Con el objetivo de garantizar el uso racional de los medicamentos, aportar calidad y seguridad al proceso farmacoterapéutico y mejorar los hábitos de prescripción médica para los usuarios de centros sociosanitarios, el Gobierno de Cantabria ha puesto en marcha un proyecto, liderado por Farmacéuticos de Atención Primaria, además de la mejorar la calidad de vida de los pacientes de estos centros, podría conllevar un importante ahorro económico.
En ese contexto de necesidad de revisión de la medicación de los pacientes de centros sociosanitarios, María Oro Fernández, farmacéutica de Atención Primaria y Responsable de la revisión farmacoterapéutica individualizada de los medicamentos prescritos en receta electrónica en los Centros Sociales Residenciales de Cantabria, destacó durante su ponencia en el I Encuentro en la Red SEFAP 2020 que la atención farmacéutica “es imprescindible” a la hora de realizar una adecuada revisión encaminada a la optimización terapéutica en los pacientes en centros sociosanitarios.
Esto se debe entre otras cosas, según afirmó Oro Fernández a que los pacientes de residencias suelen ser crónicos y tener pautas de medicamentos muy estancas y mantenidas en el tiempo. “La situación clínica del paciente va cambiando, pero la medicación, en vez de ir adaptándose a esos cambios, permanece inalterable”, advirtió esta experta.
Desde la puesta en marcha de este programa, las farmacéuticas de Atención Primaria cántabras implicadas en el mismo han realizado la revisión a la mayoría de los pacientes institucionalizados de Cantabria. El análisis de los resultados de los primeros 40 centros arroja unos datos de 2.293 pacientes revisados (71,5% mujeres) con una media 84,2 años y 8 principios activos prescritos. Para los mismos se han realizado 3.960 intervenciones (1,7 de media por paciente). Además, se han detectado 230 pacientes susceptibles de revisar la forma de administración de fármacos y en estos pacientes se han descrito 395 consejos de administración.
“Los farmacéuticos de Atención Primara revisamos la historia clínica completa de cada paciente, tanto la de hospital como la de Atención Primaria, y contrastamos la información extraída de la historia clínica con los medicamentos prescritos en receta electrónica. Con esos datos, entre otras cosas, evaluamos la indicación de los fármacos prescritos, proponemos reevaluar su eficacia, revisamos las dosis, proponemos cambios en pautas, alertamos de la duración excesiva de determinados tratamientos, de las duplicidades y de las interacciones, comprobamos las alertas de la Agencia Española del Medicamento y Productos sanitarios (AEMPS), revisamos las alergias o intolerancias de los pacientes, investigamos las posibles reacciones adversas o cascadas terapéuticas, interacciones entre los fármacos, ajustes a función renal y hepática, etc.”, explicó María Oro Fernández, indicando que “con todo ello, realizamos ciertas intervenciones o propuestas de cambios en la medicación encaminadas a la optimización terapéutica y al uso racional de medicamentos”.
Esas intervenciones y propuestas quedan reflejadas en un informe de adecuación farmacoterapéutica de cada paciente al que se añade otro, en el caso de pacientes con sondas de alimentación artificial o suplementos nutricionales, con consejos sobre cómo administrar los fármacos. Los dos informes se remiten al médico de atención primaria correspondiente, que revisa todas las intervenciones y recomendaciones y aplica aquellas que estima oportunas, que luego son estudiadas en las reuniones multidisciplinares en las que participan el propio médico, la farmacéutica de atención primaria y enfermería.
En base al Algoritmo de revisión de la medicación SEFAP 2012, de las intervenciones realizadas por los Farmacéuticos de Atención Primaria, las más recurrentes hacen referencia a temas de necesidad (medicamento no indicado que está pautado, medicamento requerido no prescrito, indicación puntual que no existe y varias prescripciones para la misma indicación), que representan el 37%, dosis/pauta (37%) y seguridad (20%).
Los grupos terapéuticos más afectados por las mismas han sido los relacionados con el sistema nervioso (1423 intervenciones), el tracto gastrointestinal (718) y el sistema cardiovascular (439). En total, de las 3.960 intervenciones realizadas hasta la fecha por los FAP, más de una de cada dos (56%) ha sido aceptada, sólo un 23% han sido rechazadas, mientras que un 11% han sido justificadas clínicamente, lo que para la farmacéutica es “positivo” porque el médico considera mantener la prescripción justificando el porqué tras evaluar el beneficio riesgo de esa prescripción.
Atención centrada en la persona desde la farmacia de Atención Primaria
Como señaló María Oro, los farmacéuticos de Atención Primaria del sistema cántabro de Salud realizan en los centros sociosanitarios una atención “centrada en la persona”, revisando uno por uno los historiales de cada paciente y haciendo las recomendaciones para la optimización farmacoterapéutica de forma personalizada. Esta personalización de la atención va muy en la línea de los estipulado en el documento Posicionamiento SEFAP en la Atención Farmacéutica en Centros Sociosanitarios, presentado en septiembre, en que se señala que la meta es avanzar hacia “una prescripción de medicamentos efectiva, segura y eficiente, a través de una atención farmacéutica personalizada, que favorezca la obtención de mejores resultados en salud de las personas que viven en centros sociosanitarios y que se ajuste a sus necesidades y expectativas, así como a las de los profesionales”.
En ese documento, la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) ya reivindicaba también que la cartera de servicios de los FAP, así como las competencias y habilidades que han ido adquiriendo a lo largo de su desarrollo profesional, “los sitúa como los profesionales más capacitados para proporcionar una atención farmacéutica a los pacientes de los centros sociosanitarios», y añadía que los pacientes institucionalizados se encontrarían entre aquellos “que más pueden beneficiarse de una Atención Farmacéutica integral por tener un mayor riesgo de sufrir problemas relacionados con el uso de medicamentos”.
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