Un artículo de David Facal Mayo,
Profesor del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Psicólogo en la Unidad de Psicogerontología de la Universidad de Santiago de Compostela
Investigador del proyecto RESICOVID
El impacto de la crisis del COVID-19 sobre los mayores es muy evidente por ser la franja de población más vulnerable. La OMS ha advertido que la población mayor de 60 años es la que tiene mayor riesgo de tener síntomas graves si se contagian de esta nueva enfermedad. La OMS también ha sido clara en que las personas con comorbilidades como diabetes, HTA, obesidad, cáncer y problemas respiratorios o cardíacos tienen todavía más probabilidades de contraer el virus y morir. Las medidas tomadas para combatir esta pandemia se basan en soluciones como el distanciamiento social o el confinamiento.
En la población mayor española se han empezado a publicar estudios sobre los efectos del estado de alarma decretado por el Gobierno de España de marzo a junio de 2020. Dichas investigaciones parten de que el confinamiento estricto y el miedo al contagio suponen un escenario especialmente propicio para el aumento de la soledad y el distrés. Sin embargo, la evidencia recogida no encuentra diferencias en el grado de emociones negativas como ansiedad o estrés experimentado por adultos mayores que residían en la comunidad de las experimentadas por adultos de mediana edad y jóvenes.
Se hace énfasis en la importancia de los recursos personales para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, incluyendo la capacidad de resiliencia, la gratitud y una percepción positiva del proceso de envejecimiento. Conviene tener en cuenta que dichos estudios se realizaron a través de herramientas telemáticas, por lo que es esperable en cuanto al nivel socioeconómico de los participantes.
En la población mayor que ha sufrido infección por SARS-COV-2, los estudios sobre los efectos afectivos y neuropsicológicos de dicha afección son todavía escasos. Se conoce que el virus no provoca solo afectación pulmonar, si no también alteraciones del sistema nervioso central que en la fase aguda de la enfermedad puede resultar en delirio, particularmente en pacientes mayores frágiles y/o con deterioro cognitivo. Medidas preventivas como el uso de equipos de protección y el aislamiento pueden agravar este tipo de alteraciones, por lo que se recomiendas intervenciones preventivas de tipo no farmacológico.
Respecto a las futuras investigaciones, se recomienda realizar un diseño de investigación cuidadoso, seguir altos estándares éticos, armonizar las variables en la medida de lo posible entre las distintas investigaciones a nivel internacional, y subrayar la colaboración interdisciplinar.
En estos momentos estamos explotando datos preliminares de un estudio multicéntrico en residencias, llevado a cabo en Galicia y la Comunidad Valencia, sobre el efecto de diferentes grados de confinamiento y la presencia o no en el centro de casos de infección por SARS-COV-2. Dicho estudio, denominado RESICOVID se encuentra en fase de elaboración y pretende arrojar luz sobre las secuelas del confinamiento a nivel físico y cognitivo.
La Asociación Galega do Sector da Dependencia (AGASEDE) participa en un estudio RESICOVID con la USC y la Universitat de València sobre las consecuencias del confinamiento en residencias.
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