El estrés vivido por las muertes, el miedo al contagio y, sobre todo, la angustia por ser ellos los portadores del virus y poder contagiar a las personas mayores con las que trabajan, está generando problemas de salud, a nivel físico y psíquico, a los trabajadores y trabajadoras de las residencias, tal y como advierte la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX).
Por ello, desde la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría se reclama la urgente necesidad de implementar programas de prevención de riesgos psicosociales laborales en el sector de las residencias de mayores, que puedan paliar estas situaciones y mejoren el bienestar de los trabajadores y trabajadoras de los centros gallegos.
Y es que las consecuencias de la pandemia vivida desde el pasado mes de marzo está teniendo efectos muy negativos en el estado de salud físico y psíquico de los trabajadores de residencias de mayores en Galicia, que están experimentando riesgos psicosociales laborales a causa del contacto con la muerte y el dolor al que han estado expuestos.
Así, entre estos profesionales se han encontrado niveles altos de estrés traumático secundario, siendo todavía más altos entre aquellos trabajadores de residencias en las que se detectaron casos positivos de COVID-19. El estrés traumático secundario se define como el conjunto de emociones y conductas que aparecen como resultado de ser testigos del trauma que ha vivido otra persona, o bien de ayudar o cuidar a una persona traumatizada. Los síntomas son parecidos a aquellos experimentados por las personas que viven el trauma en primera persona.
Médicos, enfermeras/os, auxiliares de enfermería y de geriatría, trabajadores sociales, psicólogos/as, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, directores/as y coordinadores/as de los centros gallegos presentan síntomas de estrés que podrían afectar gravemente a su bienestar y salud.
También se ha detectado entre el personal un acusado miedo al contagio, a pesar del gran esfuerzo que están haciendo los centros aplicando todas las medidas necesarias de sus planes de contingencia. A este miedo se une la angustia que sufren diariamente los trabajadores y trabajadoras gallegos a ser ellos los portadores del virus y contagiar a los residentes del centro en el que trabajan, ya que son muy conscientes de que las personas mayores son un colectivo con un alto grado de vulnerabilidad y elevado porcentaje de mortalidad, que en nuestro país ya se acercan a las cifras americanas, en torno al 19,3% del total de personas que viven institucionalizadas.
A todo ello hay que añadir que una gran parte de los profesionales gallegos están acumulando mucha inseguridad y ansiedad por la sensación que tienen de que la sociedad les está valorando injustamente, puesto que ellos hacen todos los esfuerzos posibles por cuidar bien a sus residentes y protegerles del contagio, y esto no es siempre percibido así por la ciudadanía o por las administraciones.
A juicio de la SGXX es urgente modificar el protocolo de intervención en centros, dado el número de muertos que hay en las residencias gallegas. Es imprescindible que se deriven a las personas positivas a los centros intermedios, como ya están haciendo otras comunidades y también se hizo con buen criterio en Galicia en el mes de marzo, a sugerencia de la Sociedad Gallega de Xerontoloxía a Xeriatría. Además de estas derivaciones, los geriatras y gerontólogos gallegos recuerdan que también es necesario establecer controles PCR semanales a los residentes y al personal.
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