Con el objetivo de atender a personas mayores con discapacidad intelectual, consideradas en riesgo social a consecuencia de la crisis sanitaria por la COVID-19, desde Down Madrid se está llevando a cabo el ‘Proyecto de gestión de la triple vulnerabilidad ante el COVID-19: Edad avanzada, discapacidad intelectual y padres muy mayores’.
Tal y como advierte el coordinador de Envejecimiento Activo y Vida Adulta de Down Madrid, Jorge González, las personas con discapacidad intelectual mayores de 40 años “necesitan urgentemente un número importante de acciones que ayuden a paliar esta situación de gran vulnerabilidad”, debido a su edad, nivel de discapacidad y grado de dependenci». Por ello, la entidad, gracias a la colaboración de la empresa Bridgepoint, ha desarrollado este proyecto dirigido a minimizar el impacto social e incrementar la autonomía personal de este sector poblacional, “muy dependiente de la ayuda externa”.
Down Madrid refuerza así la atención a las personas mayores con discapacidad y sus múltiples necesidades, acrecentadas con la actual emergencia sanitaria por el coronavirus, con una intervención directa. Se apuesta por la formación de habilidades de autonomía personal, el apoyo psicológico y el asesoramiento laboral.
Y es que, según las previsiones de esta entidad, un 20% de las personas con discapacidad intelectual van a perder su empleo. “Necesitamos apoyar a estas personas para que sigan teniendo una rutina en el periodo de ‘parón laboral’ y continúen formándose para que puedan conseguir un nuevo empleo lo antes posible”, señala Jorge. En paralelo, también se han detectado otras realidades que requieren igualmente de atención y no pueden pasar desapercibidas, como son la falta de apoyos a personas mayores con discapacidad intelectual cuyos cuidadores principales son muy mayores o están enfermos y, por lo tanto, también son más vulnerables.
En esta línea, el coordinador de Vida Adulta y Envejecimiento Activo recalca que “estas personas mayores con discapacidad intelectual son las que menos están saliendo y más dificultades van a tener para hacerlo por el miedo a infectarse y poner en riesgo a sus familiares tan mayores, pero sí requieren de apoyo en tareas del hogar y a nivel psicológico, así como continuar con sus tratamientos de estimulación”. Para evitar que sufran un deterioro importante e irreversible de sus competencias, el proyecto garantiza una atención completa y personalizada.
Todo ello convive con un contexto extraordinario, puesto que cada vez hay más personas con discapacidad intelectual en la etapa de la vejez, debido al incremento de la esperanza de vida de este sector poblacional. “A diferencia de las personas con discapacidad intelectual que nacen actualmente, nuestros mayores no han contado con tanta estimulación a lo largo de su vida”, señala este experto, quien especifica que ello les convierte en más dependientes y con necesidades especiales. “Enseñarles a responder y adaptarse a las exigencias surgidas por la COVID-19 es todo un reto”, advierte.
Las experiencias vividas durante el confinamiento por familiares de personas con discapacidad muestran esta necesidad, como es el caso de Inma Elizalde, ex-paciente de coronavirus, y su hermano Francisco Elizalde, de 51 años y con discapacidad intelectual. Ambos se encontraban solos en Madrid y sin familia y, a pesar del apoyo proporcionado por la entidad, Inma reconoce que estuvo “intranquila” ante un posible ingreso hospitalario porque nadie podía atender a su hermano si la aislaban.
Por otra parte, la pandemia también ha cambiado las rutinas y los hábitos de toda la población, independientemente, de la edad. Sin embargo, estos cambios afectan de diferente forma si se tiene en cuenta el componente de discapacidad y grado de dependencia. “Es muy importante que nuestros mayores retomen sus actividades y continúen sus tratamientos para que no padezcan un retroceso de sus habilidades y, sobre todo, para que mantengan una adecuada salud mental”, señalan desde Down Madrid.
Hasta el momento, esta entidad ha finalizado la primera fase del proyecto con la identificación de situaciones de riesgo social y está sumergida en la reincorporación de los mayores a sus actividades, focalizando esta fase en el aprendizaje y la interiorización de las medidas y protocolos de seguridad, tanto en el centro como en el transporte.
A su vez, se ha ofrecido un nuevo servicio, el curso ‘Aula digital para el empleo’, que busca ofrecer un programa formativo basado en el aprendizaje de competencias digitales y otras competencias necesarias para adaptarse a la nueva situación del mercado laboral.