Las residencias de mayores se han convertido en una nueva vía para contribuir a mejorar la situación que acucia a la ‘España Vaciada’, ya que generan riqueza, contribuyen a fijar población en la zona e incluso rejuvenecen el panorama de muchos pueblos.
Al mismo, tiempo sus residentes disfrutan de una atención más personalizada que mejora la calidad de vida de los mayores en un entorno mucho más sosegado, lejos del estrés. Así, las residencias de ancianos de las zonas rurales pueden ser salud para los mayores y revalorización para estos territorios.
Soria es un ejemplo de esta situación. Esta provincia, epicentro de la ‘España Vaciada’, no alcanza los 100.000 habitantes, de los que alrededor de 23.000 son personas mayores de 65 años. Y, curiosamente, es la zona de España con el mayor ratio de plazas de residencia para personas mayores, 10,9 plazas por cada 100 personas de más de 65 años. Estas plazas nunca se cubren en su totalidad, no hay listas de espera, alrededor de 12% de plazas están siempre libres -algo más de 300 camas- principalmente en residencias rurales. Una cifra que contrasta con las que se encuentran en las grandes ciudades donde la espera parara lograr acceder a una residencia, ya sea pública, privada o concertada, llega alargarse más de un año.
En muchas poblaciones rurales de la ‘España Vaciada’, como sucede en el pueblo soriano de Almarza, con 500 habitantes y una residencia de ancianos gestionada por Caja Rural de Soria, estos centros residenciales para mayores son un motor económico fundamental. Se convierten en la mayor empresa de la zona, tanto por la inversión que producen como por el número de puestos de trabajo que generan. Las residencias de ancianos crean puestos de trabajo cualificados, sobre todo en el segmento femenino como en el ámbito sociosanitario, lo que las convierte en motores que hacen revivir a los pueblos. No solo por los puestos directos y cualificados (médicos, enfermeras, auxiliares, cocineros, servicio de limpieza, trabajadores sociales, geriatras, fisioterapeutas, etc.) sino también por el empleo indirecto que incentivan.
Siguiendo con el ejemplo Almarza, su residencia ofrece 50 plazas y esto se traduce en cerca de veinte puestos de trabajo. De todos ellos, el 30% de los trabajadores viven o han decidido trasladar a vivir a este pueblo de algo más de 500 habitantes o pedanías cercanas. Por otro lado, esta residencia intenta trabajar, en la medida de lo posible, con proveedores locales y comercios de la zona poniendo su granito de arena para mejorar la economía del municipio. De esta forma pueden mantenerse locales como las farmacias y otros comercios como las panaderías, tiendas de alimentación, carnicerías, colmados, que en muchas poblaciones de Soria y otras zonas de la España Vaciada están en vías de desaparecer.
“Las residencias de mayores en las zonas rurales sirven para afianzar población. Por un lado, con los residentes del propio centro y también por los puestos de trabajo que estas residencias crean. A esto sumamos que son generadores de riqueza a los comercios y proveedores de la zona”, explica Javier Gracia, de Caja Rural de Soria.
Pero estas residencias rurales no son solo algo positivo desde el punto de vista del territorio y la economía sino también para las personas que allí viven. La atención más personalizada y el trato cercano con los residentes contribuyen a que los mayores envejezcan con salud. La contaminación, el ruido, las prisas y el estrés que van unidos intrínsecamente a las grandes ciudades muchas veces provoca que, tras la jubilación, las personas busquen un entorno rural conscientes de beneficio que les puede aportar. Las ciudades no están pensadas para los mayores y cada vez son más hostiles hacia este tipo de personas, que a su vez necesitan otros tiempos y ritmos que la gran ciudad no les ofrece y les hacen sentirse desplazados.
La máxima de las residencias de ancianos debe ser la de dar respuesta a las necesidades de las personas mayores mediante una cartera y oferta de servicios globales a su medida. Y las residencias rurales de ancianos ofertan estos servicios con profesionalidad y con una calidad mayor que le ofrece el territorio. Un entorno en contacto con la naturaleza, como ofrece la residencia de Almarza, rodeada de tranquilidad y con todos los servicios sociosanitarios y médicos.
En este sentido Pilar Modrego, directora de la Residencia de Almarza, señala que “el pueblo es una extensión más de la residencia. Mientras que en las grandes ciudades los mayores permanecen en las instalaciones de la residencia por miedo a pasear en el estrés que tiene una ciudad, en las zonas rurales las personas mayores tienen más libertad de movimiento, pasean por el pueblo diariamente o por caminos cercanos y así hacen ejercicio y se relacionan con el entorno mejorando su salud física y su bienestar psicológico”.
En la actualidad, las residencias situadas en zonas rurales cuentan con los mismos servicios que aquellas que están asentadas en las grandes ciudades. Todas ellas se asientan sobre un buen equipo profesional formado por médicos, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas, especialistas en terapia ocupacional, etc. Pero con la ventaja de que al ser más pequeñas los mayores están atendidos como en una pequeña familia, sin ser un número sino una persona con nombre y apellidos y con una atención mucho más personalizada. Además, “las residencias de mayores en las zonas rurales, como la que gestionamos en Almarza, con frecuencia son centros mucho más abiertos que los de las ciudades y hacen posible un mayor contacto y participación de las familias y personas cercanas al residente”, destaca Pilar Modrego.
Los precios también son otro de los puntos fuertes de las residencias rurales. Mientras la media del coste de una residencia en España está en 1.700 y 1.900 euros si es privada o pública, y llegar a ascender a más de 2.000 euros en ciudades como Madrid, Guipúzcoa o Málaga, en zonas rurales como Soria este desembolso puede bajar en más del 60%.
A pesar de esta crisis social y sanitaria, que tan duramente ha golpeado a las personas mayores y a los centros de mayores, estas residencias de las zonas rurales están abiertas y siguen trabajando dentro de su burbuja para con el bienestar de los más a mayores y para la tranquilidad de sus familias, comentan desde Caja Rural de Soria.