Las personas mayores no han tenido desescalada en la pandemia, porque siguen encerradas en las residencias o en sus domicilios, y no disfrutan de sus derechos como los demás, tal y como pusieron de relieve los expertos que participaron en la segunda sesión de las Jornadas “Todos contra el abuso y maltrato a las personas mayores”, organizadas por CONFEMAC.
En el marco de este encuentro, la periodista y presidenta de “Mayores del Siglo XXI”, Loles Díaz Aledo, recalcó que las personas mayores no pueden recibir visitas, que los voluntarios que ayudaban al acompañamiento o a otros servicios sólo atienden por teléfono, que no ven a nietos ni hijos por seguridad, o incluso han disminuido o no reciben las atenciones médicas para sus dolencias crónicas. Esta situación ha provocado que las personas mayores que viven solas estén aún más solas, porque los centros de mayores de casi todas las comunidades autónomas han cerrado, y ya no tienen con quien relacionarse.
“Las consecuencias que puedan tener son irremediables, e incluso han terminado en suicidio”, tal y como advirtió el Director de la Confederación Estatal de Mayores Activos (CONFEMAC), Vicente Pérez Cano, quien señalo también que preocupa el paternalismo de las familias en estas situaciones, porque “aunque se actúe de buena fe, la protección excesiva a las personas mayores puede tener consecuencias nefastas. No dejar que abracen a los nietos, prohibir que vayan a misa, impedir que acudan al centro de salud, al supermercado, o que no puedan ir a dar un paseo con amigos por su seguridad, son casos que nos han llegado al teléfono del maltrato de personas mayores, desesperadas por no poder ejercer su derecho a decidir”.
En esta línea, el Fiscal Fernando Santos Urbaneja comentó que las personas mayores son capaces de “inmolarse” por no ir en contra de la familia o de la misma sociedad. De este modo, el titular de la Fiscalía de Córdoba destacó la creación la Sección de Personas Mayores y con Discapacidad, “que no es penal ni llega a tribunales, sino de protección de los derechos de las personas vulnerables, como los abuelos esclavos, los abusos patrimoniales, el abandono y la soledad no deseada –que es nuestra otra pandemia–, los abusos de las empresas de servicios y, por supuesto, el nivel de calidad de atención en las residencias, entre las que hemos comprobado que el que tengan precio elevado, medio o bajo no garantiza la calidad, ni tampoco la garantiza que sean privadas, públicas o concertadas. Se trata de humanidad”. En este aspecto, el Fiscal se definió como humanista “porque el humanismo es que quien esté cerca, te quiera y le importes”.
En este sentido, Marta Amat Peña-Toro, trabajadora social de la ONCE en Valencia, indicó que el humanismo es lo que mueve los programas de la ONCE para los afiliados mayores y con discapacidad, en los que realizan controles periódicos para conocer sus necesidades y deseos, teniendo siempre presente la opinión de los profesionales y por supuesto de las familias. El contacto directo es lo más importante para esta Organización, que realiza actividades de acompañamiento presencial, telefónico, y orientación en todo tipo de servicios a través de la iniciativa “A tu lado siempre”. Incluso, cuentan con un fondo de partidas económicas para ayudar a los que más lo necesitan, tanto en copagos de viajes, en la atención domiciliaria cuando la ayuda de la Administración pública se dilata, y por supuesto, para situaciones de maltrato ofreciéndoles plazas en residencias o en otros hogares.