Consciente de que los efectos psicológicos de la Covid-19 inciden de manera especial en las personas mayores, el equipo médico experto en longevidad saludable de Rosita ha desarrollado una guía con las claves para comprender qué siente esta generación en la pandemia y los consejos de los expertos para poder ayudarles.
Y es que las personas de edad avanzada constituye uno de los grupos más indefensos desde que comenzó la pandemia debido a que son personas de riesgo, que han visto sus relaciones sociales minimizadas y sufren la soledad de los confinamientos. Toda esta situación puede repercutir en problemas de salud mental, por lo que es muy importante poder comprender y acompañar más que nunca a los familiares de edad avanzada. El equipo médico de Rosita, plataforma especializada en la longevidad saludable, ha elaborado un decálogo con claves para comprender y apoyar a los mayores en tiempos de pandemia:
· Entender el origen de sus miedos
En situaciones normales, los principales miedos detectados en las personas mayores son a enfermar y a morir. Estos miedos se agravan aún más con la pandemia, pues se está expuesto a una sobreinformación sobre el virus que incide directamente en su salud mental. A diferencia de los jóvenes que presentan síntomas de angustia, ansiedad y fobias, los mayores tienden a socializarse menos por el miedo al contagio y sufren mayores problemas de introversión y pérdida de habilidades sociales.
Para aplacar este miedo en los mayores, se recomienda conversar con ellos sobre estos miedos e invitarles a que los compartan con su núcleo familiar, para que puedan sentir que es un sentimiento común a otras personas. Una vez empleado el tiempo en escucharlos con atención, se debe intentar desdramatizar el miedo, distinguiendo la carga emocional y los posibles temores de su propia historia que pueden estar reactivándose con el tema de la muerte y el duelo. Acudir a talleres sobre la gestión de las emociones puede ayudar en el proceso.
· Disminución de sus capacidades sociales
El confinamiento favorece la pérdida de capacidades sociales. El hecho de no relacionarse con otras personas puede adelantar o producir deterioro mental al ejercitar menos habilidades externas con el mundo, lo que puede producir una pérdida de las capacidades sociales o una ralentización de estas.
Se debe motivar al mayor para que sienta deseo o curiosidad, proponiéndole actividades afines a sus hobbies, bien de manera presencial, o sino fuese posible, por teléfono u online. Un modo de motivación sería acudir a lugares donde el mayor pueda relacionarse con amigos. De esta manera, se compromete con ellos para que la pereza no le venza en el momento de ir. En ninguno de los casos se debe forzar a que mantenga relaciones sociales.
· Sentimiento de vulnerabilidad
La sensación de peligro externo dificulta retomar los hábitos pre-pandémicos. Se debería considerar un problema cuando limita más que antes la autonomía personal.
Este sentimiento de vulnerabilidad puede evitarse fomentando la autoestima del mayor, y, por lo tanto, de sus capacidades. Esta autoestima puede potenciarse dándole herramientas que desarrollen o le permitan poner en marcha capacidades que no ejercita en estos momentos. Se puede comenzar con tareas sencillas y próximas a su domicilio e ir aumentando las actividades, incluso compartiéndolas con algún amigo. También se puede proponer acudir a alguna actividad cultural, salir al parque más cercano a pasear y que un familiar cercano le acompañe y refuerce sus logros.
· Pérdida de memoria y mayor pasividad
Es importante estar atentos a la aparición de pérdida de memoria, una mayor pasividad y una percepción de aumento de su inseguridad para abordar las tareas cotidianas. Se debe estar alerta a si mantiene poca o baja actividad o si se agobia cuando se le pide hacer alguna tarea que antes realizaba sin problema.
Si se perciben señales o síntomas que limiten lo suficiente, restando autonomía y seguridad se debería consultar con un neurólogo, que prescribirá las pruebas o recomendaciones necesarias. Sin embargo, existen medidas que pueden ayudar o retrasar el deterioro cognitivo como realizar actividades nuevas hasta el momento: ir a hacer la compra a un supermercado distinto al habitual, pasear por calles diferentes a las habituales o atarse los cordones o abotonarse la chaqueta con la mano no dominante. Además, es muy recomendable plantear retos en la vida cotidiana como escribir un diario, un resumen de un programa de televisión o de un libro, incluso acudir a algún club social de barrio donde poder mantener una tertulia.
Si la limitación es física, se puede apuntar al mayor a un taller de ejercicio físico acorde a sus limitaciones, siempre que la actividad asegure no correr riesgos significativos.
· Miedo a salir de casa
El miedo al contagio hace que algunas personas mayores prefieran no salir de casa, ya que sienten que es el único lugar donde pueden resguardarse del virus y sentirse seguros durante la pandemia.
Ante esta situación, se debe incentivar las salidas responsables con sus iguales, acompañarles y apoyarles para que acudan a lugares donde puedan realizar actividades y puedan incrementar sus relaciones sociales (clubs de jubilados, asociaciones de amas de casa…), además de fomentar las relaciones con amistades anteriores. Mientras no sea posible hacerlo fuera de casa, habría que invitar a las amistades al domicilio, en un adecuado marco de seguridad. Es necesario buscar incentivos para conseguir llevarlo a cabo.
· Aislamiento voluntario
Que una persona mayor decida por voluntad propia aislarse del resto puede precipitar algún tipo de deterioro neurológico, como Alzheimer, ya que la falta de estimulación mental que conlleva el aislamiento siempre agrava las enfermedades neurológicas.
En los casos más extremos donde el mayor se niega a ver a cualquier persona, se debe planear con detalle la salida, para que éste pueda visualizarla y se sienta más tranquilo de que será en todo momento una salida segura para su salud. También es importante fomentar las conversaciones con amigos suyos para que vuelva a relacionarse con ellos. En las primeras salidas se le puede acompañar y buscar recompensas que puedan incentivarles, como un detalle especial, un libro, un encuentro con nietos, pasteles…
· Sedentarismo
La falta de responsabilidad y el miedo a salir de casa ha ocasionado que muchos mayores hayan abandonado los hábitos diarios que les hacían mantenerse ágiles, física y mentalmente.
Andar, subir escaleras o levantarse periódicamente de la silla favorecen la actividad física de las personas mayores. Se aconseja no coger taxis ni autobuses para distancias que pueda hacer andando e ir a comprar alimentos en pequeñas cantidades todos los días, mejor que grandes compras una vez a la semana.
También se recomienda atribuirles responsabilidades, es decir, buscarles tareas que realmente sean útiles y no que se pidan sólo para hacerles sentir importantes. Los familiares deben proponerles tareas y que ellos puedan elegir en cuál pueden ayudar y comprometerse a hacerlas con disciplina y regularidad.
· Abandono de las rutinas de ejercicio físico
Algunos mayores han dejado de realizar ejercicio físico en centros deportivos o de acudir a clases de baile en academias, bien porque el cierre pasajero de las instalaciones les hizo abandonar el hábito o por miedo al contagio.
Esta pandemia no admite el abandono y reducción de la actividad física ni del ejercicio que se hace. Existen herramientas que permiten adaptarse a la situación y poder hacer ejercicio desde casa con una tabla dirigida o supervisada por un profesional que permita trabajar sobre la resistencia, fuerza, elasticidad y equilibrio de la persona mayor.
Se debe fomentar actividades que les gustasen antes de la pandemia como puede ser el baile. Se le puede acompañar al inicio, sólo si es necesario, pero después hay que dejar ya sola a la persona mayor para que ponga en marcha sus habilidades comunicativas y de encuentro, haga amistades y tenga un círculo de encuentro personal.
Es importante asumir que una hora de ejercicio al día no compensa ocho horas sentado en un sillón, por lo que se debe hacer ejercicio diariamente pero además hay que aumentar la actividad física diaria.
· Descontrol en la dieta
El descontrol generalizado por la pandemia también puede afectar a los hábitos saludables en la alimentación donde los mayores pierden el apetito y el interés por cuidarse.
Se recomienda hacer una planificación semanal de la dieta para tener una perspectiva más amplia y que la alimentación sea equilibrada y suficiente pero no excesiva. Sobre la cantidad, se debe tener presente que una vida sedentaria conlleva un menor gasto calórico por lo que ha de comer menor cantidad de alimentos y con menos calorías. Esto sólo se puede conseguir incrementando el consumo de verduras y cereales integrales y reduciendo el de grasas e hidratos de carbono de absorción rápida. Es importante dar protagonismo a las proteínas de alta calidad para reducir la pérdida de musculatura. En personas mayores puede estar indicado el consumo de suplementos nutricionales. Finalmente es indispensable consumir diariamente dos litros de agua.
· Descontrol en el sueño
La falta de actividad y de rutina puede provocar dificultad para conciliar el sueño, ya que los mayores al no estar activos pueden no sentirse cansados por la noche y terminar cogiendo el sueño a deshoras.
Es importante dormir lo suficiente, ni menos ni más de lo necesario y hacerlo entre las 23:00 y las 8:00 horas, para evitar la falta de sueño y no entrar en cronodisrupción, que es el estado en el que el reloj biológico del cuerpo no está sintonizado con el ciclo circadiano de la naturaleza. Para dormir lo suficiente hay que conocer la denominada higiene del sueño, donde se deben hacer cosas que no dificulten el sueño, como dormir en horario regular, la ausencia de estímulos de luz y actividad en las horas inmediatas al sueño, no cenar tarde, mantener la temperatura adecuada en la habitación…
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