Un artículo del Prof. Dámaso Crespo Santiago,
médico, psicólogo, antropólogo, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria
Miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)
Para el saber popular el envejecer es solo una cuestión de tiempo, pero el saber envejecer con unas condiciones óptimas de salud, tanto física como mental, es otra cosa bien distinta. El envejecimiento representa la etapa final de nuestro ciclo vital como seres vivos. Desde el momento de la fecundación, desarrollo embrionario y fetal, nacimiento, infancia, adolescencia y etapa adulta se van produciendo en nuestro organismo una serie de cambios que afectan al desarrollo, maduración y puesta en funcionamiento de las facultades físicas y cognitivas que determinarán, en gran medida la calidad de los años que comprenden el envejecimiento.
Ahora ya estamos en condiciones de asegurar que, aunque no somos muy conscientes, diversos procesos que ocurren en las mencionadas etapas, previas al envejecimiento, van a jugar un papel primordial en la calidad del mismo. Por este motivo dividiremos en dos grandes apartados el contenido de este artículo.
En primer lugar, prestaremos atención a los FACTORES que aseguran, durante las etapas previas al envejecimiento, unas funciones apropiadas, y posteriormente abordaremos qué otros FACTORES podemos modificar para que durante el envejecimiento se mantengan esas funciones en el mejor estado fisiológico posible, no perder facultades y si este proceso de pérdida ocurre conseguir que sea el mínimo y por lo tanto sus efectos negativos no sean excesivamente manifiestos.
Durante las etapas previas al envejecimiento se van produciendo en nuestro organismo una serie de cambios que, como hemos comentado, jugarán unas funciones primordiales en la calidad y cantidad de nuestra longevidad.
El PRIMER FACTOR que juega una importancia capital para nuestro envejecimiento es la calidad de nuestra carga genética, es decir la herencia recibida de nuestros padres por el ADN. En la actualidad se sabe que determinados genes juegan un papel protector para nuestras células y por ello alargan su longevidad y funcionalidad. Existen numerosos genes implicados en estos procesos, pero unos de los grupos de genes más estudiados son aquellos que actúan en el metabolismo de los lípidos (grasas). De hecho, se correlaciona la aparición de la enfermedad de Alzheimer (EA) con las diferencias genéticas en el gen para la síntesis de la lipoproteína A.
Como hemos comentado no existe (o no lo hemos encontrado) un único gen que determine la longevidad humana, así, pues, nuestra longevidad depende de la interacción de numerosos genes. Los estudios de poblaciones establecen que la genética, es decir nuestro ADN, determina, en el mejor de los casos el 25% de la calidad y cantidad de nuestra longevidad. Dado que no todos podemos disponer de esa gran calidad genética debemos jugar con el 75% restante y es aquí donde podemos actuar de forma muy activa.
El SEGUNDO FACTOR, del cual somos poco conscientes pues sucede durante nuestra infancia y adolescencia, es tener una nutrición y escolarización apropiadas. Se sabe que un factor importante a la hora de prevenir enfermedades, como la obesidad, con sus múltiples consecuencias dañinas para nuestro futuro envejecimiento, es la alimentación adecuada, que desgraciadamente estamos abandonando, la llamada dieta mediterránea debe mantenerse a lo largo de toda la vida.
También debemos hacer ejercicio adecuado para mantener nuestro sistema músculo-esquelético en condiciones óptimas y así prepararlo para la fase de envejecimiento. En este punto es importante que las mujeres adquieran un buen depósito de calcio en sus huesos para paliar los efectos de la pérdida de masa ósea (osteoporosis) asociada a la menopausia y así evitar fracturas que pusieran ocasionarse por la falta de masa ósea.
Como he comentado en este segundo factor incluyo la palabra escolarización, pero la podemos sustituir por formación mental: aprender nuevas materias escolares, lectura, ejercicios cognitivos, es decir todo aquello que durante estas etapas ayuda al desarrollo y potenciación de nuestra actividad cerebral generando sinapsis interneuronales (conexiones) que facilitan el aprendizaje y la memoria cuyo mantenimiento es tan importante durante el envejecimiento.
El TERCER FACTOR ya lo debemos tener presente pues ya actúa directamente durante el envejecimiento, o edad de jubilación. En estas primeras fases debemos tener actividades lúdicas y deportivas que nos ayuden a mantener lo conseguido en las etapas anteriores y si no hubiéramos actuado anteriormente ahora es el momento de iniciar dichas actividades.
Debemos ajustar el ejercicio a muestras potencialidades, ya no somos jóvenes y no debemos forzar en demasía nuestras posibilidades, pero sí acercarnos al máximo posible. Para aquellas personas que han llevado una vida más sedentaria, el caminar de forma rápida al menos tres días a la semana durante una hora, les ayudará a mantener sus funciones musculares, evitar atrofia muscular (sacopenia) y oxigenar el cerebro.
Además del ejercicio físico debemos realizar ejercicio mental. La lectura, el realizar crucigramas, sopas de letras, sudokus, etc., son actividades muy importantes para mantener las conexiones neuronales y estimular la síntesis de neurotransmisores que nos ayudarán en las funciones cognitivas y el mantenimiento de la capacidad de aprendizaje y refuerzo de la memoria. Aquí ejercicio físico y mental se unen, pues el ejercicio físico produce la síntesis y liberación por parte de nuestras neuronas de moléculas estimulantes que se denominan endorfinas y que ayudan a incrementar nuestro estado de ánimo.
El CUARTO FACTOR, es el ambiente familiar-social. Hoy se sabe que un ambiente familiar-social acogedor y protector de los mayores crea un clima muy propicio para que nos encontremos en un estado orgánico de bienestar que ayude en la calidad del envejecimiento. Procuremos mantener unas relaciones familiares y sociales agradables y enriquecedoras. Las caminatas, que hemos sugerido, si las realizamos acompañados de personas de nuestro agrado y al mismo tiempo desarrollamos conversaciones agradables jugarán un papel muy importante en nuestro entorno y en nuestro propio organismo. Visitas, por ejemplo, a exposiciones y centros culturales acompañados de personas de nuestro agrado son un ejemplo de interacción social muy aconsejable.
El QUINTO FACTOR, es mantener un ritmo de vida metódico y ajustado a una rutina establecida según nuestras necesidades. El tiempo de descanso debe ser el apropiado, la pereza y el quedarse en la cama deben ser eliminadas. Como hemos comentado se debe llevar una alimentación sana y equilibrada, seguir la dieta mediterránea es uno de los factores más importantes para la longevidad. La cantidad de comida, es decir la ingesta calórica, no debe ser elevada pues ya, a estas edades, nuestro organismo no está en fase de desarrollo y por lo tanto no es necesaria una ingesta elevada.
En este punto debo resaltar la importancia de la hidratación. Con el paso del tiempo perdemos la sensación de sed y por ello las personas mayores sufren, generalmente, de deshidratación. Debemos acostumbrarnos a beber agua de forma habitual, si se puede llegar a dos litros a lo largo del día sería ideal, pero comprendo que en el caso de los varones que sufren de próstata y por lo tanto tienen una elevada frecuencia de micción este nivel de ingesta de agua es más comprometido. Pero sea como sea se debe beber agua, que considero el mejor y más eficaz “medicamento” frente a numerosas enfermedades por sus efectos detoxificantes y eliminación de toxinas por la orina.
El SEXTO FACTOR está relacionado con la higiene personal. Se debe mantener la higiene personal al más alto de los niveles. La ducha diaria (sentado si no se puede hacer de pie) representa un masaje para nuestra piel que facilita la circulación y tiene un efecto relajante. La limpieza frecuente de manos, las uñas cortas para que no acumulen suciedad, la higiene bucal para el mantenimiento de la calidad de las piezas dentarias y de la flora saprófita de la boca, etc., son actividades que no se deben abandonar, todo lo contrario, debemos ser muy activos en la higiene personal. Esta pandemia de COVID-19 que sufrimos nos está poniendo de manifiesto la importancia de la higiene.
El SÉPTIMO FACTOR es nunca perder la motivación para seguir aprendiendo nuevas tareas. El ritmo de vida actual hace que para muchas personas el continuo avance y desarrollo de las llamadas nuevas tecnologías: Internet, telefonía móvil, etc., hace que un elevado número de personas queden relegadas en sus actividades. En la actualidad casi todas las actividades y gestiones se realizan vía telemática y considero que aquí las autoridades están abandonando la instrucción de las personas mayores en estas tecnologías.
Por ejemplo, el pedir cita en el centro de salud representa un gran obstáculo para un enorme sector de la población que no es activo en dichas técnicas o no posee los medios materiales para acercarse a las mismas. Acciones apropiadas de las autoridades en este sentido se hacen muy necesarias por tratarse de una población en elevado riesgo de exclusión tecnológica con las consecuencias que ello determina.
El OCTAVO FACTOR para un buen envejecimiento es asegurar un nivel económico apropiado para poder hacer frente a las necesidades de la vida diaria: alimentación, vestido, poder hacer frente a los gastos de agua luz, etc. No es el objetivo de este artículo profundizar en el sistema de reparto del gasto social, ni nos corresponde, pero no cabe duda que el nivel socio-económico de las personas influye de manera muy importante en su envejecimiento y calidad del mismo.
El NOVENO FACTOR corresponde a factores éticos de cada persona. Diversos estudios han mostrado que aquellas personas que desarrollan actividades de tipo altruista, como la ayuda a terceras personas, formación de grupos de apoyo a necesitados, creencias éticas o religiosas arraigadas etc., son factores que ayudan a la calidad del envejecimiento.
El DÉCIMO FACTOR y aunque pueda ser entendido como algo poco científico y serio es para quien escribe este artículo muy importante, pues, si tenemos y cumplimos los nueve factores comentados anteriormente, este décimo factor que es la suerte, representa la guinda al pastel del envejecimiento con éxito.
Al respecto les comentaré que yo a los estudiantes les deseo suerte en la vida, pues, sé que conocimientos y valía tienen para el desarrollo de su profesión. Así, al final, un poco de suerte en la vida es como la sal que añadimos a nuestros guisos para darles ese punto exacto de sabor que alaga nuestro sentido del gusto. De la misma manera esa suerte alagará nuestro proceso de envejecimiento. Pero recuerde que cuanto más cumplimos los nueve factores expuestos estoy seguro que más acumulamos del décimo factor.
2 Comments
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Muy interesante, para mi, 84 años- y para difundirlo entre mis amigos y en las redes.
¡Ánimo!
Muy bueno!! Me ayuda mucho!!🤗