estimado antes de la pandemia. También cabe destacar que un 36% de los cuidadores no ha compartido la labor con nadie y un 21% se ha ocupado además de otra persona. Esta situación ha provocado, en un 45% de los encuestados, la percepción de que su propia salud ha empeorado, tanto física como mentalmente.
Tal y como afirma la Dra. Nina Gramunt, neuropsicóloga y directora técnica del Área Social y de Divulgación de la Fundación Pasqual Maragall, “los principales aspectos referidos han sido variaciones en el peso, empeoramiento del estado de ánimo, aumento de dolores y malestares y problemas para dormir. La percepción de estos cambios ha sido más acusada entre los cuidadores cuyo familiar asistía a un centro de día”.
Por otro lado, el 67% de los encuestados afirma que su familiar con Alzheimer ha padecido un deterioro durante el confinamiento, particularmente en aquellos comprendidos entre los 75 y los 79 años. El 48% de los cuidadores percibe un empeoramiento considerable en los síntomas cognitivos de la enfermedad y/o un aumento de la dificultad de la persona con Alzheimer para llevar a cabo las actividades cotidianas, un 70% de estos ha percibido un empeoramiento de la memoria, seguidos de problemas de orientación (58%) y razonamiento y lógica (58%). El 72% de los cuidadores manifiesta que su familiar con Alzheimer ha presentado cambios conductuales, siendo los más frecuentemente destacados los problemas del sueño (64%) y la apatía (51%).
Principales dificultades y carencias durante el confinamiento
La Dra. Nina Gramunt destaca que “para los cuidadores, el cumplimiento de las normas de distanciamiento, higiénicas y de protección de la persona a la que cuida ha sido una de las grandes dificultades durante el confinamiento”. A éstas se le suman el hecho de cuidar y atender sus propias necesidades de bienestar y salud, y sobrellevar la carencia de contacto físico y social. En total, el 65% ha echado en falta algún tipo de ayuda, sobre todo apoyo sanitario y asistencial.
En concreto, los cuidadores que llevaban a sus familiares con Alzheimer a un centro de día declaran un menor interés por hacer cosas, más malestares y estar menos alegres, que aquellos cuyos familiares no eran usuarios de este servicio. No obstante, un 60% declara haber aprendido de su capacidad de adaptación, y la mitad de ellos afirma haber conocido mejor los síntomas de la enfermedad durante el confinamiento.
Las personas interesadas pueden consultar aquí la encuesta completa.