Con motivo del Día Mundial del Abrazo, que se celebra cada 21 de enero, los profesionales que trabajan en los centros DomusVi, la mayor red de centros sociosanitarios de España, han querido compartir sus recomendaciones para tratar de suplir la falta de contacto físico impuesta para ayudar a prevenir los contagio de Covid-19.
Y es que la Covid-19 ha cambiado radicalmente la forma en la que las personas interactúan, quedando atrás los abrazos, besos, apretones de manos y otras expresiones físicas de afecto o cariño que tienen un efecto muy positivo sobre el bienestar emocional y físico de las personas mayores.
Tal y como asegura Fini Pérez, Directora Asistencial de DomusVi, “existen numerosos estudios que describen los beneficios del contacto físico con los mayores. La piel es una extensión del sistema nervioso y esto hace que las percepciones táctiles se transformen casi automáticamente en estados fisiológicos”. Esta experta destaca que “los abrazos estimulan la producción de todas las hormonas que nos dan sensación de bienestar, disminuye el estrés, y entre otros, disminuye el dolor. Es una gran medicina que no tiene efectos secundarios”.
Desde la llegada de la pandemia, los epidemiólogos recomiendan limitar el contacto físico para ayudar a prevenir el contagio de la enfermedad. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfoca sus directrices a reducir tanto como se pueda el contacto físico con otras personas y a mantenernos al menos a un metro de distancia entre nosotros, una circunstancia que se hace especialmente difícil para las personas mayores que viven en residencias.
“Ellos lo sufren y lo notan mucho”, explica Carolina, psicóloga de la residencia DomusVi Isdabe de Estepona (Málaga). Paradójicamente, Carolina asegura que a lo largo de sus 20 años en el centro nunca se había sentido “tan cercana a los residentes. Creo que, sin ser conscientes, nos hemos convertido en parte de su núcleo afectivo, en su familia, porque percibimos esta carencia de contacto físico con sus seres queridos”. Para Modesta Culebra, de 75 años y residente del centro malagueño, “en la mente de todo ser humano está la esperanza firme y entera de recibir el mejor de los regalos, volvernos a abrazar”.
Los profesionales de los centros DomusVi han tratado de suplir, en la medida de lo posible, este vacío a través de videollamadas, contacto telefónico, intercambio de dibujos e incluso cartas escritas a mano con las familias, vecinos del barrio, escolares, y nuevos amigos que han surgido durante el confinamiento. Miren, psicóloga de la Residencia DomusVi Valle de Roncal, en Pamplona, apunta que, en Navidad, “hicimos un video de felicitación para las familias en el que participaron todos nuestros residentes con mensajes de cariño y cercanía para todas las familias. En un caso específico, incluso se acudió en coche al domicilio familiar para que a través del cristal pudieran verse y hablar ya que esta residente cumplía años y, a nivel emocional, necesitaba un contacto directo con su familia”.
Pachi, de 68 años, residente y protagonista de esta anécdota, cuenta cómo, desde su punto de vista, vivió esta situación: “Cuando no podíamos salir del centro llegué a pensar que mi familia se había muerto porque no venían a verme. No me fiaba de las videollamadas. El día que fui con la furgoneta a casa de mi hermana y pude hablar con ellos a través del cristal me puse muy contento y me tranquilicé».
En las residencias, al igual que en muchos otros servicios, se ha implantado e incrementado el uso de las videollamadas. Las llamadas han pasado a un segundo plano y los residentes necesitan verse con sus allegados y mandarles abrazos y besos, aunque sean, de momento, virtuales. “Estamos fomentando desde hace meses el contacto con los familiares por video llamadas”, explica Carolina. “En cuanto ven a sus familiares a través de la pantalla del móvil les cambia totalmente el ánimo. Les invade una positividad que les dura todo el día”.
A falta de abrazos y besos, los psicólogos de DomusVi coinciden en que siempre nos quedan las palabras, el lenguaje verbal, para expresar afecto y cariño. “Resulta muy importante la escucha activa, también”, apunta Miren. “En ocasiones hacemos bailes en las unidades para animarlos y provocar una sonrisa en ellos. También utilizamos la tablet más allá del beneficio cognitivo para pasar un tiempo lúdico con ellos durante el cual sienten que estamos a su lado dándoles la opción de que elijan lo que quieren ver”.
Las personas mayores son las más vulnerables al virus y por ello es especialmente importante que lleven al extremo las limitaciones en el contacto físico con otras personas. “En un momento en el que las vacunas están llevando la esperanza a las residencias, todavía no se sabe con exactitud cuánto durará esta situación de pandemia, pero lo que sí es cierto es que cada vez estamos un poco más cerca de volver a dar todos esos abrazos que se han quedado pendientes”, afirman desde DomusVi.